Kevin
Jamás la había visto tan excitada; era como si se hubiera convertido en otra persona. Su mirada enigmática y perversa a la vez; más esa sonrisa malvada que esboza, cada vez que me ve; son algunas, de las tantas cosas, que amo de ella.
Juzgando de que aún tenía el pantalón, supuse que no debía haber pasado nada entre ese maldito oficial y ella. Bueno, nada más allá de lo que presencié. Debería estar molesto, pero cuando me da esa mirada y me ordena; es como si la molestia desapareciera. Ella es distinta a como la imaginaba antes, pero ahora que he conocido parte de ella, no puedo evitar desearla. Aún en una situación peligrosa como esta, deseo experimentar y dejarme llevar por esto que siento. Quería ver hasta dónde llegaría, si hago lo que pide.
La senté en el sofá, y quité su pantalón, junto a la ropa interior. Solo con eso, escuchaba sus intensos jadeos, y sentía sus temblores. Subí sus manos esposadas por arriba de su cabeza, y las presioné contra el sofá por el mismo centro de ellas. Con mi mano libre, alcé su pierna para acomodarme entre ella.
Su rostro estaba irreconocible, y era algo que me hacía sentir caliente. Verla debajo de mi, en esta posición donde podía apreciar todo de ella, hacía que una misteriosa y poderosa energía, recorriera todo mi cuerpo.
«Quería destruirla, pero es su culpa, nadie la manda a ser tan irresistible y depravada»
—Llora para mí, Emily—reí.
Caden
—¿Realmente estás considerando hacer esto, Caden?
—Sí, son los planes de mi hija y me parecen una buena idea. ¿Tienes algún problema con eso, doctora?
—Tú querías cambiar. Dijiste que dejarías de hacer estas atrocidades.
—Que irritante se ha vuelto escucharla. A mí me pareció escuchar que haría lo que fuera por mí, pero por lo que veo, lo soñé— quise caminar, y me agarró el brazo.
—No te vayas, Caden. No he dicho que no lo haré, es solo que, me parece algo arriesgado.
—¿Arriesgado? Mi hija sabe lo que hace, y confío plenamente en ella.
—¿Por qué haces todo esto? Quiero que me digas la verdad; ¿Aún tu… amas a esa tal Suzy?
—Mi hermosa doctora se ha vuelto muy curiosa— acaricié su mejilla—. No deberías hacer una pregunta que, la respuesta, termine siendo un dolor de cabeza para ti. Alístate, linda.
Emily
—Llegué a una conclusión; usarás su uniforme.
—¿Qué?
—Sí, esa patrulla puede servirnos de mucho. No olvides que aún faltan más integrantes para nuestro juego.
—¿Quiénes más están en esa lista?
—Es un secreto— sonreí—. Por lo pronto, quiero que vistas ese uniforme. El oficial no lo necesitará; además de que está en un profundo sueño. Por suerte, no le diste muy duro, pero casi lo matas y echas a perder mis planes. La doctora lo evaluará cuando lo llevemos a la fábrica.
—Perdóname por haber venido y no hacerte caso, pero tenía miedo; miedo de que ese tipo te hiciera algo.
—Es la primera vez que voy a agradecerte por haber ignorado mis órdenes. Vale la pena este agradecimiento, luego de semejante premio— acaricié su torso—. ¿No lo crees?
—¿No te lastimé mucho? — reí ante su ridícula pregunta—. Yo no quería causarte dolor, Emily.
—El dolor es lo que un ser humano debe desear, pero todos quieren huir de el. El dolor es una, de las tantas formas que existen, para sentirte vivo; y yo me siento más viva que nunca. Hay que darnos prisa. La noche será larga y emocionante.
Kevin se puso el uniforme del oficial, y me le quedé viendo.
—No te ves nada mal— lamí mis labios, al tener todos esos recuerdos de lo que había ocurrido tiempo antes.
¿Cómo no se me ocurrió hacerlo vestir así antes?
No imaginé que Kevin podría ser tan interesante. Asume cualquier papel, y le queda divino. Solo recordar todo lo que me hizo, hace que mi cuerpo se estremezca. Esa brusquedad, picardía y malicia, es la combinación perfecta para querer hacerlo mío; solo mío.
Subimos al oficial a la patrulla. Al ser un lugar solitario y poco transitado, no hubo dificultad alguna.
Nos encaminamos a la fábrica, que era el lugar donde había planificado hacer todo. Mi padre y la doctora estaban esperándonos afuera.
«Pienso deshacerme de ese estorbo esta noche»