Dos semanas. Han pasado dos semanas desde el ataque y la gente estaba empezando a superarlo. Gracias a Dios, ser observada y reconocida por todo el mundo no era una de mis cosas favoritas. Las noticias vuelan rápido. Cuando llegué a casa, no habían pasado ni diez minutos cuando vecinos y amigos estaban en nuestra puerta exigiendo ver a la víctima. Pero sabía que lo que querían más que nada era conocer la historia. Ya perdí la cuenta de cuantas veces la conté.
Dentro de dos días volvía al trabajo y no había nada que deseara más. Mi madre estaba como loca, todo el rato sobre mi. Al principio se rehusó firmemente a dejarme volver, pero le dije que lo necesitaba. Porque quedarme en casa todos los días estaba empezando a pasarme factura. Escuchaba voces en idiomas extraños, veía luces extrañas y sentía como si algo dentro de mi estuviera creciendo. Lo llamé estrés postraumático. Y las pesadillas sobre Caleb se sentían cada vez más reales. No le dije nada a nadie.
Esta noche había quedado para cenar con unos cuantos amigos, necesitaba esto. Despejarme y reírme un poco con los idiotas de Romeo y Hunter, la mordaz Sienna y la inocente Ruth. Siempre habíamos sido los 6. Todo se hizo más difícil cuando Noelia se esfumó. Seguíamos en contacto, pero cada uno busco la forma de sanar su dolor y eso nos separo en cierto modo. Por un tiempo al menos.
Hunter iba a pasar por mi en 30 minutos. Ya estaba lista con unos sencillos jeans y una blusa bonita y la chaqueta de cuero negra. Me había puesto unos botines con un poco de tacón. Empezaba el otoño y el clima se estaba volviendo frío. Hunter y yo tuvimos algo hace 3 meses. No una relación, pero compartimos la cama. Perder mi virginidad a los 19 con unos de mis mejores amigos en una noche de copas no era algo de lo que me arrepiento. Fue amable y cariñoso. Después de eso, seguimos siendo igual de unidos que antes. Decidí que mis sentimientos no eran más que amistad. Y sé que el siente de la misma manera.
Escucho el motor de su coche y luego un pito. Me despido de mis padres que me gritan un "ten mucho cuidado, por favor". Mientras camino por la entrada pienso en lo bien que ha quedado mi pierna. Esta completamente curada y no me molesta en ningún sentido. Cuando me quite la venda hace dos días atrás casi me da un infarto, al ver que solo quedaba las cicatrices de unos dientes. Un recordatorio de mi casi muerte.
Entró al coche y sin pensarlo dos veces me lanzó sobre Hunter y lo abrazo con toda la fuerza que tengo. Me emociona tanto verlo.
-Joder, pero que fuerza tienes ¿Has estado tomando algo que no debas tomar, Noah? - me sonríe y golpeó su brazo juguetonamente. Luce igual que siempre. Con su cabello castaño despeinado, sus amables ojos grises y su encantadora sonrisa de niño.
-Estoy tan emocionada por verlos a todos. Los he extraño como loca.- admito.
- Y nosotros a ti. Sobre todo después del accidente.- frunce el ceño, pero rápidamente la cambia por una dulce sonrisa-¿Cómo lo están llevando tus padres?
-Bueno, ya sabes. Mi madre está sobre mi todo el tiempo. Pero mi padre ya está más relajado.
_No me quiero imaginar lo agobiante que debe ser.
-Mucho.- le confirmó - Estoy cansada de estar en casa. Muero por volver al trabajo.
-¿Y la universidad?- Hunter aparta la vista de la carretera, para mirarme. Realmente mirarme y se a lo que quiere llegar.
-Eso puede esperar. Tengo que ayudar a mis padres.-me encojo de hombres y trato de restarle importancia.
-Noah, tienes 19 años. Debería empezar a pensar en tu futuro. Toda tu vida nos has dicho lo mucho que amarías estudiar Bellas Artes. Deberías empezar a plantearte eso.- Hunter tenía razón. Mucha y es por eso que no dije nada. Desde que mi hermana desapareció. Mis padres se sumergieron en una nube de dolor y depresión. Los entendía porque yo me sentía igual. Pero Papá gasto todos los ahorros, incluso los de mi universidad para poder investigar y contratar detectives privados, que le dieran algo de información sobre Noelia. Eventualmente Papá dejó de ir a trabajar. Se pasa la mayor parte del día en el sótano. Ni Mamá sabe lo que hace ahí. Joseph Arthur ya no era la misma persona. Mamá seguía trabajando desde casa. No ganaba lo mismo que antes, pero me ayudaba a pagar las facturas y comida.
Cuando Hunter se dio cuenta que no iba a contestar, cambio de tema. Me contó que Romeo estaba conociendo una chica. Que ya tenía dos semanas con ella. Y me sorprendí porque a Romeo le suelen durar una.
Llegamos al restaurante. Miracle City tenía muy buenos restaurante y Matt's Bar era uno de los mejores. Además que el dueño, Matthew, nos había visto crecer. El lugar sigue igual que siempre. Paredes en blanco y negro. Y mesas rojas a juego con sus sillas. Se sentía como un segundo hogar.
