Daniel me dijo bajito al oído:
-¿Crees que ahora podremos tener un poco de tiempo para nosotros?- Le dije que si y subimos a su cuarto, dejamos la puerta abierta pero estuvimos un buen rato besándonos. Cuando el beso iba demasiado lejos le daba un golpecito en el hombro recordándole que la puerta estaba abierta.
Al rato le pregunté:
-Dani el domingo que viene, ¿tienes algo que hacer?- El consulto su agenda, después su horario de partidos y dijo que no tenia nada, después le dije:
-Es que mi madre quiere que vengas a comer el domingo al chalet, donde lo más seguro es que este toda mi familia. Es como una presentación oficial, vamos como hoy lo ha sido para mí.- Daniel me miró y volviendo a sentarse a mi lado me dijo que después de que yo hubiera conocido a su familia ahora le tocaba a él. Me dijo al oído:
-Dile a tu madre que iré, ahora mírame y déjame besarte de nuevo antes de que nos pillen.- Nos besamos apasionadamente, pero cuando fuimos un poco más lejos oímos a Tom llorar diciendo mi nombre:
-¡Quiero que venga Emi! ¡Mama dile que venga! ¡Mama!- Su madre me llamó y dijimos que ya estábamos bajando. Cuando Tom me vio cruzar la puerta vino corriendo a mis brazos, le cogí y Daniel le dijo:
-¡No te acostumbres que Emily es mía!- Tom se puso a abrazarme y a decir que era suya, mientras yo me reía Daniel le pinchaba diciendo que era suya. Con tanto jaleo se despertó Tobías con el mismo plan, exigiendo que su hermano se bajara de mis brazos para subir él. Daniel lo cogió y empezó a jugar con él, al final sus padres nos dijeron:
-¿Esa mujer pensó de verdad que eran vuestros? Aunque ahora que os veo juntos, si que lo parecen, se parecen un montón a Daniel.-Daniel en broma les dijo a los dos:
-¿Queréis que sea vuestro papa y Emily vuestra mama?- Ellos dijeron que si, sus padres se rieron diciendo que ahora se habían quedado sin hijos.
Durante la cena no pude quitármelos de encima, pero fue divertido ver como ambos querían comer lo mismo que yo. Su madre les había hecho una hamburguesa con patatas y nosotros teníamos para cenar pollo al horno con verduras. Serena les dijo:
-¡Pero si no os gustan las verduras, comeos lo vuestro!- Tom cogió del plato de Daniel una zanahoria pequeña, la miró con curiosidad y se la metió en la boca al ver que yo me comía una. Después como quiso más le pusimos un poco en un plato, Tobías lo probó pero no le gusto así que me pidió que le diera de comer.
En el postre se fueron a ver la televisión cuando María les puso una película de dibujitos, cuando volvió a la mesa dijo riéndose:
-Ahora podréis comer tranquilos, ¡que fuerte les ha dado con vosotros!- Todos empezamos a hablar sobre lo que queríamos hacer en el futuro, después del café, Daniel me dijo de ir a dar una vuelta. Cogió la moto y nos fuimos al pueblo donde están los chalets, abrió su casa y entramos. Estando los dos solos se sentó en el sofá diciendo:
-¡Que cansado seria tener hijos! Es divertido un rato pero imagínate todos los días y a todas horas. Debe ser agotador, yo ahora mismo solo he estado una tarde con ellos y estoy muerto.- Me senté a su lado y le dije:
-¡Ya! Pero si los tienen es por que los quieren, yo como siempre he estado rodeada de niños no me ha sido extraño. No estoy tan cansada como tú, si estas tan cansado llévame a casa y acuéstate pronto.- Daniel dijo que quería estar a solas conmigo, me llevó a su cuarto y nos tumbamos en la cama mientras nos besábamos. La temperatura subía rápidamente mientras sus manos recorrían mi cuerpo, note como poco a poco mi falda fue subiendo mientras la mano de Daniel recorría mi muslo. Casi sin voz dije su nombre, él levanto la cabeza y me miró, como vio que tenía los ojos cerrados siguió tocando. Mi suéter blanco empezó a molestarle, me lo levantó y miró mi sujetador de puntilla blanco. Al verlo me dijo:
-Esto es muy provocativo, ¿te importa si hacemos lo mismo de anoche?- Le dije que no, él siguió tocando mientras me tocaba íntimamente de cintura hacia abajo. Su mano entró dentro de las medias y de mi ropa interior, estaba peleándose con mi suéter así que me dijo:
-¡Emi! Quítate esto me molesta, no puedo besarte el cuello y más.- Me quite el chaleco y luego el suéter, me dio mucha vergüenza verme sin nada para cubrir el sujetador. Escondí mi cara en su hombro, Daniel me besaba los pechos por encima del sujetador y sus manos me tocaban tan íntimamente que me hacia enloquecer. Daniel se levantó y se quitó la sudadera que llevaba, después se despaso el pantalón, antes de hacer nada más apagó la luz. Todo se volvió oscuridad, no había ni una pequeña rendija por la que entrara algo de luz. Sus manos fueron directamente a por mi ropa, me quedé en ropa interior, cuando mis manos le detectaron en la oscuridad comprobé que él también estaba en ropa interior.
