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Chapter 39 - Capítulo 39 – Aquí No Recibimos Huéspedes Femeninas

Luego de la cena, Xia Ling se ofreció para ayudarlo a limpiar el desorden en la cocina. Básicamente no quería quedarse sola en el salón de estar con Er Mao, el leopardo. Li Lei se dio cuenta de sus intenciones y le dijo: —ve a descansar en el cuarto de huéspedes, es la segunda puerta a la izquierda.

Obedientemente fue a la habitación de huéspedes como si él le hubiera salvado la vida. Un refrigerador de roble para vinos contenía una gran variedad de costosas botellas de vinos.

Xia Ling abrió de par en par la puerta del closet y vio muchos trajes envueltos colgados. La hechura era profesional, elaborado con selectos materiales y las etiquetas indicaban que eran piezas de marcas de lujo conocidas internacionalmente. Ninguna podía ser adquirida por una persona común. Mirando rápidamente, se percató de que habían diferentes tallas y las colecciones iban desde pijamas hasta chaquetas, claramente estaban ahí para ser usados por los huéspedes.

La única cosa desafortunada era que sólo había trajes masculinos.

Xia Ling frunció el entrecejo ya que esto le parecía extraño. El Jefe Li era un hombre bien parecido, rico y un casanova. Sus tendencias de playboy se apreciaban en sus intentos de coquetear con ella. ¿Cómo podía alguien como él no tener trajes femeninos para sus huéspedes?

Sospechó haber entrado en la habitación equivocada y se devolvió a buscarlo. Le preguntó: —¿Jefe tiene habitaciones con trajes para huéspedes femeninos?

Li Lei estaba limpiando el desastre en la cocina. Bajo la suave luz amarilla, se veía fantástico con su bronceado; sus fuertes dedos resplandecían bajo la luz mientras se movían cubiertos por las burbujas de la espuma del líquido para lavar platos. Al escuchar su pregunta, volteó su cabeza, la miró y riendo dijo: —¿Trajes femeninos? Lo olvidé completamente. Usualmente no invito a mujeres aquí. Espera un momento enviaré a alguien a buscarte uno.

Rápidamente Xia Ling dijo: —No, está bien. Puedo usar un traje de hombre —estaba muy consciente de su actual estatus, una insignificante aprendiz en la base de la cadena alimenticia. En este punto ya estaba disfrutando de comidas gratis, hospedaje, ¿qué más podía pedir?

Sin embargo, Li Lei dijo: —Espera un momento.

Una orden que no podía ser cuestionada.

Él se limpió sus manos con un trapo blanco, caso su celular y marcó un número.

—Su Tang, ve a comprar unas prendas femeninas y tráelas. Sí, estoy en mi casa, Apartamento Cheng Nan Apartments. Para una joven de 17 años, necesita batas de baño, pijamas, chaquetas… todo. ¿La talla? —miró a Xia Ling y le dio a la dama, al otro lado de la línea, una secuencia de números; los cuales eran un estimado preciso de su altura, peso y medidas.

Xia Ling se quedó muda. Había subestimado las habilidades del gran jefe casanova. No había forma en que pudiese precisamente estimar las medidas de una joven simplemente mirándola, a menos de que tuviera mucha experiencia haciéndolo.

Poco después, el timbre sonó.

Sin esperar a que Li Lei abriera la puerta, la persona entró por su propia cuenta. Aparentemente era alguien en quien él confiaba y tenía la llave de la casa.

Xia Ling vio a una graciosa y linda joven con largo cabello hasta su cintura, que parecía suave como las brillantes algas, bajo la cálida luz de la lámpara de cristal. Llevaba un vestido largo tejido color lila y una bufanda con flecos sobre sus hombros. Tenía un brazalete de metal en su muñeca y muchas bolsas de compra que parecían lujosas, y mientras caminaba, dejaba un rastro de fragancia.

La joven se detuvo frente a Li Lei y lo saludó: —Joven Amo.

Li Lei le preguntó: —¿Lograste comprar todo?

Su voz sonó plácida mientras respondía: —Si, tengo todo. Está todo aquí—le entregó las bolsas de compras que debieron haber costado una fortuna.

Li Lei las tomó y se las dio a Xia Ling diciendo: —Toma tu ropa.

Las bolsas era algo pesadas y transmitían esa picante, casi mortificante sensación que los objetos de lujo nuevos suelen tener. En su vida pasada Xia Ling había conocido estos productos y no se sintió increíblemente consentida cuando los recibió. Educadamente dijo: —Gracias. 

