An Xiaxia regresó a casa con los ojos rojos y toda la familia llegó a la conclusión de que era el resultado de una mala cita. Papá An hizo una taza de té con leche en silencio para su niña y An Yibei no se burló de ella, que era muy extraño. Hasta aclaró su garganta y la consoló.
—Xiaxia, no dejes que te afecte. Todavía eres joven y habrá mejores chicos en el futuro. Ahora olvídate de esa escoria. Esfuérzate y, después de que entres a la universidad, ¡innumerables jóvenes te estarán esperando ahí! ¡Los bastardos que no te atesoran pueden irse al infierno!
Sheng Yize acababa de regresar en un taxi y estaba subiendo las escaleras cuando escuchó eso. Casi se tropieza y cae. ¿¡Acaso había amor en este mundo!?
—Hermano, ¿qué pasó con lo de no involucrarse con chicos? —preguntó ella con inocencia.
An Yibei tomó su reacción como un rechazo y suspiró.