Lucía
—¿Qué tienes pensado hacer? — quería retroceder, pero ya estaba pegada a la ventana.
—¿Alguna sugerencia? — sonrió y me encaró de repente. Me asusté por su inesperado acercamiento—. Ahora que me ves más de cerca, ¿Me sigues encontrando igual de patético e inmundo que antes?
—No, claro que no, Caden. Fue en una etapa de inmadurez, no sabía lo que hacía.
—¿Y qué estás dispuesta a hacer ahora para ganarte mi perdón?
—¿Hacer de qué?
—Pensé que tendrías una idea. Has sido una niña muy mala y grosera conmigo. Recuerdo que solías reírte mucho en clase de este ser inmundo, asqueroso y hediondo, ¿No es así?
—Lo hacía, sé que lo hacía. Perdóname, Caden.
—Siento que mi pecho va a morir con tanta ternura— acarició mi mejilla y cerré los ojos temblorosa. No sabía lo que haría ahora—. Nunca te hice nada, aún así todos ustedes se burlaban de mí. No sabes todo lo que pasé gracias a ustedes.
—Puedo notarlo ahora, pero en aquel momento no sabía. Noah te mencionaba mucho, de hecho ella notó tus cambios. Noah estaba enamorada de ti en aquel tiempo.
—¿Noah enamorada de mi? — rio.
—¿Lo sabías?
—Noah fue mi mujer, pero me engañó. Esa ingrata me mintió. La creí diferente a las demás, la amé más de lo que podría describirlo, aún así me engañó con otro. No hablemos de ella, hablemos de nosotros. Por cierto, te pareces mucho a Noah. Tienes esa mirada de niña buena, pero por dentro estas podrida. Estás sucia, pero yo puedo ayudarte, solo debes ser buena ahora— al ver el cuchillo que cargaba, quise correr, pero me agarró el brazo y lo llevó a mi espalda, para luego aferrarse a mi. No sé de dónde sacó ese cuchillo, pero fue tan repentino que no dudé en tratar de correr—. ¿No vas a gritar para que te ayuden?
—Aleja ese cuchillo de mi, por favor— le rogué y escuché su suave risita.
—Habías dicho que estabas arrepentida, pero ahora solo me demuestras que es mentira. Pensé que serías capaz de pagar el precio luego de tu mal trato, pero veo que no es cierto.
—No voy a huir, pero bájalo. Me pone muy nerviosa, Caden. Yo realmente quiero arreglar las cosas entre los dos.
—¿Estás dispuesta a hacer lo que sea por mi?
—Sí, lo que me pidas.
—Eso es muy placentero de escuchar— tiró el cuchillo sobre la cama y sus manos se aferraron más a mi cintura. Podía sentir su cuerpo rozando el mío. Estaba detrás de mí, y entre más se acercaba, más podía sentir su erección. ¿Por qué está excitado con esto? Está enfermo.
—¿Qué vas a hacerme?
—Quiero hacerte muchas cosas, pero deberías optar por sorprenderme. ¿O acaso me dirás que eres de las chicas que se avergüenzan por todo?
—¿Qué esperas de mi?
—Eres muy lenta. Te diría que te echaré un mano para ayudarte, pero la verdad es que es viceversa; tu me la darás a mi — rio, y sentí que bajó la mano que tenía a mi espalda, haciéndome tocar algo duro y caliente. Pude comprobar en instantes que realmente era lo que estaba pensando. Traté de quitar mi mano por la vergüenza y él la sujetó firmemente—. ¿Ahora entiendes qué es lo que quiero, o todavía no has captado nada? — me hizo apretar la mano y escuché un suave y tierno quejido de su parte.
—No puedo hacer esto— dije temblorosa. He estado con otros hombres, pero no es como que haya hecho este tipo de cosas antes y menos con alguien tan peligroso como él. Escuché que bajó su cierre y pude tocarlo directamente. Su mano sujetó la mía, haciendo que lo masturbara lentamente. Me sentía muy avergonzada.
—Lo estás haciendo bien— escuché su voz entrecortada y desvié la mirada. ¿Por qué estoy en una situación así como él? ¿Cómo puedo estar sintiéndome extraña por esto? ¿Qué sucede conmigo? Se supone que esté buscando una manera de salir de aquí y me encuentro haciendo estas cosas tan depravadas y vergonzosas. Mi mano se sentía un poco húmeda y se podía escuchar ese suave sonido al moverlo. Me había soltado completamente, aún así no podía dejar de mover mi mano o a tan siquiera buscar una forma de huir y pedir ayuda—. ¿Por qué no hacemos algo mejor los dos? — susurró en mi oído.
