Ella sabía en lo que se metía, no era tan inocente, se sintió culpable de haber despertado su instinto sexual pero no sé arrepentía, al contrario, estaba feliz porque ahora sabía que de verdad era el único hombre al que amaba, ya que solo él tenía esa capacidad de despertar en ella esas apremiantes sensaciones de placer, ambos lo sabían y lo demostraban sin decir palabra alguna, desde la primera vez que se tocaron de esa forma sus cuerpos se habían grabado y durante su separación se habían anhelado tan profundamente que era difícil creer como lo habían soportado durante tanto tiempo.
Marta tuvo la tentación de morder el lóbulo de su oreja, haciendo que él intentará acercarla aún más a su cuerpo mientras mantenía su mano bajo su camisa.
- No pensé que serías así de impaciente... - le susurró Miguel al oído, sintió el estremecimiento de ella al escuchar su ronca y seductora voz.
- Hay cosas que es mejor no aplazarlas - respondió ella mientras con sus manos dibujaba el marcado pecho de Miguel.
- Pero los momentos más placenteros suelen disfrutarse con mayor satisfacción cuando llegan en el momento adecuado.
- Esa no es mi lógica... y menos ahora que te tengo así de cerca... - las manos de Marta se volvieron aún más juguetonas haciendo a Miguel suspirar mientras la abrazaba.
Miguel tomo sus manos entre las suyas y entrelazó sus dedos con los de ella mientras bajaba su cabeza para besar su frente, haciendo que ella levantara la cabeza para besar sus labios sin restricciones.
El tiempo pasó y su juego de caricias no se detuvo, pero no llego a consumarse el acto sexual porque Miguel considero que ella aún no estaba mentalmente preparada, al final sólo se abrazaron mientras él le pedía en un susurro:
- Quédate conmigo, por favor no te alejes - está afirmación, aunque en la superficie sonaba más como una propuesta para una noche, tenía un significado más profundo que Marta entendió al instante.
- ¿Prometes cuidarme y amarme para siempre?
- Lo prometo, no dejaré que sufras otra vez...
- Me quedaré a tu lado entonces...
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Temprano en la mañana, Marta se despertó en los brazos de Miguel, se sentía en un hermoso sueño del que jamás quería despertar, él parecía aún estar dormido ya que su respiración era tranquila y sus ojos estaban cerrados, ella no pudo evitar acariciar su mejilla mientras sonreía dulcemente.
- Si vas a despertarme así todos los días... te mudaría de inmediato a mi casa... - dijo él abriendo lentamente los ojos.
- ¿Te desperté?
- La más hermosa manera de despertar es con tus caricias...
Marta sonrió mientras acariciaba su mentón con su delgada mano, mientras ella hacía esto dijo suavemente:
- No me opongo a vivir contigo, siempre y cuando me permitas hacer esto todos los días sin excepción alguna.
- ¿Hacer qué?
- Dormir a tu lado...
- Trato hecho...
Ambos se abrazaron con cariño mientras sus ojos brillaban con una luz mezclada de amor, anhelo y deseo que compartían entre ellos, un sentimiento muy fuerte que los unía y que los hacia tener el imprudente impulso de ir al registro civil de inmediato para conseguir el comprobante de matrimonio, difícilmente se contenían y estar abrazados en ese momento era lo que más los frenaba.
- Hay trabajo... pero quisiera estar así contigo todo el día... - dijo Marta mientras sus largas y rizadas pestañas revoloteaban.
- Si sigues así voy a tener que llamar a la empresa a pedir licencia... - respondió él manteniendo su sonrisa cariñosa.
- No puedo evitarlo.
- Duerme unos minutos más, me asearé para llevarte a tu casa por tu ropa, quiero que está noche tus maletas estén listas...
- Está bien, pero tendrás que cubrirme en el trabajo para salir más temprano y tener tiempo de arreglar mis maletas...
- Se nota que no toleras el horario de trabajo...
- Es mi condición, si no la aceptas tendrás que esperar hasta el fin de semana o hasta cuándo tendrá tiempo.
- Que aprovechada... pero acepto tu condición.
Después de eso Miguel se levantó y se dirigió al baño con una toalla blanca en la mano, no llevaba camisa por lo que su torso bien proporcionado estaba a la vista de Marta, quién suspiro con sus ojos medio cerrados y brumosos, pero está acción no detuvo a Miguel que con una cara reacia cerró la puerta del baño.
Quince minutos después él salió del baño con su habitual traje de trabajo, su cabello aún goteaba agua, al ver esto Marta se levantó rápidamente y tomó la toalla para ayudarle a secar su cabello rubio, tuvo que pararse en la punta de los pies porque aunque era bastante alta su cabeza apenas llegaba a alcanzar el mentón de Miguel, era un sentimiento que ya conocía porque su hermano siempre le había sacado una cabeza de diferencia de altura, pero con Miguel era más fácil debido a que él era más bajo que su hermano, esto era bueno, cuando estaban lado a lado se veían bien complementados, prácticamente fueron hechos para estar juntos y cualquiera podría verlo.
Después de secar su cabello, Marta retrocedió un paso para admirar su encantador rostro con ojos brillantes, advirtió esa extraña aura tranquila que solo tenía cuando ella estaba presente, saber qué significaba mucho para él conmovió su corazón y alimento su orgullo de mujer.
- Vamos, no quiero que llegues tarde - dijo Miguel tomando su mano y halandola hacia la puerta.
Marta simplemente sonrió y lo siguió obedientemente, no esperaba encontrar a Johana en la sala y mucho menos verla con una niña en brazos.
- Buenos días, creí que la colcha los había tragado - saludo Lorena sin levantar la mirada, ajena a el intenso rubor que su comentario había provocado en Marta.
- Buenos días - respondió Miguel con una actitud tranquila pero no fría.
- Tío, la tía me prestó un oso lindo, dijo que podía quedarmelo - dijo la niña bajándose de los brazos de Lorena para correr hacia Miguel con el oso de peluche en sus pequeñas manos.
- ¿Eso dijo? - preguntó Miguel agachándose para mirar a la niña.
- Si - respondió Leidy sonriendo con ternura, su mirada infantil de repente se posó sobre la hermosa mujer detrás de Miguel, sus ojos parpadearon antes de preguntar:
- ¿Tú eres mi mamá?