El chisporroteo del fuego en la chimenea fue lo único que perturbó el silencio que siguió al relato de Brougham. Con disimulo, Darcy observó la reacción de Bingley ante la historia de Dy y se sintió complacido de ver la actitud pensativa que adoptaba. Entonces volvió a mirar a Brougham y asintió con la cabeza en señal de agradecimiento por su ayuda.
Dy le hizo un gesto casi imperceptible con los hombros, acompañado de una sonrisa tensa y rápida, y luego se puso de pie.
—Caballeros, ahora debo desearles buenas noches. Ésta ha sido una velada memorable, por no decir reveladora. Creo que es suficiente mencionar que hemos visto algunas personas más de las que nos habíamos propuesto. —Unos gruñidos lo interrumpieron, pero él continuó—: Y hemos estado expuestos —añadió mientras se oían más gruñidos— a nuevas experiencias. —Bingley se rió por el juego de palabras. Brougham le tendió la mano—. ¡Señor Bingley, encantado!
—¡El placer es todo mío, lord Brougham! —Charles le estrechó la mano y se inclinó, visiblemente complacido por haber entrado en el círculo de Brougham.
—Fitz —le dijo Brougham a Darcy, volviéndose hacia él—, dudo que te vea nuevamente antes de que salgas para Pemberley. ¿Le darás mis recuerdos a Georgiana?
—¡Por supuesto!
—¡Bien! Envíame una nota cuando regreses a la ciudad, o tendré que tratar de sobornar otra vez a Witcher, lo que no me hará mucho bien. ¡Ah! Y felicita a Fletcher de mi parte, por favor. ¿Se le subirán mucho los humos si le mando una muestra de mi estimación? Recordaré durante muchos días la expresión de Brummell.
—¡Estoy tentado de ponerlo en tus manos por completo! Charles —le dijo Darcy a Bingley—, discúlpame un momento mientras acompaño a Brougham a la puerta. —Ante el gesto de asentimiento de Bingley, Darcy escoltó a su amigo hasta el corredor, deteniéndose para asegurarse de que la puerta de la biblioteca quedara bien cerrada. Con un gesto, acompañó a Brougham hasta la escalera.
—Dy —dijo, poniendo una mano sobre el brazo de Brougham—, mis sinceras condolencias por Sansón; era un magnífico animal.
—Sí, lo era, ¿verdad? —Brougham suspiró mientras bajaban las escaleras—. Como dije, «un héroe». Pude haber sido yo el que se rompiera el cuello. ¿Alguna posibilidad de que Nelson tenga descendencia?
—Lo intentaré, te lo prometo. —Darcy miró alrededor, y al ver que no había ningún criado, continuó—: Pero, en realidad, quería acompañarte para darte las gracias. Creo que tu historia le ha dado un poco de sosiego a Bingley.
—¿De verdad lo crees? —Llegaron al vestíbulo, donde Witcher y un lacayo se apresuraron a entregar a Brougham sus pertenencias—. ¡Qué interesante!
—¿Por qué? ¿A qué te refieres?
Brougham se puso el abrigo y se ajustó el sombrero con aire indiferente.
—¡Porque la historia era para ti! Hay más cosas sobre Hertfordshire que no me has dicho, viejo amigo. Sé que quieres hacerle un favor a Bingley en este asunto, y es posible que él lo necesite, pero ten cuidado, Fitz. Asegúrate del terreno que pisas y revisa cuidadosamente la naturaleza de tu interés. —Brougham le dio una palmada en el hombro—. ¡Buenas noches y feliz Navidad! Witcher —dijo y le dirigió una sonrisa al viejo mayordomo—, mis recuerdos para su querida esposa y feliz Navidad para usted también.
—Gracias, señor, y feliz Navidad, señor.
Mientras Witcher cerraba la puerta tras Brougham, Darcy volvió a subir las escaleras hasta la biblioteca, distraído, pensando en el comentario de despedida de Dy.
—Darcy. —La súbita aparición de Bingley entre las sombras interrumpió sus pensamientos—. Se está haciendo tarde. Creo que yo también debo marcharme. —Darcy dio media vuelta y los dos bajaron las escaleras—. ¡Vaya velada!
—¡Estoy de acuerdo, y es una velada que no pretendo repetir nunca! —comentó Darcy—. En el futuro, me arriesgaré a ir a Drury Lane para oír a la Catalani.
—Ah, es cierto, ¡nunca llegamos a oír a la diva! Pero, de verdad, Darcy, nunca había visto tanta opulencia y elegancia en mi vida. Todo estaba a la moda y era de un gusto exquisito. Y aunque había algunos a quienes no dudaría en catalogar de demasiado petulantes, muchos invitados me parecieron bastante amables. ¡Y Brummell, Darcy! ¡Pensar que le has hecho sombra!
—Sí, bueno, cuanto menos se hable sobre eso, mejor.
—Como dijo lord Brougham, ¡eso es poco probable! Él es un gran cazador, ¿no es así? Tanta humildad. —Llegaron abajo y Bingley recogió sus cosas de las manos del criado—. ¡Qué pena lo de su caballo! Lo hace a uno pensar, ¿no es así?
Darcy miró fijamente a Bingley, que adoptó una actitud solemne.
—¿Estar seguro del terreno que pisas antes de saltar la cerca?
—Sí… eso. —Bingley respiró profundamente—. Estoy comenzando a ver la sabiduría de tu consejo. Me estaba apresurando a saltar la cerca, sin estar seguro del terreno e ignorando la advertencia de un amigo —confesó—. Debo pensar racionalmente acerca de la señorita Bennet, tal como me has aconsejado.
Darcy trató de ocultar la euforia que le produjeron las palabras de Bingley.
—Eso es todo lo que te pido, Charles —respondió en voz baja—. Estoy seguro de que después de hacer una reflexión juiciosa sobre el asunto, encontrarás una respuesta satisfactoria. —A pesar de la débil sonrisa con la que Bingley le respondió y la tristeza que volvió a cubrir sus ojos, Darcy se permitió pensar que su campaña se acercaba a un final victorioso. Si la señorita Bingley podía añadir a su consejo un testimonio lo suficientemente desinteresado que corroborara la indiferencia de la señorita Bennet, el asunto estaría resuelto, estaba seguro. Debía enviar una nota de inmediato.