Lo primero en lo que me fijo es la gente mirando a nuestra dirección. A mi. Aún no me acostumbraba a toda la atención.
Y no me acostumbraría, porque no me gusta.
-Por aquí.- Hunter me lleva a nuestra mesa. Aún no han llegado los demás y me alegro. Un extraño peso en el estómago me incomoda. De repente me siento rodeada.
-No tardarán. Romeo me envió un mensaje.-me dice. Le sonrió y él abre la boca para decir algo, pero la vuelve a cerrar. Espero un momento, pero no dice nada.
-Voy al baño, ahora regreso.- antes que responda me levanto y voy al baño.
Al entrar al baño, ya estoy sudando. El peso en mi estómago se ha hecho más intenso. Mis manos están heladas y mis vista se nubla a los alrededores ¿Qué me está pasando? Escucho a alguien acercarse y me meto en unos de los cubículos de baño. Intento controlarme, pero algo en mi falla.
Escucho a la persona entrar y entonces puedo oír, saborear y sentir todo. Puedo escuchar el latido de su corazón. Puedo sentir la sangre corriendo por sus arterias. Puedo incluso saborear el sabor metálico de su sangre. Siento su piel raspando contra las toallas de papel.
Tengo que salir de aquí. La cicatriz en mi muslo pica. Mis manos tiemblan por tomar algo, pero mi mente se resiste. Mi garganta se siente seca y mi estómago ruge como si no hubiera comido en días.
Un instinto salvaje y animal me hace querer rendirme al placer de atacar, desgarrar y devorar.
¿A qué? Me sigo resistiendo a el pensamiento que no deja de aparecer en mi cabeza. El pensamiento de quitarle el alma junto a su carne a la persona afuera de este cubículo de baño.
Escucho a la persona salir del baño y inmediatamente me dispongo a salir de aquí. Tomo la manija de la puerta, un grito se atasca en mi garganta. Tengo unas garras, una garras que me recuerdan al día que.... Oh Dios mío. Negras, gruesas y asesinas.
Esto no puede estar pasando. Probablemente estoy soñando. Pero no se siente como un sueño, se siente real.
Cierro fuertemente mis ojos y los vuelvo a abrir y todo se ha ido. El malestar, las ansias de dañar. Mi corazón deja de latir rápido. Mis vista se aclara. Como si me acabara de despertar de una pesadilla. Gotas de sudor aún corren por mis cienes.
Rápidamente me lavo la cara. Tomo varias respiraciones antes de salir. Mi cabeza no deja de correr al lugar donde todo empezó. A Caleb, a mis salvadores. Necesito saber que esta pasando conmigo, necesito saber si me estoy volviendo loca.
Los demás ya están en la mesa. Romeo, Ruth y Sienna. Fuerzo una sonrisa en mi cara y me acerco a ellos. Me abrazan en el momento que me ven, con besos en la mejilla y sonrisas reales. El olor que desprenden de sus cuerpos, es como oler el más dulce de los manjares. Obligó a mi cuerpo a retroceder. Me siento a lado de Hunter.
-Noah. Te ves un poco pálida, ¿estas bien? - Ruth me pregunta.
-Si, pareces un poco nerviosa. - Sienna confirma.
Cuando por fin encuentro mi voz después de unos segundos, miento : Si, lo siento. Es la primera vez que salgo después de lo que pasó y me he asustado un poco.
No me gusta mentirles, no a ellos. Pero no les podía decir que talvez estaba empezando a enloquecer.
Me miraron con compasión, pero trataron de ocultarla con un sonrisa. Hunter agarro mi mano y la apretó.
-Noah. No te preocupes por eso. Yo estoy aquí para protegerte.- Romeo toco su pecho e inclina su cabeza.
Hunter puso los ojos en blanco y Sienna sonrió junto a Ruth. Esto es lo que necesitaba.
-Bueno dejamos de abrumarla. Mejor cuéntanos Sienna, ¿desde cuándo has empezando a salir con chicas? - Romeo sonríe perversamente. La miro sorprendía. Siempre supe que Sienna prefería a las chicas, pero nunca me atreví a preguntárselo directamente y no sabía que se había vuelto abierta al respecto.
-Desde que me di cuenta que todos los chicos son como tú.- Le sonríe con falsa dulzura. Una ronda de risas se genera en nuestra mesa.
-Touche.- se queja Romeo. Mientras Ruth empieza a hablar sobre sus nuevos compañeros de la universidad, la camarera se nos acerca.
Toma nuestros pedidos y luego nos trae unos refrescos. Trato de concentrarme en lo que dicen los chicos, pero mi mente está volando otra vez. A lo sucedido en el baño, a lo sucedido con esos extraños y mi intento de asesinato. Fuerzo una sonrisa y intento concentrarme en lo que dicen. No siento que sea justo para ellos.
Después de unos 15 minutos, siento que mi cabeza va a estallar. Mi estómago gruñe hambriento.
