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Chapter 98 - 43: Voy a matarte

Caden

Ella se levantó de la silla asustada y tuve que reaccionar antes de que intentara irse. 

—No se preocupe por eso, supongo que es una discusión de pareja, nada grave. ¿Por qué no se queda mientras ellos regresan? Quiero decir, así estará más tranquila y se asegura de que ellos regresen sanos y salvos a la casa. 

—Sí, me preocupa mucho la actitud que está teniendo mi hijo. Él nunca se ha portado de esa forma y temo que le esté ocurriendo algo malo. 

—Como padre uno se preocupa, pero hay que entender también que están adultos y es una diferencia de pareja, por lo que entre ellos buscarán una manera de arreglar la situación. 

—¿Tiene hijos?

Pensé en lo que dijo Emily y sonreí. 

—Sí, tengo una hija. Créame que la comprendo. ¿Qué le parece si le sirvo otro plato y come? Luego me encargo de limpiar esto, ¿Le parece?— sonreí. 

—Claro, gracias— sonrió. 

Se veía más relajada y pude calmarme. No sé qué está pasando con Emily y ese muchacho, pero no me agrada la idea de haberlos dejado solos. 

Emily

Él no será capaz de hacerme nada. Es tan idiota que estoy segura que dudará y ahí será el momento de atacarlo. 

—¿Por qué no arreglamos nuestras diferencias de una mejor manera, Kevin?

—Tengo una muy buena, pero eres tan perra que lo más probable lo veas como un juego de esos perversos que te gustan— me tiró un navajazo a la mejilla, y retrocedí. 

—¿Cómo te atreves a dañarme la cara? — me abalancé sobre él, y ambos forcejeamos para evitar cortarnos. 

—¿Desde cuándo te importa tanto? Me pides que te muerda y te golpeé durante el sexo, ¿Y ahora por una simple cortada vas a armar un escándalo? Tienes problemas muy graves— me empujó, haciéndome caer al suelo—. Deberías admitir tu derrota, maldita loca— se subió sobre mí tratando de apuñarlarme en la cara, pero traté de sujetar sus manos para evitarlo. 

El filo del cuchillo estaba a centímetros de mi ojo. El muy infeliz tenía mucha fuerza, pero jamás voy a permitir que alguien tan débil pueda conmigo. Con mi cuchillo traté de enterrarlo en su muñeca, y fue la mejor manera de sacarlo de encima de mi.

—Tú eres el menos indicado para decir eso, maldito demente— logré levantarme del suelo, y lo señalé con el cuchillo—. Eres tú quien debería aceptar la derrota, cobarde— alcé el cuchillo para tirarme sobre él, pero me dio una patada haciéndome flaquear. 

El cuchillo casi se me cae y, por tratar de evitarlo, fue cuando me dio una segunda patada y me caí. 

—¡Me tienes harta ya!— grité molesta.

Kevin se levantó del suelo y, antes de que pudiera levantarme, me dio una patada en la mano, haciendo que el cuchillo cayera a otra parte. 

—No parece que estés tan harta, más bien me parece que eres una buena para nada. Siempre lo he dicho; sin un cuchillo no eres nadie— alzó el cuchillo y me salí de su vista, rodando a otra esquina para poder tener la oportunidad de levantarme. 

—¿Te crees valiente por tener un cuchillo? ¿Y por qué no me has hecho nada todavía, cobarde? — lo reté.

Corrió hacia mí y retrocedí, tratando de evitar que me apuñalara directamente. Traté de doblar su brazo y como no logré hacerlo, le di un patada en los testículos. Kevin retrocedió y soltó el cuchillo, para poder agarrarse el paquete. 

—¿Herí una parte sensible?— reí. 

—¡Voy a matarte por esto!

—Ya veremos— cogí su cuchillo del suelo y lo señalé—. ¿Algunas palabras de despedida?

Retomó su postura aún con la mano en el paquete. Me miró mal y su respiración estaba agitada. 

—¿No dirás nada? Bien— coloqué el cuchillo recto, quería hacerle creer que lo haría así, para luego sorprenderlo.

Me acerqué por su costado y, aunque hice una maniobra para poder apuñalarlo, no contaba con que me daría un codazo justo en el mismo pecho. Fue tan fuerte que sentí que me faltó el aire. Caí de rodillas, tratando de buscar el aire. Me descuidé demasiado. No debí darle tiempo.

