Mi mente explotó. Hubo fuegos artificiales que aparecieron en mi cabeza. Pero hubo un destello blanco.
Me aparté y tuve que agarrarme de sus brazos. Sentí frío, mucho frío y el color desvaneció.
-- Se está recuperando-- dijo papá que suspira lleno de alivio al verme despertar.
-- Qué pasó?-- fue lo único que pregunte.
Me dolía el cuerpo. Sentí como cada músculo estaba contraído y las articulaciones me clavaban agujas.
Ví que papá me había puesto una intravenosa y quise llorar. Desde el accidente, mi salud física y mental me había controlado por siete largos años.
Lo que me parecía raro era el hecho de que solamente mi malestar se activará cuando estaba cerca de ese hombre de ojos ámbar.
Aún recordaba el sabor y la textura de sus labios sobre los míos. Y el recordarlo fue que me llevó a una habitación blanca, donde el estaba abrazándome por detrás y me había besado. Una débil gota de agua dulce recorrió mi mejilla y supe que era un recuerdo triste.
No fui a trabajar esa noche en el antro, pero mi tío Baquo me trajo una mini tarta de chocolate con crema de queso. Me malcriaba con todos los pedidos que le hacía y él me los cumplía.
A la mañana siguiente, ya me sentía mucho mejor. Así que me preparé para ir al trabajo.
Ofelia me recibió con los brazos abiertos y me abrazó hasta afixiarme.
-- De verdad te encuentras bien?-- me pregunta realmente estaba preocupada.
-- Estoy bien, cada tanto cuando me esfuerzo recordar antes del accidente, tengo estos ataques-- expliqué que no era la primera vez que eso me ocurría.
Ingresé a la cocina y empecé a trabajar.
Ivanhoe había ido con sus hermanos al restaurante. Se había quedado preocupado como había perdido el conocimiento. Sospecho que la caída del cuarto piso del sanatorio fue castratófico. Aún tenía pesadillas al respecto.
-- Hamlet, ya está el pedido-- y lo dejé en el borde.
Me volví para continuar con el trabajo.
Cuando agarré las cerezas para decorar la última tarta del día. Descubrí su color rojo brillante y parecía sangre. Fue ahí cuando Ivanhoe agarra mi mano, mira el estado de mis manos. Luego me mira para comprobar que yo estaba bien, aunque la verdad estaba actuando para dejar que se preocuparan por mí.
Su lengua pasa cuidadosamente por cada dedo sucio de cereza. No me había quitado la mirada de encima.
Sentí calor y un agradable cosquilleo que fue bajando hasta llegar a la parte baja de mi abdomen. Me ruboricé hasta las orejas.
Vuelve a acercarse a mí:
-- Cuál es tu nombre?-- me pregunta.
-- Mi nombre es Rebeca, pero me dicen Becca-- caí bajo su embrujo--. Y el tuyo?
-- Ivanhoe-- me resultaba familiar ese nombre y estaba por hacer un esfuerzo por recordar--. No te esfuerces-- me pone un dedo en el entrecejo--. Eres mía-- y la leve sonrisa que me brindo fue la que me terminó por atrapar.
Me vuelve a estrechar con su cuerpo y está vez fui yo quien busco sus labios y me sujeté en su cuello para profundizarlo. No me había dado cuenta de que eso iba a pasarme factura.