—Oye Sei. Qué son todas estas…
Una fuerte voz rompió el silencio que hizo voltear la cabeza de Davi hacia la entrada desde donde venía la voz.
Al momento en que ella vio quién era, parpadeó casi diez veces. Otro individuo alto y guapo, quien parecía ser un chico de flores, estaba parado aquí sosteniendo un ramo de flores rojas en sus manos. Las flores eran tantas para que las sostuviera que algunas de ellas ya se habían esparcido en el suelo.
Pero la cara irritada del hombre de repente se volvió suave cuando vio a Davi. Sus ojos brillaban nada más que con alegría. Su desordenado cabello café y linda cara eran como si fuera miembro de una banda juvenil famosa.
—Hola, joven señorita— exclamó alegremente mientras caminaba hacia ellos con una gran sonrisa, a medida que las flores continuaban cayendo al piso, una tras otra.
Sin embargo, Davi ni siquiera le había preguntado cuando otra fuerte voz resonó nuevamente.
—¡Hola jefe! Qué rayos son todas estas…— Otro individuo se metió por la entrada con el mismo ramo de flores rojas en sus manos. Pero los dos hombres cerca de Davi ignoraban al joven hombre, quien se detuvo de inmediato al momento en que la vio.
—Por cierto, soy Ryou, soy el…digo, soy el amigo de tu esposo— El alegre chico de las flores dijo con la misma dulce sonrisa.
—Gusto en conocerlo, soy Davi.
Educadamente Davi lo saludó con una sonrisa que lo hizo sonrojar un poco. Ryou estaba sorprendido de cuán hermosa era Davi en persona. Su aspecto era algo que iba más allá de la belleza.
—Ah…¿esto?— Ryou se dio cuenta que Davi estaba mirando las flores que estaba sosteniendo, entonces miró al hombre que estaba en silencio a su lado.
—¿Por qué tantas de estas? — Ryou le preguntó con voz baja y lleno de incredulidad.
—Dijiste que le gustarían— dijo en blanco el hombre enmascarado mientras suelta su corbata, luego en silencio se dirigió a las escaleras. Ryou y Davi se alejaron boquiabiertos hasta que Sei desapareció de su vista.
—Yo no dije que comprara tantas— dijo Ryou, como si fuera un padre emproblemado quien no pudiera averiguar cómo funciona la mente de su propio hijo. Repentinamente dejó caer el ramo de flores de sus manos y cayeron todas al suelo. Davi estaba un poco sorprendida desde que supo que estas no eran cualquier flor roja. De hecho eran las más caras rosas alrededor.
—¿Ahora qué vamos hacer con todas estas? ¡Él las compró para ti, pero compró demasiadas! Aún hay un camión afuera lleno con más rosas rojas. Jaja— Ryou reía mientras que Davi cerraba sus ojos como si se sintiera un poco más aliviada. Por alguna razón, su miedo había disminuido un poco solo porque Sei, su temeroso enmascarado esposo, extrañamente compró un camión lleno de rosas rojas. Ella estaba un poco contenta de que al menos, quería darle algo que pensaba a ella le gustaría, pero al mismo tiempo, su curiosidad por él también crecía de manera dramática. En alguna parte dentro de ella, quería saber más sobre este misterioso hombre.
…
En la espaciosa habitación del amo.
Davi ya se había bañado y ahora estaba lista para dormir. Ryou dijo que Sei estaría en su sala de estudio y molestarlo no sería una buena idea. Así es que Davi fue y consiguió un jarro bajando las escaleras y puso algunas de las rosas rojas en este, lo tomó y se regresó a la habitación. Después de unos momentos, se recostó en la cama vestida con una larga camiseta azul con calaveras sonrientes impresas con unos cómodos shorts a la rodilla. Sintiéndose profundamente incómoda y nerviosa, en silencio miró el techo mientras sostenía la venda roja en su mano.
Su largo pelo negro estaba atado en un moño y su piel estaba brillante. Davi, las rosas rojas y la venda roja eran las únicas cosas coloridas dentro de la espaciosa, negra y gris habitación.
—¿Qué te hace pensar que me puedes seducir vestida así?
La voz sexy de Sei hizo que Davi se levantara. Ella sintió como si su corazón se fuera a salir de su pecho. Ella miró hacia la puerta y Sei estaba ahí, parado como un príncipe genial perfectamente enmascarado incluso en su completo pijama negro.
—¿Seducir?— Davi no pudo entender qué decía. ¿Por qué lo seduciría? Él me podría hacer cualquier cosa que quisiera, ¿no? O, ¿era porque no se sentía atraído a mí de todas formas? ¿En serio?
Sei movió sus largas piernas y caminó cerca de ella, pero paró a mitad del camino. Las rosas rojas captaron su mirada por un momento, y luego se puso detrás de ella, sentado como un buen estudiante, en su cama.
Luego se sentó casualmente a su lado, sin saber que el latido del corazón de Davi era un caos. Ella estaba increíblemente nerviosa pero hacía lo mejor que podía para mantenerse calmada.
—¿Mencionó Zaki algo acerca de mí?
—¿Z…Zaki?
—Digo, Chen.
Davi meneó su cabeza mientras miraba de manera nerviosa al hombre al lado de ella. Sei también volteó su cara hacia ella.
—De hecho hay un problema.