Kevin
Estoy tan harto de esa forma en que se comporta; de esa forma en que se burla y hace estas cosas para joderme. Apreté mis puños y dedicándole una mirada molesto, salí del lugar. ¿Verdaderamente valdría la pena quedarme a su lado? Es una pregunta de la cual no tengo respuesta. La amo, pero no sé si pueda seguir soportando su desprecio. Emily salió minutos después y nos subimos al auto.
—Iremos a la tienda y me comprarás ropa. Al final de cuentas, fuiste tú quien me dejó desnuda— no quise discutir o añadir algo más, solo la ignoré por todo el camino.
Al llegar a la tienda, me bajé a comprarle lo primero que encontré. No me había dado cuenta de mi apariencia y de la sangre que tenía en mi ropa. Estaba tan concentrado en hacer lo que pidió, que incluso olvidé las heridas que tenía; supongo que el dolor que siento en el pecho es más fuerte que ellas. Las personas se me quedaron viendo, así que no tuve de otra que comprar ropa también para mi. No podía llegar tampoco de esta forma a la casa o mamá se va a preocupar. Pasé por la farmacia y compré un kit pequeño de primeros auxilios para poder cubrir la mayor parte de nuestras heridas, que por suerte no fueron tan graves. Al salir de la tienda ambos nos vestimos en el auto. En realidad no cruzamos palabra alguna en todo el camino de regreso a la casa. Tan pronto llegamos a la casa, vimos una patrulla estacionada al frente y Emily le dio un golpe al cristal.
—¡Mi papá! — se bajó del auto primero que yo y como no cerró la puerta, tuve que inclinarme a hacerlo y fue cuando vi que en el asiento también había algo de sangre. ¿Acaso la lastime demás? Quería preguntarle, pero no creo que le importe que lo haga tampoco. No debería preocuparme más por ella, al final de cuentas, ni siquiera yo le importo.
Me bajé del auto para seguirla y ella estaba hablando con dos oficiales.
—Buenas noches— dije tímidamente uniéndome a la conversación y Emily me agarró la mano.
—¿Qué les ha ocurrido? ¿Se encuentran bien? — cuestionó uno de ellos mirándonos a ambos.
—No es nada grave, Sr. Oficial. Mi novio y yo asistimos a clases de boxeo y hoy no ha sido un buen día de práctica— Emily sonrió y traté de seguirle la corriente. Es una excusa ridícula y poco creíble, pero creo que no había una mejor explicación.
—Mi novia tiene razón— afirmé.
—¿Qué los trae por aquí? ¿Dónde está el Oficial Ross? — preguntó Emily inocentemente.
—¿No sé ha encontrado con él, Srta. Mayer?
—No, no lo he hecho. La última vez que estuvo por aquí fue hace varios días.
—Es extraño.
—¿Qué es extraño, Sr. Oficial?
—No nos haga caso, Srta. Mayer. Si nos permite, estaremos vigilando la casa por el momento. Pueden descansar tranquilos, no descansaremos hasta atrapar a ese criminal— Emily fingió una sonrisa, pude percibir que se sentía molesta por el término que utilizó el oficial.
Estuvimos unos minutos hablando y él oficial estuvo haciendo preguntas extrañas, aún así Emily se las arregló para responderlas todas. Estaba ansioso por entrar a la casa, ya que el auto de mi mamá aún estaba ahí. Según terminamos de hablar entré y vi que dos de los platos que estaban en la mesa se encontraban vacíos. Escuché la risita de Emily y no quise ni mirarla, sabía por lo que se debía estar riendo.
—¿Dónde demonios está mi mamá?—buscamos por todas partes y no la encontramos, los únicos lugares que faltaban por verificar eran los cuartos, así que nos dirigimos a ellos sin pensarlo dos veces. Entré al cuarto de Emily y mío, pero no estaban. El último que quedaba era el cuarto vacío, así que me dirigí a el y escuché un extraño ruido que me hizo abrir la puerta sin tocar. Con la escena que me encontré, hizo que la rabia se me subiera a la cabeza. El papá de Emily estaba encima de mi madre y parte de su blusa había sido desgarrada. Él se encontraba lamiendo su cuello, aún habiendo notado nuestra presencia.
—Hijo...— mi mamá llevó sus manos a los hombros de Caden para empujarlo y fue cuando él miró hacia donde nosotros.
—Oh— suspiró desanimado—, mi preciado hijastro ha interrumpido la diversión— lamió sus labios y esbozó una sonrisa igual de burlona que Emily.