Todas los meses eran así, nos acostumbramos a matar para poder alimentarnos. Íbamos por la calle escogiendo a quién sería nuestra próxima carne servida en la mesa. Hace dos semanas nos enteramos de una hermosa noticia, Noah está embarazada. ¡Está esperando a mi bebé! Nunca había sentido una emoción tan grande como la de ese día. La he cuidado desde entonces y ahora soy yo quien hace el trabajo. No me gusta que haga fuerzas innecesarias, ni quiero que se desarregle. Quiero darle lo mejor a ambos, por eso decidí que iría a buscar un trabajo. Al ser menor de edad, mayormente me restan importancia. Son muy pocos los trabajos dignos que podía conseguir y en ninguno me daban la oportunidad. Ya nos estábamos quedando sin dinero y tenía que buscar una solución a ese problema. Las personas que últimamente escogíamos no tenían mucho dinero encima, me he visto en la obligación de salir a la calle a pedir dinero o simplemente robar. He tenido que correr de muchas personas y ocultar mi rostro la mayoría de las veces que salgo. Noah no sabe nada de eso y si le cuento se preocuparía, pero no puedo dejar que ella y mi bebé se vean afectados, ellos se merecen lo mejor y lo mejor les daré. Por otra parte, Noah dejó la escuela, ninguno de los dos asistimos, de igual manera nadie me quiere ahí.
—Mañana es tu cumpleaños y quiero que lo celebremos hoy — me dijo Noah al entrar a nuestro cuarto.
—¿Qué te gustaría hacer, princesa?
—Quiero que salgamos al cine. ¿Te gustaría?
—Claro, linda, podemos ir ahora.
—¿Por qué no nos bañamos juntos primero?
—¿Sabes lo que significa pedirme eso?
—Lo haremos cuando regresemos, mi amor, tendremos toda la noche para nosotros.
—Tienes razón, princesa.
Entramos al baño juntos, pero era difícil poder controlarme cuando la veo desnuda. La veía mientras se bañaba y verla tocarse, era sumamente excitante. Me acerqué a su cuello y lo besé.
—Te quiero hacer mía ahora, Noah.
—Tenemos que salir del baño, Caden.
—Quedémonos un rato más.
—Cuando regresemos podemos hacerlo y sin prisa, mi amor.
—Esta bien, cielo.
Al terminar, nos vestimos para salir. Estaba algo incómodo, pero era por temor de que alguien me reconociera. Fuimos al cine y le compré unas palomitas para irnos a la sala. Vimos una película de terror, Noah estaba muy feliz y al verla así me hacía sentir bien. Puse mi brazo detrás de su cuello para acercarla a mi y ella se acomodó, recostando su cabeza en mi pecho. Su dulce perfume siempre me endulza la vida. Acaricié su cabeza, mientras veíamos la película; su pelo era muy suave y siempre huele bien. Al salir del cine, fuimos a dar una vuelta por el parque y nos mantuvimos agarrados de la mano.
—¿Vienes conmigo?— preguntó repentinamente.
—¿No le hará daño al bebé?
—Es solo un columpio.
—En realidad nunca me había subido a uno.
—Esta será tu primera vez — sonrió con esa misma sonrisa dulce que la caracteriza. Mi corazón no deja de latir apresuradamente cuando la veo. Amo su sonrisa.
Estuvimos en los columpios por un rato, era divertido verla disfrutar y reír, creo que no puedo ser más feliz que ahora. Quisiera casarme con ella, pero aún somos menores de la edad; aunque algún día lo haremos, tenemos una vida por delante. Regresamos a la casa y, no hicimos más que entrar y Noah me acorraló a la pared.
—¿Ahora sí?— me besó, y acercó su cuerpo al mío, por lo que la agarré por la cintura y la besé de vuelta. Amo esa lengua que juega con la mía de esa forma y esos labios suaves que acarician los míos—. Te tengo una sorpresa, Caden— caminó a la cocina y regresó con un cuchillo.
—¿Qué haces con eso, princesa?
—Tuvimos una visita inesperada hace poco y quería que tuvieras el placer de atenderlo —comenzó a tararear y a dar pequeños brincos, hasta llegar a la puerta del sótano.
—¿Y quién es, linda? — la seguí, y ella abrió la puerta del sótano entre risas.
—Ya verás — encendió las luces y bajó las escaleras.
—Con cuidado, princesa— al bajar me encontré con Joseph, estaba cubierto de sangre y amarrado con las manos hacia al frente.
—Vaya, pero que exquisita sorpresa, mi reina. ¿Qué hacía este por aquí?
—Lo encontré mirando por la ventana de nuestra propia casa. Me pregunto ¿qué andaba buscando por estos lares?— preguntó Noah, y me acerqué a él, halándolo por el pelo y obligándolo a mirarme.
—¿Qué hacías por aquí? Mi mujer te ha preguntado algo— Joseph trató de escupirme y lo solté.
—¡Son unos asesinos! ¡Sé que fueron ustedes quienes desaparecieron a mi novia Valerie!
—¿Tu novia?— pregunté sorprendido.
—Ella venía para acá y luego no regresó.
—Lo siento, es que no suelo llamar a mi comida por un nombre — comentó Noah entre risas.
—¿De qué habla esta perra?— escuchar que le dijo perra a mi Noah, me hizo hervir la sangre, al limite de darle un rodillazo en la cara. Al ver que se cayó hacia atrás, reí escandalosamente.
—¡A ella la respetas, idiota!
—Yo sabía que eras raro, pero no tanto — se sentó de vuelta —. Con esto confirman que fueron ustedes. ¿Qué le hicieron a ella?
—Lo único que recuerdo de ella era su rico sabor — Noah sonrió y se acercó a Joseph —. Tu también vas a estar en mi barriguita y vas a pasar lo mismo que ella. ¿No estás feliz? — no sé en qué momento o cómo ocurrió, pero Joseph sacó una cuchilla.
—¡Asesinos!— vi como la cuchilla la enterró en el vientre de Noah. Todo pasó tan rápido, que no tuve tiempo de evitarlo. Jamás pensé que en un abrir y cerrar de ojos, podía perderlo todo.