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Chapter 3 - Fitz de Liliput

Dentro de las inmediaciones del karaoke Darklight Mut caviló en el facsímil de una pesquición.

- Creo que has hecho lo que te correspondía con el tiempo. - Dijo vacilándole un poco. - Aun así estoy muy orgullosa cariño.- Ella lo miró a los ojos, esos ojos café tan oscuros y profundos, una mirada al alma pura y honesta de Mutrick, ella observó la felicidad en él, acción que calentó un poco el ambiente.

- Quieres que vayamos a casa para practicar un poco de guitarra, ¿eh cariño?- le propuso Mutrick, rompiendo con la anterior conversación y sabiendo que con lo inexperta que era Zoey con la guitarra, siempre acababan por dejar la sesión para calentarse y hacer el amor en la cama, a ella le encantaba y a él le daba mucho en que pensar, ¿Cómo he podido dejar la guitarra por la chica? susurraba su mente, aún después de cuatro largos y amorosos años a su lado. Se les había hecho tan habitual que la "práctica de la guitarra" ya era más bien un código secreto entre ellos dos.

- Hmm - Dijo Zoey pensativa, a la vez que divertida con la singular propuesta de él, ya no se le hacía raro, pero la excitación siempre estaba ahí. - ¿Es una propuesta de matrimonio?

El ambiente se heló. Se sobresaltó, de todas las respuestas - o en este particular caso, una pregunta subsecuente a una respuesta - esa era la menos inesperada, quizás o tal vez la menos inesperada era un sencillo "No", no tenía ni idea de qué responder y después de una semana planteándoselo fue como un golpe directo en la entrepierna. - ¿Qué?- Fue lo único que logró salir de su boca. Para ser sinceros, Mutrick tenía esperado proponérselo pronto, tal vez por ello reaccionó como lo hizo.

- Tranquilo vaquero - Zoey río y se extrañó de su respuesta. - No te estoy pidiendo matrimonio. - Pero en realidad si lo deseaba, añoraba él día en que Mutrick se levantara de la cama y se lo pidiera de una vez por todas; después de todo llevaban ya casi más de 5 años de conocerse, y 4 de pareja. Aunque claro, siempre estaba allí el gusanillo de la decadencia económica, ese inútil y odioso gusanillo.

Una vez el corazón del chico dejó de latir a mil por hora, se tranquilizó lo suficiente para extraer palabras de su boca. - Claro, si lo siento, es la bebida tu ya me conoces… - Río entre jadeos momentáneos.

En ese mismo instante Mutrick fue interrumpido por la llegada inesperada de un hombre de traje muy bajito, de mediana edad, casi calvo, pero que portaba un envidiable bigote al estilo de Salvador Dalí. El enano en cuestión llegó de la nada y deposito un gran maletín de cuero con una hebilla dorada sobre su pequeña mesa, ocupándola casi por completo y casi derramando las Budweiser.

- Buenas noches señores, y señorita - Se presentó, pedante, el hombrecillo sonriente como el guasón, de oreja a oreja. - Soy el Sr. Fitzgerald a su servicio.

Zoey que desconfiaba tanto de la situación como esperaba que lo hiciera Mutrick no tuvo respuesta, fue él quien respondió.

- Un gusto, Mutrick - Tendiéndole la mano, cosa que provocó una reacción de desconfianza en el rostro de Zoey, como preguntándose si se conociesen, al momento recordó lo confiado que siempre había sido Mutrick, por lo que se decantó por imitarlo.

- Zoey, Sr. Fitzgerald - Saludó algo incomoda - Es un gusto.

- El placer es un gusto propio de mí, Señorita Zoey, pero ya dejándonos de rodeos, he venido a hacerles una pequeña propuesta señores.

- ¿Enserio? ¿Que clase de propuesta? - Preguntó interrogativamente Mutrick, sin reparar en el pueril semblante que exponía.

