Sarah empezó a correr por los callejones, dejando detrás de ella nada más que el polvo. Cuando la mujer se fue, Anaconda se giró hacia uno de sus subordinados.
- Siganla, sus insinuaciones no me dan buena espina. Que no ocurra otra vez lo del guardia muerto por el impulso infantil e iracundo de la Niña Melani, ¿entienden?
- Si Señor.
Varios hombres encapuchados desaparecieron por los angostos y abandonados callejones, dejando al descorazonado Anaconda sólo, con su mirada tan sedienta de sangre como siempre, él era un auténtico demonio. Se dio la vuelta y se marchó de allí, caminando lentamente a través de esos callejones que ya conocía de memoria desde hacia años.
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Sarah volvió a la mansión en la que vivía con Melani, se puso su uniforme de mucama y se unió a las otras en las tareas domesticas, llevaba una expresión indiferente en su rostro, aunque también tenia un brillo de tristeza en sus ojos, uno que no se podía ocultar sin importar el maquillaje que usará. Lo había intentado, se arriesgó para pedir piedad a ese monstruo, quería salvarle la vida a Leidy Flórez, la niña que raptó de su verdadera madre hacia dos años, y la niña a la que cuidó como una cariñosa niñera, sin querer le había tomado cariño a la pequeña, solo deseaba que ella estuviera bien, pero eso no podría ser, Anaconda había ordenado que la niña muriera lo antes posible, eso destrozó el corazón de Sarah.
- ¿Te sientes bien? - preguntó Melani mientras la veía limpiar un jarrón de cristal.
- No, me siento horrible, más horrible que cuando ordené que Mateo Flórez muriera en ese accidente...
- ¿Qué ocurrió?
- Lo intenté, intenté que le perdonará la vida a la pequeña Leidy, pero no lo conseguí, él se negó rotundamente.
- Te lo dije, un demonio siempre será un demonio. Solo queda encontrar la forma menos dolorosa de matarla, sin esperarlo me encariñé con ella, pobre niña, su destino esta sellado...
- ¡No! No voy a dejar que muera, estoy cansada de asesinar personas inocentes, no quiero seguir con esto.
- ¿Entonces, qué vas a hacer?
- La devolveré a su madre, la dejaré en la puerta de la mansión Narváez.
- Y se puede saber cómo lo harás sin que Anaconda se enteré.
- Tú me ayudarás.
- ¿Perdona?
- Él pidió que fueras a su casa esta noche, en ese tiempo iré a dejarla, ¿puedes ayudarme?
Melani miró por un rato a Sarah, desvió la mirada hacia la ventana, sus pensamientos dieron vueltas por un rato antes de aclararse por completo, suspiró suavemente antes de girarse hacia Sarah para responderle:
- Te ayudaré, pero no la lleves a casa de los Narváez.
- ¿Entonces dónde?
- A casa de los Botero, entrega a la niña a Johana Botero o a Miguel Botero, ellos podrán protegerla y de eso estoy segura.
- Esta bien, la dejaré con ellos, ¿sabes donde viven?
- En la Sun White Street, es una casa de dos pisos pintada de color blanco por fuera, tiene un garaje de puerta negra y escaleras externas para subir a la segunda planta, el jardín no es muy grande y tampoco es enrejada. Estoy segura de que la encontrarás fácilmente, será rápido y así tendremos tiempo de prepararnos para el castigo que nos impondrán por insubordinación.
- Estoy dispuesta a recibirlo si con eso la niña sigue viva. Iré a buscar la casa ahora para lograr orientarme en la noche, dame el arma para protegerme, estoy segura de que Anaconda hizo que me sigan.
- Esta en el cajón del fondo del armario, ten cuidado, te esperaré hasta que vuelvas, llamamé si tienes problemas.
- Me iré entonces, nos vemos después - Sarah buscó el arma de fuego en el armario, se la escondió en un bolsillo secreto de su falda negra y salió rápidamente de la casa, intentando que nadie le siguiera el paso.
Con su habilidad casi inhumana logró perder a casi todos los que la seguían, pero aún tenia a un par de hombres por detrás, a ellos les disparo con el arma, dejándolos tirados en el suelo mientras se desangraban. Después de huir sin rumbo por un rato, decidió dirigirse al barrio que le señaló Melani, le tomó bastante tiempo pero al final encontró la Sun White Street, la recorrió con la mirada por un rato hasta que encontró la casa descrita por Melani, se acercó sigilosamente e intentó mirar a través de la ventana, para comprobar que era la que buscaba.
- ¿Busca a alguien Señorita?
Sarah se asustó por la repentina aparición, se giró nerviosamente para encontrar la fuente de la voz, allí se encontró con un hombre de cabello rubio y ojos azules, que la miraba con una expresión desconfiada desde la escalera que conducía a la segunda planta.
- ¿Vive aquí Miguel Botero, Señor?