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Chapter 97 - 42: Trapos sucios

Me agarró la mano y llevé el cuchillo a mi ropa. Mi padre al ver su actitud, se levantó de la silla. 

—Venimos enseguida— miré a mi papá, y bajé la cabeza. 

Kevin buscó las llaves y me hizo caminar con él al auto. Su mano ejercía mucha fuerza en la mía. Me subí al auto y él manejó hasta llegar a la fábrica. No hablamos por todo el camino, él solo se bajó y caminó dentro. Lo seguí intrigada con saber qué haría ahora. Su expresión lucía muy seria y se detuvo en medio de la habitación que hay en el primer piso. 

—¿Cuánto más tengo que soportar, Emily? — se giró hacia mí, y me miró molesto.

—Todo lo que yo decida. 

—Has ido muy lejos está vez. ¿Qué demonios planeabas? ¿Querías que mi madre comiera de la misma mierda que tú comes? ¿Qué es lo que pasa por tu cabeza? 

—No insultes la comida, me tomó mucho tiempo prepararla. 

—Más tiempo me tomó a mi cortarla para ti. Si esos son tus patéticos gustos, hazlo para ti, pero a mí madre no la metas en esto porque no respondo. ¿Crees que no entendí la amenaza que hiciste en la mesa? Si quieres deshacerte de mí, aquí me tienes, pero espero estés consciente que no te lo dejaré fácil. Estoy cansado de tus malos tratos, de tus humillaciones, de tus mandatos, de tus amenazas. Te amo, Emily, más que a mi propia vida, pero esto es más de lo que puedo soportar. Para ti nada de lo que hago es suficiente. Siempre me menosprecias en todos los aspectos, me humillas delante de todos. ¿Alguna vez te ha importado realmente lo que yo sienta? — alzó la voz.

—Me agrada poder tener la oportunidad de hablar sobre el tema. Por supuesto que nada de lo que haces es suficiente. No sabes hacer nada bien, en todo debo asistirte, ayudarte o explicarte; porque eres tan idiota que no puedes hacer nada por tu cuenta. Eres tú el que se empeña en seguir soportando las amenazas, las humillaciones, los mandatos y toda esa basura que mencionaste, porque puedes simplemente dejar de respirar y así dejas de sufrir tanto, ¿No lo crees? — sonreí—. Desde un principio te lo dije; yo solo te veo como un juguete, una herramienta que puedo usar cada vez que se me plazca, porque era para lo único que servías o eso pensé. Ahora compruebo que sólo eres un cobarde inservible, que no soporto tener a mi lado. Nunca me ha importado nada que tenga que ver contigo, solo me produces lástima y vergüenza. Somos muy incompatibles, Kevin. Eres muy iluso si creíste que alguna vez te vi como algo más. 

—Claro, porque para ti el más compatible era el Oneil, ¿No?

—A los muertos no se mencionan. 

—Considero que es un buen momento. ¿Ese es el tipo de hombre que te gusta? No, creo que me equivoqué. Vi mejor compatibilidad entre tú y el oficial. 

—Cuidado con lo que dices, no vaya a ser que te quedes sin lengua. 

—¿No que eras tan guapa y sincera? ¿Qué hay de malo en admitir que tu hombre ideal es el mismo que mató a tu mamita, el mismo que tanto te llenabas la boca diciendo que querías destruirlo? Tu papito se molestaría mucho, ¿Cierto? — sonrió. 

—No te atrevas a mencionarlo delante de mí. 

—No te gusta que se metan con tu padre, pero tú vas metiéndote con mi mamá cada vez que se te da la gana y, eso no te lo voy a pasar por alto. ¿Verdad que molesta? 

—Todo este berrinche es por sentirte utilizado y rechazado. ¿Por qué te molesta tanto ser rechazado? ¿Por qué no aceptas de una vez que fracasaste de nuevo? Debí matarte cuando pude, me hubiera ahorrado mucho. 

—Es una lastima para ti, porque mientras siga respirando, te haré la vida imposible, así como me la has hecho a mi. Vas a experimentar el mismo infierno que me has hecho pasar, Emily. 

—Me interesa saber cómo lo harás, cobarde— caminé lentamente alrededor de la habitación—. ¿Realmente crees que alguna vez has conocido el infierno? Este lugar es uno de ellos, es donde han muerto varias personas; personas que tú cortaste en picadillos e incluso mataste, deben estar molestos contigo de que hayas vuelto aquí y buscarán la forma de arrastrarte con ellos; ¿Y quién crees que te enviará derechito y sin parada? — corrí hacia él con el cuchillo recto y, a pesar de que se movió un poco, le hice un pequeño corte en la mejilla.  

Se mantuvo serio y tocó la cortada.

—¿Quieres jugar sucio, querida Emily? Jugaré sucio también— sacó un cuchillo de su pantalón, y lo reconocí de inmediato.

—¿Así que venías preparado?— sonreí. 

—¿Creíste que no vendría preparado? Ya conozco lo tramposa y perra que es mi mujer, como para cometer el error dos veces. Esta vez quien se irá al infierno a hacerle compañía a todos sus muertos, eres tú, perra.