Cuando volvió a su habitación, el pequeño gato negro apareció inmediatamente y saltó sobre su hombro mientras se restregaba contra su mejilla con afecto.
—¿Todos los abuelos deberían ser así?
Ella estaba sentada frente al espejo de bronce, observando al reflejo extraño y familiar.
—Según las relaciones normales, deben ser de esa forma —el gato negro balanceaba su tupida cola. Era el único que sabía lo que la palabra "abuelo" significaba para ella.
—¿En serio?
Sus ojos bajaron mientras ella agarraba su pecho con gentileza. Dentro, sentía una calidez que irradiaba… algo que nunca había sentido.
Un poco amargo, un poco cálido. Lo amaba.
Jun Wu Yao le había preguntado una vez si había estado enojada cuando Mo Xuan Fei y Bai Yun Xian vinieron a romper el matrimonio arreglado.
La respuesta en su corazón había sido: "¿Por qué tendría que estarlo?".
Para ella, el pasado de este cuerpo no tenía nada que ver con ella, incluso el Palacio Lin no tenía mucha relación con ella así que no sentía la necesidad de estar enojada, pero ahora las cosas eran diferentes.
La voz de Jun Xian hizo eco en su memoria. La constante persistencia para tomar su medicina, los pequeños intentos de bromas que hacía para que ella sonriera, todo era extraño para ella.
—El es mi abuelo.
El reflejo en el espejo de bronce mostró una pequeña sonrisa, una que era suficiente para derretir hielo y nieve.
Dios la había compensado por su experiencia pasada dándole la oportunidad de experimentar lo que era que alguien se preocupara por ella y la protegiera. Ella no permitiría que nadie destruyera esta felicidad recién encontrada.
—No dejaré que nada le ocurra al Palacio Lin, ni a mí, ni a mi abuelo —dijo con convicción mientras entrecerraba sus ojos.
En el pasado, nada había sido digno de preocupación pero ahora las cosas habían cambiado.
El Palacio Lin estaba en aguas turbias y para protegerlo, debía tomar acciones decisivas. Las cosas no eran tan simples.
— Mi loto blanco… al fin y al cabo…¿qué eres? —susurró en voz baja mientras trazaba sus esbeltos dedos sobre el lugar vacío que había dejado el anillo. Una luz tenue salió de sus dedos y el loto blanco apareció nuevamente.
—Meow.
—¿Quieres ver qué puede hacer?
El gato negro estaba moviendo su cola con felicidad mientras ladeaba la cabeza y observaba con atención al loto blanco.
Ella colocó al loto blanco en su palma y acarició delicadamente sus pétalos. Una fragancia suave impregnó la habitación.
Su perfume es hermoso, pensó mientras inhalaba profundamente. De alguna forma ella siempre había sentido eso cada vez que olía su aroma, su sangre parecía fluir más suavemente, como si el aroma tuviese relación con ese sentimiento.
La fragancia del loto era muy extraña, era muy tentadora e incluso condicionaba la sangre humana, quizás tendría también otros usos.
Se estiró para sacar uno de los pétalos… en ese momento… antes de que lo quitase…
—¡Ouch! Duele… duele… duele…
Una voz suave como la de un niño se escuchó a su alrededor mientras todo se llenaba de niebla.
Cuando la niebla gradualmente se dispersó, un niño pequeño estaba sentado en el suelo sosteniendo su brazo con lágrimas en los ojos, observando desanimado a Jun Wu Xie.
—Meow.
La aparición súbita del niño asustó al gato negro y casi se cae mientras luchaba para sentarse nuevamente en los hombros de Jun Wu Xie. Jun Wu Xie miró, sin poder decir nada, al niño sentado en el suelo. Estaba usando un babero con un vívido diseño de un loto blanco que lucía exactamente como el loto que era su espíritu contractual.