—Hum... Bueno... —Su Xiaomo aclaró su garganta—. Creo que tengo algunas preguntas o no... —apretó los bollos rellenos en la bolsa, luciendo aproblemada.
No le habría preguntado si hubiera sabido por lo que había pasado. Lo que le pasó a He Jiayu debe haber dejado cicatrices profundas que llegaban hasta sus huesos. Hasta de oyente podía sentir el dolor. Pese a que ahora podía contar la historia con ese tono casual, aun así, sentía pena por él, mucha pena.
Él la miró a los ojos y de pronto sonrió. Se acercó lentamente. Muy cerca. Ella pestañeó, confundida.
—¡Detente ahí! ¡Anoche comí cebollas, ajo y tofu apestoso! ¡Si te acercas más vomitaré en tu cara!
—¡Vomitaré en tu boca! —añadió al ver los delgados y sexys labios del chico curvarse en una sonrisa.