- Si no te importa que lo diga, me has atrapado con tu música, eres un artista nato Mutrick.

- Vaya, pues gracias, sinceramente…

De forma precipitada, Zoey le interrumpió con un matiz a la pregunta mucho más inquisitivo que él. - ¿Y es usted algún gerente musical o algo por él estilo? - A Mutrick le pareció que la pregunta de Zoey había sido demasiado repentina e incluso cortante ante la situación.

El hombrecillo rió abiertamente y sin el menor rastro de aflicción. - Señores creo que no me están entendiendo, vine aquí, para cambiar sus vidas. - El liliputiense tomó una silla de otra mesa, sin siquiera pedirle de favor, se sentó - como tratando de nivelar su campo de visión - y les miró a ambos con una expresión de excitación imposible de describir. Pareciese que la propuesta viniera de ellos para él.

Esto solo dejo con aún más interrogantes a ambos, que no paraban de otear el uno con el otro, aunque debían aceptarlo, estaban emocionados. Para Mutrick un momento así solo llegaba en sus sueños fantasiosos de la universidad. Por un momento se preguntó si eso era; Un simple sueño.

El pigmeo con el apellido de la víctima de Lee Harvey Oswald hizo ademán de inclinarse para abrir rápidamente su maletín, sacando así un par de tarjetas las cuales entregó a la joven pareja. El texto en ella rezaba: Director de Eventos de Wanderlust.

- Señores, les invito no una cerveza - Dijo mientras tomaba de la Budweiser de Mutrick, el cual se quedó perplejo ante el acto de indiferencia.- Sino, la fama. - Y alzó las manos al cielo, cual halcón que comienza su vuelo.

Ninguno de los tres hablo por lo que pareció ser una eternidad, para ellos eso podría tratarse de un simple acto de estafa más, pero la tarjeta lo decía claramente. A los ojos fantasiosos de Mutrick aquella era su gran oportunidad. No le cabía duda, era como un niño al que le hubieran preguntado si acaso quería un dulce. Mutrick no lo quería, lo deseaba.

Saliendo del profundo trance al que lo había inducido aquel hombre, le respondió con un respingo - Si esto es una estafa, yo le prometo que…

- Señor Mutrick, - Le interrumpió indiferentemente.- ¿Cree usted en los milagros? - Apenas escucho eso las cejas de Mut se encorvaron.

- ¿Que clase de pregunta idiota es esa? - Espeto Zoey en un acto de defensa.

- Lo pregunto porque, veran, yo no soy ningún ángel señores, Dios no me ha proporcionado línea directa con el cielo.

- ¿Es usted ateo señor Fitzgerald? - Aquella pregunta formulada por Mutrick borró la sonrisa de guasón de aquel hombre, y por primera vez el toda la noche, pareció desvanecerse su ego, llevándoles a su "altura" - valla pedazo de ironía -. Fue bueno para ambos.

Fritz respondió con toda indiferencia que le quedaba dentro, la cual no fue mucha y se vio bastante fingido. - ¿Acaso importa?

- Sí, si su dios no cree en la vida eterna, ni en el tiempo eterno. - Respondió confiado Mutrick, y prosiguió. - Ahora quiero que me diga sin rodeos y sin perder el tiempo ¿A qué vino exactamente? - La forma en la que hablo Mutrick, dejó sorprendida hasta a Zoey, quien se incorporó unos segundos después.

El hombrecillo no podía creerlo, había usado su propio juego para hacerle parecer un niño. Un inexperto. Sin lugar a dudas, ese era el hombre que estaba buscando. Miró nuevamente a ambos y recobro un poco de ego para continuar hablando. Pero esta vez sin rodeos.

- Mutrick. -Le dijo directamente mirándole a los ojos. - Le invito a presentarse en la ceremonia inicial de Wanderlust . - Les miro, se acomodo y se terminó de beber todo lo que quedaba de la cerveza de Mutrick.

- ¿Cómo dice? - Preguntó asombrado el chico.

