Vivian, que estaba afuera en la mansión Carmichael, vio salir el carruaje mientras los miembros de la familia de Leonard estaban afuera, para verlo ir a la mansión de Rufus.
Todo el tiempo, la pequeña Eleanor se mantuvo quieta sin decir una palabra de protesta. Ella estaba triste por su partida y por la pelea en la que su hermano y él se habían metido, pero al mismo tiempo, estaba feliz, feliz de que Leonard no volviera a ver a la chica. La forma en que había acariciado a la muchacha la había puesto celosa, celosa de la existencia de la muchacha, ya que era la casa de Eleanor y no la de un extraño que acababa de llegar a la mansión. Desde que los había oído y visto hablar,odió a la niña.
Vivian vio a la pequeña Eleanor girar la cabeza lentamente mientras todos murmuraban sobre lo que acababa de pasar. Se giró para mirar a la chica rubia que tenía las manos apretadas contra el vestido de una de las sirvientas.