Como si la hubiera invocado, la camarera se acerca con nuestros pedidos. Mi hamburguesa y patatas lucen grasientas, justo como me gusta. Deja el plato delante de mi y no puedo evitar darme cuenta de la forma de su muñeca, llena de venas y piel y carne. Parpadeo varios veces y me concentro en mi hamburguesa.
Tomó el primer bocado y es como carne podrida y chiclosa en mi boca. Tomo una servilleta y la escupo rápidamente. Miro a todos los demás y parecen disfrutar de su comida . Tomo el refresco y lo bebo en un solo trago. El refresco sabe a agua del jodido retrete.
-¿Qué tal tus tacos?- Le preguntó a Hunter disimulando mi creciente pánico.
-Geniales ¿quieres probar?- asiento y me pasa su plato. Le doy una pequeña mordida y esta vez retengo las ganas de vomitar. Me fuerzo a tragar los tacos que se sienten como tierra y cartón en mi boca. Miro a Hunter y le sonrió, murmuró que está buenísimo.
No se que diablos esta pasando conmigo, hay algo dentro de mi que me está empezando a asustar. Llamo a la camarera y pido un vaso de agua y ruego a Dios para que este no sepa igual de mal.
-¿Esta todo bien? Solo le has dado un bocado. - Sienna me mira con el ceño fruncido. Esto es raro en mi, no devorarme la hamburguesa de uno de mis restaurantes favoritos.
-Si, es que de repente me siento llena.- Ruth se reí.
-Como si eso fuera posible.- dice y fuerzo una risa. Llega la camarera con el vaso de agua y con más miedo que nunca tomó un sorbo, gracias a Dios, sabe a jodidamente agua.
Me siento extraña en mi propia piel y siento que algo dentro de mi estuviera desgarrándome desde dentro para poder salir.
Algo me dice que debería marcharme antes de algo pueda pasarme o peor a los que están a mi alrededor. Me levanto bruscamente de la silla y todos me miran sorprendidos.
-Lo siento, me tengo que ir. No me estoy sintiendo bien.- cojo mi bolso y pongo un billete sobre la mesa.
-Noah ¿Qué Demonios? ¿Estás bien?- Hunter toma mi muñeca cuando estoy a punto de dejar la mesa. Pero la suelta rápidamente. Se levanta alarmado.
-Estas ardiendo.- su cara de horror es igual que las de los demás.
-Deberíamos llevarla al hospital.- Ruth empieza a levantarse y con ella, los demás.
-Iré a por el coche.- Romeo toma las llaves.
- Yo me ocupo de la cuenta.- Sienna toma su bolso. Mi entorno se llena de ruido. La cabeza me va estallar. Estoy sudando y nunca antes había sentido tanta desesperación por sacarme la ropa.
-¡No!- grito. Todos se callan, mi pecho sube y baja violentamente. -Solo es un resfriado.- fuerzo mi voz a no sonar tan rota.
-Estas roja y sudas como un jodido pollo. Esto es más que un resfriado.- el tono enojado de Hunter sólo hace que el fuego que siento dentro de mi crezca.
-Es lo que he dicho que es. Déjame.- digo con irritación. Hunter pestaña, apartando el dolor en sus ojos.
-Escuchad chicos, lo siento. Me tengo que ir.- Sin darles tiempo a decir nada más, corro hasta la salida. Escucho a Romeo gritar mi nombre.
El aire frío de otoño es como un calmante contra mi piel caliente. Me saco la chaqueta y me quedo en mi blusa de tirantes e incluso así, siento que estoy ardiendo. Me pica la piel.
Camino rápidamente, pasando las calles. Mis pies se sientes pesados y mi mente va a mil por ahora. Escucho voces que me dicen todo y nada al mismo tiempo. Huelo la sangre y el dolor. La tristeza y la alegría. Mis ojos se nublan. Rostro curiosos me miran.
Empiezo a correr porque siento que el fuego dentro de mi esta empezando a quemarme.
Entro en el primer callejón oscuro que encuentro y tan rápido como me siento oculta, empiezo a quitarme la ropa. Mi blusa está empapada de sudor.
Cojo la botella de agua que guardaba en el bolso y la bebo de un solo trago. Necesito más, necesito... sangre, carne.
Golpeó mi cabeza con la palma de mi mano intento eliminar esos pensamientos, pero no es suficiente.
Un grito desgarrador surge de mi, quemándome la garganta como si fuego escapase de mi. Las lágrimas empiezan a caer de mi rostro y siento que estoy perdida.
Dejo caer mi cuerpo contra la pared, en nada más que en sujetador y pantalones . Miro mis manos y descubro sangre en ellas, sangre de las heridas en las palmas de mis manos. Sangre en las garras oscuras que han salido de mi.
-¿Que me está pasando?- mi voz tiembla. Mi cuerpo empieza a enfriarse y a temblar.
Estoy apunto de levantarme cuando escucho unos pasos acercarse. Hago lo posible para cubrirme con la chaqueta.
Pero antes de que me de cuenta, unos ojos verdes familiares me miran fijamente.