- Lo que me has oído decir pequeño Dandy. Te vi hacer ese espectacular presentación de Bon Jovi allá en el escenario, yo solo venía de pasada, ya sabes fue una semana larga. Y te oí. Oh lo hice, y fue una llamada directa del cielo lo que me hizo saber que tu eras el elegido.

- El elegido ¿para que? - Preguntó Zoey por primera vez después de salir del trance.

- Para abrir el festival de Wanderlust. Este año, verán por primera vez queremos traer talento fresco, y que mejor forma de hacerlo que dándole la oportunidad a un total desconocido de abrir el festival más importante de música de todo el mundo. Pero te lo advierto Mutrick, si no eres tu, lo será alguien más. Tómalo o déjalo. Esa ha sido mi propuesta.

Mutrick, dubitativo, pero sobre todo sorprendido, no supo qué responder, entonces algo logró salir de su boca. - Yo… - Estaba atónito. Dentro de la cabeza fantasiosa de Murick no le cabía duda: Esta era la gran oportunidad de su vida. Pero también cabía la desconfianza.

- De acuerdo. - Concluyó el chico sin más que poder decir.

- ¿Como? - Dijo Zoey. - Espera Mut, no le conocemos a este hombre, ni siquiera sabemos si su "supuesta" tarjeta no es más que un facsímil.

Mientras Zoey espetaba lo antes dicho, Fitz sacaba, arrogante, su cartera y teléfono de su carpeta; Entonces Mut se preguntó qué clase de abuelo guardaba eso ahí.

Fitz le tendió ambos objetos a ambos, como una y como una presentación escolar, les explico que había en cada uno.

- Mire señorita Zoey, esta es mi identificación, como ve no soy un impostor, además… - Busco algo en su teléfono. - Mire, este contacto de aquí, por si gusta apuntarlo, por desconfianza, es el numero del señor Anschutz.

Mutrick estudio el número con especial cuidado, podía ser real. Y esa identificación, sintió un escalofrío que trepó por sus pies, se encaminó hacia sus hombros y terminó en la punta de su nariz. Entonces lo recordó, vaya memoria se dijo, el señor Anschutz era el efecto el director del evento musical más grande de Estados Unidos, y del mundo quizás. Y lo recordaba, lo peor es que lo sabía.

- Señor Fitzgerald. - Tartamudeo Mutrick por la simple impresión que le había causado saber la verdad: Este era su momento. - Yo lo siento mucho, no creí que fuera usted.

Zoey acepto la realidad, no era un impostor, ese hombre era un milagro caído del cielo. Fuese o no ateo, él era lo que era.

- Okey. - Dijo cuidadosamente Zoey, mientras seguía asimilando la situación. - También me disculpo, pero con todo el respeto señor Fitz, pudo habérnoslo dicho desde antes, ¿No le parece?

- Ah, ¿Le parece? - Espeto cómodamente su ángel ateo. - Sabe, es usted una mujer muy observadora señorita Zoey, lo admiro. - Fitz quiso romper el hielo y dijo: - ¿Desde cuando se conocen?

Mut contestó lo más rápido y sencillo posible, las palabras fueron torpes, pero brotaron. - 5 años, en la universidad.

Fritz quedó asombrado, y junto con la impresión creyó que se trataba de una farsa. - Es mentira, ¿verdad? - Entonces busco el inútil apoyo de la chica observadora. - ¿Habla en serio?

Zoey no hizo más que asentir una vez, no más.

- Valla… - Y riendo le dio una palmada en la espalda a Mut. - Bien hecho chico, es usted un hombre muy paciente. - Fitz se revolvió en sí. - Porque es eso o que en fin, no hay movimiento aquí.

Aquella frase incomodo aún más a Mut, por lo que le clavó los ojos un instante. - ¿Son cuestiones económicas? - Preguntó Fitz.

