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Chapter 11 - White

No programe el siguiente lugar, solo me fui. Los planos pasados habían sido estropeados, por el hijo de su madre de Cedric.

No podía dejarme en paz, aunque una sola vez. Yo no fui quién lo había traicionado primero. Él fue quien lo hizo primero.

Me arrepentí de haber ido al Bronx, me había olvidado por completo que Charlie era un lacayo de Cedric. Por qué lo olvidé.

Fue ahí como até los cables. Ese traficante de armas era el quién me tendió una trampa. Iba a pagármela.

Me baje en la última parada del bus, y no sabía dónde me encontraba. Empecé a caminar por el pequeño sendero que se encontraba a mi derecha, y atravesaba lo que era una especie de bosque.

Comenzó a llover y no me importaba mojarme. Pero las heridas hechas por las astillas, empezaron a pasarme factura. Me ardía.

Apreté los dientes y no chillé. Debía seguir y buscar un buen refugio.

Escuché que alguien estaba tocando la bocina de su auto.

Solté un suspiro cargado de resentimiento. Me corrí hacia un costado y seguí caminando sin preocuparme de las lágrimas de la naturaleza.

Empecé a cantar en voz baja la primera canción que se me venía a la cabeza. No me importaba más nada.

Me paralice al sentir que el agua empezaba a quemarme la parte de la cara quemada. Me dolía mucho, y en varias oportunidades me llevé la mano hacia la herida. Sentí como habían empezado a aparecer las ampollas.

No iba a llorar por la herida que yo misma me hice.

Me había detenido a descansar por un momento, me baje la capucha y levante la mirada hacia arriba. Cerré momentáneamente los ojos, agudice los oídos y solte el más largo de todos los suspiros, llevándose mi angustia consigo.

Cuando me paré y abrí los ojos, me encontré con un par de cristales azules mirándome.

-- Busca refugio para pasar la noche, anunciaron que iba a llover hasta mañana-- me informa como disculpándose por haber tocado la bocina.

-- Gracias-- fue lo único que dije al retomar el camino y alejándome de ese par de ojos.

No volví a mirar atrás, no era una costumbre mía.

-- Parece que no eres aquí-- "que inteligente para pensar eso" pensé para mis adentros--. Sino tienes inconveniente, puedes quedarte con nosotros.

-- No, gracias-- y no lo miré--. Puedo ir más lejos-- y no iba a ceder.

-- Como quieras-- se encogió de hombros, lo ví por el rabillo del ojo.

Se marchó y me dejó tranquila.

Me adentré al bosque y me subí a un árbol, donde me quedé a pasar la noche.