Li Lei respondió despreocupadamente: —Está bien. Fue mi error al no ser considerado y olvidar tener ropa femenina. Si aún necesitas algo, por favor, dime. O sólo infórmale a Su Tang directamente. Ella se asegurará de que lo tengas.

Xia Ling, con una expresión indicó que no le faltaba nada, se dio la vuelta hacia Su Tang para darle las gracias.

Su Tang tenía buenos modales y sólo habló refiriéndose al Joven Amo que conocía cuando entró a la casa. Ni siquiera miró al huésped en la casa temiendo que la pudiera incomodar. Sólo levantó sus ojos para mirar a Xia Ling al escuchar su agradecimiento, sonriéndole educadamente.

Pero, por alguna razón Xia Ling sintió que su sonrisa era fría e hipócrita.

Parecía que no le agradaba a esta graciosa y elegante joven. Mientras Xia Ling trataba de adivinar cómo había logrado ofenderla, Li Lei dijo: —Bien Su Tang, puedes irte.

Su Tang no se marchó inmediatamente. Dijo: —Joven Amo, ayer comentó que le gustaría comer un guiso con huesos de buey y tomates. Esta mañana preparé todos los ingredientes en la cocina, ¿hago la cena para usted ahora? Mientras hablaba miró a Xia Ling y dijo: —Puedo preparar un poco más para la señorita.

Sus habilidades culinarias eran fantásticas, pero de ninguna manera inferiores a las del Joven Amo, la mayoría de las jóvenes eran incapaces de igualarla.

Su Tang ya había decidido mostrar sus habilidades.

Sin embargo, Li Lei dijo: —¿Guiso con huesos de buey y tomates? ¿Te refieres a los tomates que estaban en la heladera? Ya los usamos todos.

Él miró a Xia Ling mientras hablaba. Xia Ling se tocó la nariz con vergüenza. Bien, debía admitir que había desperdiciado todos los tomates. Pero, solamente había pelado mal unos cuantos. No era necesario que él los tirara todos al tacho de basura

—Acabamos de cenar —le dijo Li Lei a Su Tang—. Puedes encargarte de otras cosas, no tienes que quedarte.

Esta vez era el turno de Su Tang de sorprenderse. ¿Desde cuándo su Joven Amo cocinaba junto a otra mujer? Aunque él fuera hábil en la cocina hacía mucho tiempo que no tocaba nada en la cocina. Usualmente Su Tang preparaba la cena. ¿Por qué hizo una excepción para con una extraña?

Lo que es más…

No resistió darle otra mirada a Xia Ling, sus ojos se posaron sobre las bolsas de compra en las manos de Xia Ling.

Puede que el Joven Amo sea un playboy y tuviera una cita tras otra. Sin embargo, jamás había permitido que una mujer se quedara en su departamento. ¿Qué pasaba hoy que había permitido que esta joven se quedara?

Mientras pensaba en eso, la frialdad en la mirada de Su Tang se hizo más aparente.

La mente de Xia Ling aún estaba en los tomates desperdiciados y no se percató de la animosidad de Su Tang. 

Aunque Su Tang estuviera realmente triste en lo más profundo, ella sólo podía mostrar su elegancia frente a Li Lei. Miró hacia abajo mientras se recomponía, diciendo calmadamente: —Bien, entonces me marcho.

Lo dijo mientras salía. 

Li Lei bajó levemente sus ojos y miró mientras Su Tang se marchaba. Se volteó hacia Xia Ling quién aún permanecía atontada, y dijo: —Eso es lo que yo llamo una mujer.

—¿Qué? —Xia Ling lo miró confundida.

Li Lei expresó su insatisfacción diciendo: —No puedes ni cocinar, ¿Qué clase de mujer eres?

Xia Ling no supo que responder.

Resistió la necesidad de voltear sus ojos. Apretó sus dientes fuertemente y regresó a la habitación de huéspedes. Se encerró en el baño y tomó una ducha.

Una cálida bruma salió de la ducha, sintió que se relajaba lentamente. Hoy habían sucedido muchas cosas, especialmente el aterrador encuentro con Pei Ziheng, lo cual la hizo sentirse cansada física y mentalmente. Luego del baño, tomó del closet una suave bata de baño que había traído Su Tang, se la puso y se acostó sobre el enorme y suave edredón de plumas. Cerró sus ojos y se durmió.

Su conciencia se nubló, se encontró rodeada por una bruma, sin fin.

Estaba completamente desnuda, y de alguna manera, estaba encerrada en la enorme jaula. Entre la bruma, vio una enorme alberca blanca que la rodeaba, la cual no podía abrir sin importar lo fuerte que lo intentaba.

Al bajar su cabeza, vio que sus tobillos estaban encadenados en cadenas de oro puro.