Ser el amuleto de la suerte de una academia era toda una experiencia.
Incluso cuando Yao Si estaba en el inodoro, podía escuchar a la gente alardear.
—¿Conoces a la presidenta del sindicato de estudiantes? ¡Dios Mu tocó su cabeza!
—...
Yao Si sintió que su corazón se apretaba. Desde que se convirtió en presidenta, no había sentido ni una vez la presión o las dificultades que se había imaginado a punto de enfrentar. Toda la academia se mantuvo civilizada y respetuosa con la forma en que se desarrollaron las cosas, e incluso los miembros de la unión estudiantil se mostraron ciegamente complacientes con sus demandas. Las palabras de la presidenta eran básicamente un ultimátum. Incluso si alguien lo desaprobaba de vez en cuando, no importaba. ¡Tendrían que cambiar sus puntos de vista!
¿Qué? ¿Y si algo salía mal?
