—No vas a usar eso conmigo, ¿Verdad, vie… amigo? Yo te ayudé — parece un pollito asustado.
—Tienes razón, me ayudaste. Y sabes en lo que eso te convierte, ¿Verdad? — asintió muchas veces con la cabeza y sonreí—. Muy bien. Ya que estamos juntos en esto, pondremos las cartas sobre la mesa. De hoy en adelante vas a ayudarme a esto todos los días.
—¿A esto? ¿Todos los días?
—Sí, todos los días. No tienes que asustarte de esa manera, no es para tanto. De igual manera, su existencia era insignificante. Ambos nos beneficiamos de esto— suelto el cuchillo sobre el pecho de Karol, para caminar hacia ella.
—¿Qué planeas hacer ahora? ¿De qué beneficios hablas? — su voz se entrecorta y su espalda termina contra la pared, mientras me detengo frente a ella.
—Podrás hacer mucho dinero, comprar un auto nuevo, casa nueva y tendrás un amigo fiel. ¿No es eso suficiente ganancia?
—¿Por qué has matado a esa mujer? ¿Era de verdad tu hermana? ¿Por qué la odiabas?
—Tu capacidad es limitada o es que eres muy estúpida. ¿Quieres comer?
—Sí, tengo hambre. Salgamos de aquí, amigo.
—¿Salir de aquí? ¿Para qué? Hay suficiente comida ahí para los dos. Digamos que hoy la cena será una celebración, por nuestra unión y trabajo en equipo.
—Donde quiera que tengas la comida, búscala y salgamos de aquí. Este lugar apesta.
—Oh, creo que no estamos en el mismo canal. ¿Qué te parece si vamos a tu casa y te cocino algo?
—¿Sabes cocinar? Qué bien — observo su falsa sonrisa y suspiro.
—Me estás poniendo nervioso con esa forma tan amable y extraña que me estás tratando.
—¿Te gusta que te trate mal? Solo dime, lo hago con mucho gusto. Mientras estés contento, yo estoy contenta y todos estamos contentos.
—Estaría más contento si dejas de mirarme de esa manera que lo estás haciendo.
—No te estoy mirando a ti, es solo que no acostumbro a ver muertos todos los días, así que estoy un poco nerviosa.
—Ah, ¿Es eso? No importa, te acostumbrarás.
—Sí, estoy segura que voy a acostumbrarme— traga saliva y baja la mirada.
—Me resultas muy curiosa y difícil de interpretar — acaricio su mejilla con la intención de limpiar la sangre que aún está en ella, pero que se ha ido secando. Ella cierra los ojos con mi caricia—. Voy a limpiarte— rozo la punta de mi lengua en su mejilla y presiona sus labios.
—¿Por qué haces eso?
—Esa debe ser mi pregunta. ¿Por qué acabas de morder tus labios? ¿No me digas que este "viejo", puede ocasionar reacciones en ti?
—Claro que no — su respuesta no suena muy convincente que digamos.
—¿Y por qué no me miras y lo repites? — sujeto ambas mejillas entre mi mano, obligándola a mirarme—. ¿Vas a repetirlo? — murmuro a centímetro de sus labios y hace silencio por unos segundos.
—Tengo hambre y quiero irme.
—Ayúdame a dividir las porciones y llevarlas a la nevera que está por allá. Para tu casa me llevaré únicamente lo que comeremos, ¿De acuerdo?
—¿A qué te refieres con dividir porciones?
—No pensarás dejar ese pobre cuerpo ahí hasta que se pudra y vengan los gusanos a comérsela, ¿O si? Ahora es cuando necesito de nuestro trabajo en equipo. Ahora que tengo a ti, no estaré del todo solo. Tan pronto salgamos de aquí, voy a premiarte con una deliciosa cena.
—¿Tú comerás de eso? — señala al cuerpo de Karol, mientras que sus ojos se abren como un mismo búho.
