—¿Por qué me haces esto, Emily? ¿Por qué eres así? — quise acariciar su mejilla, aún guardando la esperanza de que me escuchara y de que no hiciera ninguna estupidez, pero la probabilidad de que me tome en consideración, es ninguna.
—Duérmete y no luches más. De nada vale que lo hagas.
—¿Por qué te empeñas en quitarme todo?— lágrimas se deslizaron por mi mejilla. Entre más me esforzaba para mantenerme despierto, mis párpados se sentían más pesados—. Ella es lo único que tengo, porque ya ni siquiera puedo tenerte a ti. Emily, ¿Qué te he hecho para que me odies tanto? Para mí lo único que he hecho es amarte, pero eres tú quien siempre me rechaza y me menosprecia. Si tú orgullo, desprecio y rabia es tanta, que piensas quitarme también a mi mamá, prefiero que termines conmigo primero. Eso debe ser fácil para ti, ¿No? Tienes la oportunidad que tanto estabas esperando. Aprovéchala— se me quedó viendo por unos instantes y sacudió la cabeza.
—Has resultado ser más llorón de lo que pensé. Hasta pareces un tierno gatito así de indefenso y débil. Lastima que no me gustan los hombres débiles y llorones como tú. Puedes dormir tranquilo, porque no voy a matarte todavía. Aún tienes mucho por darme y sería un desperdicio no sacar provecho de ti como corresponde— acarició mi mejilla y me encaró—. No necesitas a nadie más que a mí, no olvides que yo soy lo único que vas a tener de ahora en adelante, aunque no sea de la forma que tú estúpido corazón desea— una vez más rompe mi corazón en pedazos y ni siquiera veo en sus ojos algo de arrepentimiento. Quizá después de todo, ella jamás va a verme de la misma manera que yo la veo—. Sé un buen niño, mi amor— me dio un hipócrita beso en la mejilla y sonrió antes de subir a la habitación.
Caden
Al entrar a la casa donde me había estado quedando con la doctora, Lucía se quedó parada en el medio de la sala.
—¿No te gusta este lugar? — cerré la puerta con seguro y me giré hacia ella.
—No se trata de eso, Caden— se giró hacia mí y desvió la mirada—. ¿Me trajiste a este lugar para asegurarte de que ninguno de nosotros te delate o para lastimarme por lo que te hice?
—¿Sigues con eso? ¿No crees que estás exagerando un poco? Sé muy bien que no serías capaz de delatarme. No sé si te has dado cuenta, pero estás en una posición compleja donde a ti, menos que a nadie le conviene hacerlo.
—Entonces ¿Es para vengarte de lo que te hice?
—De cierta forma— me acerqué y para mí sorpresa no retrocedió—. Para serte totalmente honesto, si quiero vengarme y castigarte por lo que hiciste— acaricié suavemente sus labios con mi dedo pulgar—, pero de una forma donde disfrutes también de ello. ¿Qué te parece si ahora que estamos solos, continuamos donde nos quedamos?
—No, Caden.
—Ese no, no me sonó muy convincente.
—No voy a fallarle a mi hijo, ni tampoco voy a fallarme a mi misma. Esto no está bien. Eres el padre de la novia de mi hijo, además de que eres... — hizo una pausa y bajó la mirada.
—¿Qué soy?— llevé mi mano a su cuello sin ejercer fuerza y me miró—. Cuéntame, ¿Qué soy? ¿Un prófugo de la justicia? — asintió con su cabeza y reí—. Al menos no has dicho que es porque no te gusto. Supongo que ya no te desagrado del todo, ¿Cierto?
—Caden, yo...— llevé mi dedo índice a sus labios para que no pronunciara una palabra más.
—Independientemente de lo que digan nuestros hijos, tenemos el derecho de hacer lo que queramos. Creo que estamos bastante grandes, como para decidir qué bocadillo nos vamos a comer, y qué gustos darnos y cuáles no, ¿No te parece?— la encaré aún más y me acerqué a su cuello. Su dulce olor me causó apetencia y nostalgia. Este dulce bocadillo debe ser mío, solo mío—. Déjame deleitarme con tu dulce y apetecible olor—lamí mis labios y me miró tímidamente—. Estoy seguro de que con lo delicioso que hueles, debes saber aún más rico.
Emily
Me vestí adecuadamente para poder ir a darle una visita a mi querida y adorada suegra. Al bajar las escaleras miré al sofá donde debía estar Kevin, pero ahí no estaba. ¿Dónde demonios se metió ese cretino? Se supone que ya estuviera en el quinto sueño. Me detuve frente al centro de mesa de la sala y fue cuando un delicioso olor pude percibir en mis fosas nasales.
—¿Kevin?— lo llamé, pero no respondió. No tuve de otra que buscarlo.
Caminé a la cocina, ya que era de dónde el olor se hacía más fuerte y vi una mancha de sangre en el suelo. Quise seguir las huellas que estaban marcadas en el suelo y me llevaron a donde estaba él. Estaba de espalda inclinado contra pared del pasillo que daba hacia el sótano.
—¿Por qué demonios no contestaste cuando te llamé? ¿Qué haces despierto todavía? — al no tener respuesta de su parte, me acerqué y lo halé del brazo, cuando vi que su débil mano quedó colgando, dejando visible el puñal que de su abdomen la base sobresalía.
—Para ti sería una carga menos si no existo, ¿Verdad? ¿Eres feliz ahora, Emily? — sus ojos estaban casi cerrados, pero se podían notar las lágrimas que de sus mejillas se deslizaban. Sus pálidos labios, estaban tomando color por la misma sangre que de su boca salía.