Una mirada fiera cruzó el rostro de Xinghe, y sus dedos diestros volaron sobre el teclado.
Sus diez dedos trabajaban tan rápido que Xia Zhi tenía problemas para seguirlos.
Él sabía de antemano que su hermana era un poco psicópata cuando se trataba de sus habilidades de programación, pero aún perdía el aliento cada vez que la veía hacer su magia.
—¿Hermanita que estás haciendo?—preguntó Xia Zhi inclinándose hacia adelante.
Basado en la concentración de su hermana, ella debía estar haciendo algo importante.
—Tu descansa —ordenó Xinghe sin quitar los ojos de su computadora portátil.
Xia Zhi se acostó de vuelta obedientemente y paró de molestarla.
En realidad, Xinghe estaba juntando toda la información que pudiese sobre Chui Ming.
Sus detalles personales seguían vertiéndose en la computadora de Xinghe...
Su velocidad y ética de trabajo no era ni un poco menos que la de un real agente del FBI.