—No soy el único que tiene partes sensibles, ¿Sabías? — se arrodilló delante de mí y traté de cortarlo, pero me sujetó la mano —. Que patética luces, mi querida y preciada, Emily. Siempre disfrutas haciéndome daño y eso de hace un momento no sé si pueda perdonarlo algún día. Fue un golpe muy bajo y doloroso, creo que es momento de que lo experimentes por tu cuenta— me torció un poco la muñeca y le di un puño en la cara con la otra mano, pero no fue con tanta fuerza.

—Te odio— lo empujé y me solté de su agarre, tratando de arrastrarme, pero me haló por la pierna hacia él. 

—Yo también lo hago, maldita.

Alcé el cuchillo y le corté un poco el hombro, su camisa no tardó en mancharse y reí. 

—¿Quién es el patético ahora?— lo alcé por segunda vez, pero me agarró el cuello con tanta fuerza, que tuve que acelerar la maniobra para poder cortarlo otra vez en el mismo lugar. 

Su mano ejercía tanta fuerza, que debía hacer algo para soltarme de su agarre. Solté el cuchillo para poder forcejear con mis dos manos, ya que la segunda él la aferró a mi cuello también. Trataba de buscar el aire y hacía fuerza en sus muñecas para soltarme, pero Kevin no cedía. 

—Me has jodido la vida, Emily; ahora me toca hacerlo a mi. Te lo dije una vez; yo te amo y no hay forma de que permita que me dejes y, de eso suceder, prefiero que no existas.

Al no encontrar otra forma, lo arañé un poco más abajo del ojo, lo que lo hizo soltarme. Aprovechando ese descuido, me subí sobre él mientras buscaba el aire y coloqué mis manos alrededor de su cuello. 

—El único que no debió existir nunca eres tú, idiota. ¿No te das cuenta? 

Kevin rio, y me sujetó las manos. 

—¿Y por qué demonios no estás ejerciendo más fuerza? ¿Acaso estás dudando, Emily? 

—Eres un imbécil— solté su cuello, y le di un puño en la cara—. Deja de actuar como si fueras la gran cosa, maldito egocéntrico de mierda— le di otro puño en la cara y Kevin volvió a reír más fuerte. 

—¿No es así como te gusta, Emily? Te excita pegarme y que te peguen. Debes estar ahora mismo húmeda, ¿Cierto? Eres tan depravada y perra, que estás disfrutando de esto— me empujó a un lado y el cuchillo quedó justo al lado nuestro; ambos lo miramos a la vez y al cruzar mirada nosotros, tratamos de cogerlo a la vez, pero el muy idiota con tal de que yo no pudiera cogerlo, lo empujó más lejos. 

—¡Eres un idiota! — ambos nos arrastramos para tratar de alcanzarlo y, cuando creí que lo iba a poder coger, Kevin me haló por la pierna hacia él. 

Le traté de dar varios golpes con la pierna, pero él se tapó. 

—Que maldita persistente eres— me haló de nuevo, pero esta vez fue más fuerte que la anterior—. ¿Qué harás ahora? ¿Darme otra patada?

—Sí— le traté de dar varias patadas, pero se acomodó entre mis piernas, sujetando mis dos brazos.

—Te atrapé de nuevo, pequeña — me encaró—. Creí que tratarías de morderme, ¿No es eso lo que siempre haces?— me soltó una mano para sujetar mí mentón y busqué llevar mi mano a su mejilla, pero él giró su cara. 

—¿Miedo a que te saque los ojos? — sonreí, antes de darle un puño con todas mis fuerzas en la cara.

Kevin se sujetó la mejilla y se tiró al lado mío. Se le veía más roja está vez. No perdí el tiempo y me subí sobre él. 

—Me cansé de jugar, ya fue suficiente— se me quedó viendo, y suspiré. 

Pude percibir su erección por debajo de mi. 

—Alguien que creí dormido se ha despertado, y luego la depravada soy yo— lo encaré, y lamí el área donde le había proporcionado la primera cortada en la mejilla—. Sabes delicioso— lamí mis labios. 

—No trates de provocarme, porque si lo haces— hizo una pausa—, no podré aguantarme y voy a joderte.

—¿Y qué esperas? 

Me agarró el cuello, haciéndome encararlo. 

—Eres una masoquista, pero te daré lo que buscas por maldita— ambos reímos ruidosamente y con malicia.