Un poco asustada dije:
-¡Dani, abrázame! Lo necesito, quiero tenerte cerca de mí.- Me hizo caso y se puso encima de mi abrazándome. Su miembro ya estaba duro, lo sentía contra mi vientre. Su boca estaba sobre la mía, su mano derecha estaba entre mis piernas y con la izquierda me acariciaba el rostro. Un momento después sentí como su boca recorría mi cuerpo hacia mi zona intima, le cogí por los hombros y le rogué:
-Dani, ¡espera! Aun no, ese lugar no, ¡Por favor!- No pude continuar, su boca estaba encima de mis braguitas. Como no podía verle no sabía que iba a hacerme, con los dedos aparto la tela de mi ropa interior y hundió la cara. Al sentir su lengua me asusté gritando su nombre, pidiéndole que se detuviera pero él no paro estuvo besando, lamiendo e introduciendo su lengua. Al sentir el placer le dije:
-¡No! ¡No pares! ¡Por favor no te detengas!, ¡Dani!- Él sonriendo dijo bajito:
-¡Esa eres tú! Mi chica, no es momento para el miedo es momento de sentir. ¡Déjame darte placer!- Mi cuerpo temblaba por la excitación que sentía, estaba llorando cuando sentí que todo mi cuerpo se tensaba. El orgasmo que tuve fue muy fuerte, estuve convulsionándome un buen rato. Mientras Daniel había regresado a mi boca, sus manos me acariciaban y me besaba con intensidad. Me sentía tan indefensa que cuando lo sentí cerca me abrace a él suplicando que me abrazara. Daniel me acogió entre sus brazos, mi rostro rozo su pecho y sin querer él se dio cuenta de que había estado llorando.
No dijo nada por que no le di tiempo, con mis manos como guía me acerque a su miembro. Ahora era Daniel el que no sabía que iba a hacerle. Mis manos encontraron su presa y él gimió, me dije que teníamos que ser iguales en todo. Si él había utilizado su boca yo también lo haría, me acerque hacia su miembro y recordé como ese verano me había dicho que me comía el cucurucho de forma provocativa. Ahora lo haría con eso, puse mis labios sobre la punta, Daniel dijo mi nombre asombrado. Cuando pase la lengua por encima Daniel gimió muy fuerte, me lo metí en la boca y note como crecía dentro de mi boca. Empecé a lamer, a sorber y a mover las manos como me había enseñado él. No sabia si lo estaba haciendo bien, solo sabia que Daniel gemía y pronunciaba mi nombre una y otra vez.
Cuando me lo volví a poner en la boca Daniel dijo:
-¡Emi! Si sigues así no voy a poder evitarlo, ¡me viene!- No sabia a que ser refería, seguí metiéndomelo en la boca, Daniel dijo:
-¡Por favor! No te lo pongas en la boca así, no quiero hacerlo dentro de tu boca. Hazlo con las manos, me queda muy poco para venirme.- Entonces lo entendí, pero Daniel lo había hecho incluso cuando mi cuerpo se convulsionaba. Eso me daba a entender que su lengua estaba dentro de mi cuando llegué al orgasmo. Yo iba a hacer lo mismo, dejaría que llegara en mi boca, pero no se lo haría saber. Lo hice con las manos un poco y cuando bajaba la guardia volvía con la boca. Unos minutos después Daniel me cogió la cara y me la apartó al tiempo que empezaba a correrse. Cuando recupero el aliento me dijo mientras encendía la luz:
-¡Eres tan cabezota como yo! ¿No te he dicho que no lo hicieras?- Al mirarme vio que no había llegado a tiempo para salvar mi ropa interior. Mi cuerpo estaba bañado en su semen, Daniel me dijo:
-¡Vamos a lavarte, hemos ido muy lejos! Por un tiempo hagamos solo esto, no quiero avanzar más por ahora.- Me llevo al baño y con cuidado me lavó con una toalla. Mi sujetador no tenia la misma suerte que mi cuerpo, no se iba fácilmente. Le dije que me trajera el suéter y la otra ropa, que el sujetador lo lavaría en casa antes de ponerlo con la ropa sucia. Cuando lo aseamos todo me llevo a casa, diciéndome que nos veríamos la semana siguiente.
Entre a casa, aprovechando que mis padres se habían ido a dormir lavé mi ropa intima y me duche. Como normalmente pongo la ropa en el suelo mi madre pensaría que se había mojado cuando salía de la ducha.
Después mientras me ponía el pijama me vi en el cuello unas marcas, "¡Dios! Son chupetones" pensé. No eran pequeños y para mi mala suerte se veían mucho. El lunes tendría que hacer algo para que no se vieran, busque en mi cajón lo más silenciosa que pude y saque un jersey blanco de cuello alto. Me lo puse para comprobar la situación, por suerte los cubría, pero en clase lo iba a pasar mal ponían la calefacción bastante alta.
Por la mañana me levante y me vestí, después fui al baño y para que por si acaso se vieran me solté el pelo. Mi madre me pregunto que qué me pasaba, le dije que me dolía un poco la garganta y que no quería resfriarme más. Mi madre me dijo que eso seria de que me ponía muy fresquita para subir en la moto, que tenía que abrigarme más.
De camino a la escuela estaba pensando en como vengármela, Daniel se había pasado, tendría que recordarle que iba a un instituto religioso. Dentro de mí estaba contenta por nuestros progresos y de tener algo que me lo recordara cuando él no estaba presente.