—Comeremos, querrás decir. Ayúdame a dividir todo. En la gaveta encontrarás otro cuchillo y, créeme, corta de maravilla. No pasarás mucho trabajo— camino a la mesa y ella me sigue a paso lento—. ¿Por qué estás tan cabizbaja? Ya sé, aquí debe haber algo que te saque una sonrisa— busco en los bolsillos de Karol la billetera y se la extiendo—. Quédate con esto.
—Gracias — a pesar de su agradecimiento, luce pensativa.
—¿Querías un beso?
—¿Qué? — levanta la mirada.
—¿Estás desanimada porque no te besé?
—Eres un idiota. ¿Quién querría un beso tuyo?— frunce el ceño y sonrío.
—Que alivio. Al fin muestras esa horrorosa expresión— hace mucho tiempo no experimento esta comodidad y tranquilidad al hablar con otra persona. Es como si hubiera olvidado la última vez que lo hice.
Me doy cuenta de que mientras hacemos el trabajo en equipo, no deja de mirar la cabeza desprendida de Karol.
—No está bien hacer eso— cubro la cabeza con una sábana y ella reacciona.
—Es como si estuviera mirándome.
—Lo estaba haciendo— mi respuesta la aterroriza—. Hablo de mí. Te estaba mirando. Has hecho un excelente trabajo.
Recojo todo en una bolsa y guardo únicamente lo que irá al restaurante mañana en la nevera, la cabeza la dejo en una bolsa aparte y la porción que elegí la traigo conmigo al auto. Llegando a su casa, veo como está hecha un desastre por dentro también. Es la primera vez que entro a una casa tan desorganizada y sucia.
—¿No te enseñaron a limpiar?
—No suelo estar aquí— camina a la cocina y la sigo.
—¿Y dónde estás la mayor parte del tiempo?
—En la calle. Ahí está la cocina. No hay muchos ingredientes, pero lo más probable encuentres algo que te ayude.
—Espérame en la mesa.
Efectivamente no tenía casi nada de ingredientes, pero al menos pude sazonar la carne bien. Mirar hacia la mesa del comedor mientras cocino, se siente tan familiar. Me trae recuerdos de Noah y de Suzy. Hace tiempo he buscado la forma de huir de sus recuerdos, pero siempre se cruzan por mi mente. Termino de hacer lo que puedo y traigo los platos a la mesa.
—No va a estar igual de delicioso a cuando lo hago en el restaurante, pero algún día te llevaré para que lo pruebes de allá. Que te aproveche.
Mira el plato y procede a enterrar el tenedor en la carne.
—¿Haces esto a menudo para un restaurante?
—Sí, para mí restaurante— llevo un pedazo a mi boca y se me hace la boca agua. La textura está blanda y, aunque no tiene mucho condimento, de por sí, su sabor es muy delicioso.
La veo cerrar los ojos antes de adentrar el tenedor a su boca, su semblante cambia segundos después de masticar varias veces y tragar. Luce más relajada.
—Creí que iba a saber mal, pero extrañamente su sabor es igual a la carne de cerdo. Está muy blanda, es muy fácil de masticar y digerir. Eres todo un experto.
Hace tiempo nadie me halaga de esa manera. Había olvidado la emoción, hormigueo y calidez que se siente en el pecho.
—Me alegra que te haya gustado. Disfrútala.
—Hace tiempo no había comido comida casera. Es raro venir a experimentarlo en esta casa y por parte de un extraño. Llevo mucho tiempo viviendo sola y la gran parte del tiempo como fuera de la casa.
—Puedo cocinar para ti más a menudo si quieres.
—¿Lo harías? — levanta la mirada y, por fin me mira a los ojos.
—Sí, sí así tú lo quieres.
—Me gustaría— sonríe llevando el tenedor de vuelta a su boca y cierra los ojos para saborearla.
Extrañamente, mi corazón está latiendo muy rápido. Siento que va a salir de mi pecho.