-- Quieres recuperar tu vieja vida?-- preguntó y no sé bien del por qué, quise huir para siempre.
-- No, quiero saber si tuve familia y qué pasó con ella-- traté de explicarlo.
-- Es mejor que no hagas nada-- y ví una furia que nunca había visto en sus ojos, que se estaban volviendo rojos y se estaban contrayendo.
-- Tú no puedes prohibirme lo que quiero y puedo o no hacer-- y sentí como una ira empezaba a manifestarse.
Estaba por decir algo más, pero calló. Se fue de la habitación, dando un portazo.
Me crucé de brazos y supe que debería desaparecer, dejándolo solo.
El aroma de la nueva comida que estaba empezando a desear, invadieron mis fosas nasales. Cerré los ojos brevemente y cuando los abrí de nuevo, estaban del color de un gato negro.
Salí y prácticamente volé por la ciudad, hasta llegar a donde estaba mi comida gourmet.
Vigilé como un depredador carroñero perseguía el resto de la presa de otro depredador.
La criatura negra como el carbón, estaba haciéndose grande y más me entraban ganas de devorarla de un sólo bocado.
Esperé pacientemente que la persona que estuviera creando eso, se alejará lo suficiente para que yo saltará y le clavará el diente.
No me hizo esperar mucho y cuando empecé a succionar la fuerza vital de esa cosa, experimenté algo nuevo. Me había abstenido de mi alimento para no horrorizar a Hércules, cosa que iba a cambiar ahora que planeaba desaparecer para siempre.
Desaparece y yo tenía que buscar una manera de sacar el exceso de energía que tenía mi cuerpo.
Estaba por salir del callejón, cuando la mano de Hércules me detiene:
-- A dónde vas?-- pregunta como si fuera mi dueño, algo que no me gustó mucho.
-- Eso es asunto mío-- y tuve el placer de verlo contraerse.
Me estampillo contra la pared próxima y me besó salvajemente. Yo correspondí a su provocación y es más lo incité a que lo siguiera haciendo y más, mucho más.
Hasta que él siente el tremendo deseo de clavar sus colmillos en la piel expuesta de mi cuello.
-- Hazlo-- tenía la voz excitada y mis pupilas estaban acorde a lo que sentía.
Él avanza y siento como hunde sus colmillos en mi piel. Sentí placer y empecé a gemir.
Entreabrí los ojos un poco y ví como una flecha estaba dirigiéndose hacia a Hércules. Lo empuje y la flecha alcanzó mi brazo y las uñas de mis manos se convirtieron en dos garras gatunas.
Rugí y me puse delante del vampiro.