-¿Estás segura de que no quieres ir conmigo? - Ash preguntó mientras se colocaba sus zapatillas.
- No. - Le di un mordisco a la manzana mientras me recargaba en el marco de la puerta.
- ¿Te quedarás en casa? - Se vio rápidamente en el espejo revisando que su maquillaje estuviera perfecto.
- Si, tengo que hacer las compras y voy a limpiar la casa. - Se paró frente a mi y me miro fijamente.
- Esta bien. Me preocupa el dejarte sola, pero haré lo posible para regresar pronto. -
- No es necesario. Ve a la junta de la empresa y si surge la oportunidad ve a comer o ve a platicar con Joseph. - Le di un par de palmaditas en el hombro y la empuje para que saliera antes de que se le hiciera tarde.
- Pero -
- Nada de peros. - La regañe y ella se resignó.
- Comparte tu ubicación conmigo y mantén tu teléfono al lado. - Dijo antes de salir de la casa.
- Ya está. - Le mostré la pantalla de mi teléfono en donde se podía apreciar el chat en donde le compartía todo lo que ella solicitaba.
- Vale, esta bien. - Me besó la mejilla y subía a su carro no sin antes decirme adiós con la mano.
Una vez que Ash se fue, comencé a preparar la lista de cosas que faltaban en la casa. Tomé mi bolsa y caminé hasta llegar al supermercado. A pesar de que para mí la lista era corta y sencilla terminé con 2 carritos de mercado llenos. Tuve que llamar a un taxi para que me llevara hasta mi casa. El taxista se apiado de mi alma y me ayudo a bajar todo hasta la puerta de mi casa. Comencé por ordenar las cosas y así proseguí hasta limpiar la cocina.
Miré orgullosa mi trabajo, la cocina relucía de limpio y se veía más llena. Pero este solo era el comienzo, aún tenía que terminar el resto de la casa. Ash me mandaba mensaje cada cierto tiempo preguntándome como estaba y que hacía, era divertido ver como ella era algo sobreprotectora conmigo.
La música se escuchaba de fondo mientras sacudía el pequeño closet que estaba en la entrada, habían un par de cajas que tenían decoraciones en mal estado, por lo que no tuve más remedio más que desecharlos. Sin embargo mi mano se detuvo al ver dentro de una de estas cajas un libro, el cual lo cubría un pequeño cuadro con una fotografía de mi madre en su época de universitaria.
Sacudí el libro y la portada era similar a las otras que estábamos buscando.
Me quedé observando la pasta del libro. Fue ahí en donde me di cuenta que jamás me había dado a la tarea de buscar a fondo en mi casa, si no hubiera sido por que había decido limpiar jamás habría encontrado el libro.
Aunque inicialmente solo tenía la intención de realizar una limpieza de mi casa, ahora mi objetivo había cambiado, tenía que buscar el resto de las pistas.
Ordené lo más rápido posible el pequeño armario de la entrada y me enfoqué en limpiar la sala, quitando cada cosa del librero pude encontrar otro libro que estaba escondido detrás de unas enciclopedias.
- Mamá, ¿Qué intentabas hacer guardando esto? - Me pregunté en voz alta, sintiéndome impotente y frustrada.
Lo limpie y lo acomode a un lado del otro que recién había encontrado.
Continué buscando activamente pero no encontré ningún otro. Al final la planta de abajo fue limpiada pero ya no había más libros. Solo quedaba el segundo piso. Era hora de abrir aquella habitación que fue cerrada hace más de 7 años y a la cual trataba de evitar entrar.
Tomé las cosas de la limpieza junto con los libros, que decidí guardarlos junto con el resto en mi habitación. Mis manos temblaban, me encontraba parada frente a la puerta de la habitación de mi madre. Con una sensación nueva invadiendo mis entrañas, entre a la habitación vacía que se mantenía intacta y tal cual ella la había dejado.
Me adentre a la habitación y caminé hasta las ventanas para abrirlas. Pude ver con detenimiento Una serie de fotografías colgadas en las paredes, eran los recuerdos de mi madre.
- Vamos, despierta. - Me di golpecitos en las mejillas con mis manos tratando de centrarme en mi tarea.
El cambiar cosas del orden original me hizo sentir que borraba el hecho de que mi madre dormía en esta habitación. Pero conforme paso el tiempo sentía que se levantaba un peso de encima y pude ver que al fin estaba afrontando de frente la perdida de mi madre.