La Isla del Demonio no era demasiado grande. Llegaron a la playa del sur en tan solo dos horas. No había arena, solo una masa de coral, piedras y peñascos. Aparecían enormes arrecifes cuando bajaba la marea, formando un puñado de pequeñas islas.
Los tres mosqueteros de Europa se pusieron a trabajar. De pie en un triángulo, tomados de la mano, y usando un método único, unieron sus poderes para evaluar los alrededores y dirigir al equipo.
Tras un rato caminando, la expresión de Gordito cambió. Se detuvo de golpe y comenzó a llorar: —¡Esperen, esperen! ¡Me duele el estómago! Necesito atender el llamado de la naturaleza.
Zhang Shan, con una mueca, replicó: —Los idiotas están llenos de mierda. Apresúrate.
—No, no. Estaesgrande. Me tomará cerca de media hora. He pasado hambre por dos días y creo que comí algo malo. ¿Por qué no se adelantan? —sugirió Gordito, que ya se veía fatal.
Su rostro ruborizado estaba cubierto de gotas de sudor.