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Chapter 79 - 24: Una oportunidad

Esa mirada tan penetrante y, esos aires de superioridad, me tenían a punto de perder el control. Tenía que guardar la calma, así que sonreí, tratando de no mostrar la rabia que por dentro me estaba consumiendo.

—Disculpe las molestias. Soy el Oficial Dean Ross— me enseñó su placa—; he venido por un caso que estoy investigando. ¿Tiene un momento para responder unas preguntas, señorita?

Es imposible que haya dado conmigo por el caso de Amy. Yo no dejé ninguna evidencia que me implicara; además de que, dijeron que había sido un suicidio.

—Por supuesto, adelante— me salí del medio, y dejé que entrara.

Acaba de meterse en la cueva del lobo, y no hay forma de que desaproveche esta oportunidad que me ha dado la vida. Cerré la puerta, y sonreí.

—Puede tomar asiento, Sr. Oficial.

—Gracias— se sentó, y miró los alrededores.

Me senté en el sofá frente a él, y crucé mis piernas.

—Primero que todo, ¿Cuál es su nombre?

—Emily Mayer— sonreí.

—¿Emily?

—¿Hay algún problema con mi nombre, Sr. oficial?

—No, es solo que ese nombre me trajo muchos recuerdos. Le pido disculpas.

Ya imagino que recuerdos, hijo de puta.

—Como le dije al llegar; estoy investigando sobre un caso de los antiguos residentes de esta casa. ¿Cuánto tiempo lleva viviendo aquí?

—Una semana con unos días.

—¿Con quién vive?

—Mi novio.

—¿Y dónde está su novio?

—En la casa de su mamá, pero ¿Qué tiene que ver eso con el caso del que habla, Sr. Oficial?

—Verá, no sé si está enterada de lo que sucedió en esta casa hace aproximadamente 7 años.

—Sí, algo he escuchado.

—No quiero alarmarla o asustarla, pero el antiguo dueño está siendo buscando por la policía, luego de haberse escapado de la Correccional psiquiátrica hace dos días, y me temo que podría aparecer por aquí. Es una persona muy peligrosa, y no está en sus facultades mentales, por lo cual opino que, debería desalojar la casa o quizás irse a vivir a otro lugar temporalmente. Todo esto se lo digo por su seguridad.

—Cuando dice antiguo dueño, ¿A quién se refiere? ¿Cuál es el nombre de la persona?

—Caden Ramsey.

—¿Qué?

¿Mi papá está vivo? Pero si yo presencié su muerte. ¿Cómo es eso posible?

—¿Se encuentra bien, señorita?

—¿Cómo es eso posible? Lo que me contaron fue que esa familia murió aquí.

—No, señorita. Ese paciente estuvo recluido hasta hace dos días en la Correccional psiquiátrica. Es por eso que le pido que por su seguridad, salga de este lugar.

—No puedo irme de este lugar, no tenemos a dónde ir.

—Yo puedo pedirle a mis colegas que vigilen los alrededores de la casa, pero para eso necesito de su aprobación. Estoy casi seguro de que ese criminal puede aparecer por aquí.

¿Cómo se atreve a llamar a mi padre así? Mirándolo bien, esos ojos se verían apetitosos adornando un platillo.

—¿Quiere un café, Sr. Oficial?

—No se moleste, Señorita.

—No es una molestia para mí. Debo agradecerle de alguna manera por haberme avisado de ese peligro— sonreí, y caminé a la cocina.

Solo debo triturar esa pastilla y dársela. Luego lo tendré a mi entera disposición. Al triturar una pastilla, no me fue suficiente y añadí una segunda.

—No puedo esperar para probarlo — lamí mis labios, y mezclé la pastilla con el café—. Lo mataré, lo mataré, lo mataré— murmuré.

Agarré el cuchillo y lo llevé a mi espalda, mientras le entregaba la taza de café.

—Espero le guste.

—Gracias, Srta. Mayer— iba a darse un sorbo, cuando su radio sonó y se levantó del sofá poniendo el café encima de la mesa de la sala—. Discúlpeme un momento, por favor.

—Claro, Sr. oficial.

Se acercó a la ventana que da para la sala y habló por el radio. Al verlo de espalda, me acerqué sigilosamente y alcé el cuchillo, pero por desgracia, se giró y tuve que llevarlo a mi espalda de nuevo. Sonreí, y él sonrió de vuelta.

—¿Se encuentra bien, Srta. Mayer?

—Por supuesto.

—Ya me tengo que retirar, pero aquí le dejo mi información. No dude en llamarme si ve algo extraño. Pediré permiso para que vigilen la casa. Tenga mucho cuidado, por favor— me dio su tarjeta, y la sujeté sonriendo.

—Es muy amable. ¿No se tomará el café antes de irse? — insistí tratando de no levantar sospechas.

Sonrió, y lo fuimos a coger a la misma vez de la mesa, lo que hizo que cayera al suelo. Maldije una y otra vez mi mala suerte. Estábamos tan cerca, que nos quedamos mirando, cuando la puerta de la entrada se abrió. Kevin entró, y se nos quedó viendo.

—Emily.  

El oficial retomó su postura.

—Siento mucho el desastre. Ya me tengo que retirar. Cualquier información, no dude en comunicarse conmigo. Que tengan una linda tarde— bajó la cabeza, y salió de la casa.

Tiré el cuchillo al suelo molesta, y apreté mis puños.

—¡Maldición! ¿Por qué interrumpes en el mejor momento, idiota? ¡Por tú culpa acaba de irse!

—¿Qué sucede, Emily? ¿Por qué estás tan molesta? ¿Y qué hacías con ese cuchillo?

¡Yo debo matarlo!

—Sí, solo eres un maldito estorbo— sujeté mi cabeza por el dolor que sentía, y enterré mis uñas en ella—. Mi papá, ¿Dónde está mi papá?

—Emily, ¿Qué te sucede? — trató de acercarse, y lo empujé.

—¡Si me tocas, te mato!— Mátalo, ¿Qué esperas?—. Sí, eso debí haber hecho hace mucho tiempo— sólo es un estorbo que no debe existir—. Sí, eso es— sacudí mi cabeza, y retrocedí—. No, no lo es.

—¿Qué te ocurre, Emily?

Mátalo, Mátalo, Mátalo.

—Vete de aquí— retrocedí, hasta tropezar con el sofá.  

—No puedo irme y dejarte así.

—¡Que te largues, Kevin!

—No me iré. Puedes insultarme y menospreciarme todo lo que quieras, pero no te dejaré sola. Me sentaré aquí el suelo, no hablaré, ni siquiera te miraré; cuando te sientas mejor hablaremos, pero mientras tanto, no me pidas que te abandone porque no puedo hacerlo.