- Puede que lo sean. - Respondió Zoey con un tono de seguridad nunca antes oído en la velada. - Y si lo fuera ¿Qué no es usted Mahoma, nuestro intermediario personal entre el cielo y la tierra?

Rio, pacientemente Fitz. - Me encanta su humor señorita Zoey, no se lo negaré. Jamás. - Escuche. - Retomo la conversación.- No quiero ofenderles, pero si no se han casado por esta causa, esta es su gran oportunidad. No la dejen ir, por favor señores. Se que han soñado con esto. - Aseveró.

Esto último provocó un último escalofrío en Motrick, ¿Cómo sabía aquel hombre de sus sueños de la universidad? ¿Acaso era un psíquico? ¿O era algo común entre sus clientes?, lo último que cavilo, más en lo que más pensó, fue que simplemente se le notaba. Fuese lo que fuese, su respuesta ya estaba dada.

- Lo haremos. Acepto la oferta señor Fitzgerald.

- Bien, cielos santo, hasta que por fin lo oigo decir algo sensato señor Mut. A propósito ¿le puedo llamar, solo Mut?

- Claro, no hay problema.

- Okey Solo-Mut. - El tipo rió histéricamente, como si hubiera dicho el mejor chiste de toda su existencia. Pero por lo menos sirvio para algo, calentó el ambiente de nuevo.

Mutrick y Zoey intercambiaron miradas. El tipo no estaba del todo sobrio, tal vez había tomado antes esa noche. Y luego se bebió la Budweiser de Mut.

- ¿Entonces aceptan o que? - Preguntó por simple confirmación Fitz, mientras se aclaraba la garganta y como si nada del anterior espectáculo de circo hubiese ocurrido.

- Si aceptamos. - Reforzó claramente Zoey, y luego preguntó: - ¿Lo haces Mut?

- ¡Claro! - Exclamó felizmente Mut, como si Zoey fuese quien le trajera la oferta.

- Eso es genial, entonces, por el momento usted ya está en el espectáculo inicial de Wanderlust , solo debemos hacer una entrevista pre-grabada, llenar algunos papeles y listo, lo veré en el escenario en una semana.

Mut, febril por lo precipitado del asunto, no tuvo opción más sensata que gritar. - ¡Cómo dice!, ¿una semana?

- ¿Algún problema? - Inquirió Fitz al tiempo que Zoey tomaba con delicadeza la mano de Mut, con el propósito de amanairlo.

Sí, Mut se encontraba desconcertado, - sobre todo porque se trataba del mayor sueño de toda su vida traído de la absoluta nada; ni más, ni menos - pero al escrutar la quintaesencia perlada por las perlas de Zoey, este apaciguo y logró enfrentar lo que se le venía encima con la cabeza en alto. Vaya ironía ante pedazo de liliputiense, pensó; aunque ese mismo ser era la encarnación de sus sueños.

- Ninguno, señor - Estudiándolo con la vista. - Y esa cita…

- Hmmm, ¿qué le parece mañana? - Concluyó dubitativamente el profeta Mahoma.

- De acuerdo. Aceptó Mut, advirtiendo que repentinamente había aumentado la temperatura, y mirando rápidamente a Zoey, supo que ella también estaba acalorada. El karaoke muto en un horno.

- En ese caso es perfecto, lo veré mañana a la 1 en punto de la tarde en la dirección de la tarjeta que ya les entregue. No me gusta esperar, se lo advierto.

- No se demorara, se lo aseguro. - Dijo mientras le tomaba la mano a Mut. - Estará ahí a tiempo para la entrevista.

- Me alegro, por mi eso ha sido todo. Muchas gracias por su tiempo señores. - Cerró su maletín, se levantó de su silla y sin más, tomó igualmente la Budweiser de Zoey. - ¡Ha sido un placer señores y señorita! - Grito al tiempo que se bebía casi de un sorbo todo lo que quedaba de la cerveza de Zoey. Y así como llegó, se fue el impostor de Salvador Dalí.