Al ver a la mujercita saltando frente a él, Sheng Yize sintió que los músculos de su rostro se tensaban de apoco. Las yemas de sus dedos temblaban, al igual que su voz.
—¿Eso es lo que me querías decir?
—¡Sí! ¡Eso era! —An Xiaxia asintió con impaciencia.
Él sentía que su corazón acababa de tomar una montaña rusa desde el punto más alto al más bajo. Había estado a punto de... confesarle sus sentimientos.
Incluso cuando él mismo pensó que era ridículo y aunque no se había acercado a ella con la consciencia limpia, siempre había sido alguien que seguía su corazón. Porque la quería, deseaba hacerle saber sus sentimientos, quería estar con ella y consentirla abiertamente como su novio.
Sin embargo...
Desde que era pequeño había sido presuntuoso, y tenía razones para serlo. Pero en cuanto a relaciones, era un lienzo en blanco. Por lo tanto, había olvidado lo más importante...
Todo había sido una ilusión. ¿An Xiaxia sentía lo mismo por él?