Me quedé un tiempo escondida en el bosque, hasta que el puma ya se había curado. Entonces me encaminé a seguir caminando, sin importar el camino que había elegido.
No me importaba ir sin tener un camino trazado y era la primera vez, en toda mi vida que me sentí en paz.
Capaz que el depender de la naturaleza, me había dado la tranquilidad que quería y deseaba, dándome cuenta de que la necesitaba.
Además tuve un montón de tiempo para pensar y reflexionar. No quería que nadie me perdonará el hecho de haber matado a tantas personas a lo largo de mi vida. Hubo momentos en que no hubiera deseado hacerlo, pero no me arrepentía.
Una vez encontré un refugio para pasar la noche. No me lo pensé dos veces, ya que esa noche la estaba sintiendo más fría que lo usual.
Me acobije en un costado semi oculto y los brazos de Morfeo me seducieron rápidamente. Me quedé dormida.
Sentí unas manos asquerosas tratando de sacarme los pantalones. Mientras que otro par estaba tocándome los pechos.
Cuando abrí los ojos, vi dos caras que estaban llenas de satisfacción.
Sonreí.
La punta de mi bota tenía una pequeña pero filosa cuchilla. Con un ligero movimiento de mi pierna derecha, se la clave al que estaba tratando de sacarme los pantalones.
Se fue hacia atrás, maldiciéndome.
Al otro le quebré las manos.
Luego les disparé en la cabeza, tras darles un par de patadas.
-- Eso fue impresionante-- dijo una voz masculina.
Me di media vuelta y me di cuenta que era él. El hombre que habían atrapado y no me quitaba la mirada.
-- Mi nombre es Ivanhoe-- se presenta y se acerca hasta que me agarra la mano, donde tenía el arma--. Me gustaría que trabajarás para mí.