- ¿Tú eres mi mamá?
Marta miró a la niña con detenimiento, se dio cuenta de que su nariz respingona era idéntica a la de Mateo, sus orejas también se parecían a las de él, al reconocer su gran parecido una tormenta de sentimientos confusos se formó en sus pensamientos, su garganta se sentía seca y no pudo hablar al principio:
- Yo... Yo... Eso supongo...
Leidy movió su mirada hacia Miguel, parpadeo tres veces y dijo con su suave y angelical voz:
- Entonces... ¿Tú eres mi papá?
Miguel sonrió dulcemente pero no respondió de inmediato, en su lugar se giró hacia Marta y la miró como si buscará en ella una respuesta, sus ojos la observaron un momento hasta que ella tomó la palabra:
- Eso solo si tú lo aceptas.
Leidy corrió hacia ellos y se agarró de las piernas de Marta para que ella la levantara en brazos, lo que sucedió sin problemas, después de ser levantada en brazos Leidy estiró su brazo para halar el abrigo de Miguel y atraerlo al abrazo. Los tres se abrazaron como si fueran una familia de tres, en ese momento preciso momento el tiempo pareció detenerse y un ambiente tranquilo se extendió por toda la habitación, se sentía un lugar cálido, un hogar tierno.
- Vendremos más tarde, ¿está bien? - dijo Marta mientras bajaba a la niña al suelo.
- ¿A donde van? - preguntó la niña sin querer soltar a Marta.
- A trabajar, después a traer las cosas de tu madre - respondió Miguel despeinando a la pequeña.
- ¿Pero vuelven, verdad? - preguntó la niña con algunas lágrimas en sus ojos.
- Claro que sí, volveremos en la noche, la tía Johana te cuidará hasta entonces - dijo Marta mirando a Johana con una sonrisa amable.
- Será un placer - respondió Lorena sonriendo.
Después de unas cuantas palabras, la niña pareció más tranquila y dejó que ambos se fueran, el auto de Miguel salió rápidamente y se dirigió a la casa de Marta, todavía era bastante temprano y apenas empezaba a salir el sol, no estaba haciendo frío pero aún así Marta se abrazo al brazo de Miguel mientras descansaba en su hombro, ambos sonreían ampliamente. Tiempo después llegaron al apartamento de Marta, ella entró en su habitación y se baño rápidamente mientras Miguel decidió hacer el desayuno.
Marta no tardó mucho en salir de su habitación, llevaba un vestido elegante color champán y su ondulado cabello castaño estaba suelto y caía sobre sus hombros, se veía extremadamente elegante y sofisticada, su maquillaje ligero la hacía ver como una diosa celestial. Al verla tan hermosa, Miguel dejo lo que estaba haciendo y se quedó por un momento contemplándola, sus ojos cafés tenían una luz de admiración y anhelo.
- ¿Qué tanto miras?
- ¿No puedo contemplar a mi hermosa novia? - respondió él mientras se acercaba a darle un tierno beso en los labios.
- ¿Quién te dijo a ti que yo era tu novia?
- ¿Qué eres entonces?
- Tu prometida...
Miguel rió alegremente mientras la abrazaba, poco después la soltó y la miró a los ojos mientras preguntaba:
- ¿Tu familia lo aceptara?
- No tienen por qué negarse, después de todo eres bastante famoso internacionalmente y tu madre es la dueña de la cadena de restaurantes que más le gustan a mi madre.
Miguel se dio la vuelta y termino de preparar el desayuno mientras sonreía, al verlo así ella no pudo evitar sondear:
- ¿Tu madre te enseño a cocinar?
- Fue lo primero que aprendí cuando mis piernas sanaron después de despertar en el hospital de Monterrey.
- No entiendo cómo terminaste allí si estabas en el Hospital Central de la República después del terremoto - dijo Marta mientras preparaba los platos.
- Lo creas o no al ser empleada de la familia Flórez mi madre ganó ciertos contactos dignos de una empresaria - respondió tranquilamente él mientras servía los platos con una gran habilidad.
- Es cierto que los señores Flórez trataban a sus empleados como parte de la familia y Doña Diana siempre fue muy buena para agradar a los demás. Cambiando de tema... sí ya recuperaste la memoria ¿Para qué necesitas la prueba de ADN?
- Necesito una prueba definitiva cuando le arrebate la empresa a esa mujer y su hija, no me dejarán las cosas fáciles, nunca lo hicieron desde que mi tío ingenuamente las dejo entrar a la familia.
- Eres retorcido.
- Ser bueno con tus enemigos es buscar tu propia muerte.
Desayunaron tranquilamente mientras de vez en cuando se miraban con cariño y se sonreían dulcemente. Después fueron a trabajar, cuando los vieron entrar con tan buenos humores, los susurros empezaron a llenar los pasillos rápidamente:
- ¿Vieron lo que ocurrió esta mañana?
- ¿Qué cosa?
- Marta Díaz y Miguel Botero llegaron juntos.
- ¿Qué tiene de extraño? Después de todo trabajan juntos.
- Hay una fina línea entre trabajar juntos y ser algo más que compañeros de trabajo.
- ¿A qué te refieres?
- Escuché de Carlos Puente que llegaron tomados de la mano.
- ¿De veras?
- Si, ¿Crees que haya algo entre ellos?
- No lo sé, pero es probable... Como quisiera estar en su lugar, Miguel Botero califica entre los hombres más guapos de la empresa junto con el Presidente Narváez y el Director Reyes.
- Ya... Pero los tres son tan fríos e indiferentes que es imposible acercarse a ellos sin temblar de miedo...
- Es por eso que no entiendo qué hizo Marta Díaz para atraparlo.
- Ahora que lo pienso ella también es bastante indiferente...
- Ella es así desde la muerte del Director Ejecutivo Flórez de la Corporación Flórez...
- Tiene sentido, era su esposo y su hijo también murió con él. Por una parte me alegra que siga adelante, aunque también me frustra que sea con mi amor platónico...