Después de echar un vistazo, se fue hacia arriba. Si los militares habían traído estos Familiares, definitivamente no habían venido de paseo. Ya tendría otras oportunidades para verlos.
Durante la primera hora, Murong Qiuye entró al aula por la puerta del frente, sonrió al profesor Zhang a modo de disculpa y tocó la puerta.
—Todos los estudiantes Entrenadores de Monstruos deben venir conmigo.
Las sillas comenzaron a moverse mientras salían, casi la mitad de la clase se estaba levantando. Parado en el estrado, el profesor bromeó:
—Parece que unos cuantos quieren ser Entrenadores. Bueno, bueno, esta nueva carrera tiene mucho futuro, es un sueño muy lindo de perseguir.
Los estudiantes estallaron en risas.
—Gao Peng, ¿te registraste para ser estudiante especial de Entrenador? —dijo Tan Qianjin, sorprendido.
Bajó la voz y preguntó:
—¿No eras Criador de Monstruos? Además, tienes muy buenas notas.
—Tu también las tienes, ¿por qué te registraste?
—En realidad, siempre me han gustado las mascotas. Desde que era un niño tuve perros y gatos en casa, además mi caricatura favorita de la infancia es Pokemón, ¡los monstruos me parecen muy cool!
Tan Qianjin estaba muy emocionado.
—No me perderé esto por nada. Después de todo, pretendo convertirme en el hombre que será el entrenador más fuerte de todos.
Al escuchar las palabras de Tan Qianjin, Peng no pudo evitar sonreír.
¿Quién no tenía grandes expectativas? ¿Quién no soñaba despierto? ¿Quién no deseaba ser un héroe en su propia historia? Él creía que las palabras de su amigo reflejaban lo que muchos estudiantes de Entrenador pensaban. A esta edad, siendo tan jóvenes y apasionados, todos tenían un gran sueño.
—¿Pretendes ser un hombre? Pensé que ya lo eras —bromeó.
Tan Qianjin quedó aturdido, pero después respondió:
—Argh, quise decir que me convertiré en el hombre que será el entrenador más fuerte, ¡no cambies mis palabras!
Entre una broma y otra, llegaron abajo, donde se encontraron con cientos de personas esperando y el número iba en aumento. Los estudiantes se juntaron y formaron una enorme tropa. Murong Qiuye fue hacia sus alumnos y les dijo:
—Vayan a la formación y sigan las instrucciones del comandante.
Gao Peng y el resto de los estudiantes asintieron y fueron hacia allá. Como una gota de agua cayendo en el mar, nadie lo notó.
Después de que llegaron todos, un coronel que traía una gorra de la armada se apartó del grupo de soldados y miró al público.
—Soy su jefe instructor, mi nombre de familia es Chen, así que pueden llamarme Instructor Chen.
Escuchó sonidos dispersos como respuesta. Sus pobladas cejas negras se fruncieron, parecidas a nubes oscuras que desciendían. Ordenó:
—¡Díganlo más alto! ¡Respondan!
Su voz era como un trueno, lo que provocó que algunos estudiantes tímidos temblaran y levantaran la cabeza con temor.
—Mírense, ¡perdedores! ¿Cómo es posible que puedan convertirse en entrenadores? Vuelvan con sus mamás —gritó.
Iba y venía, como un feroz tigre inspeccionando su territorio.
—¿Saben lo que es un entrenador de monstruos? ¿Creen que un simple Contrato de Sangre los transforma automáticamente en uno? ¡Patrañas! —rugió con voz grave.
—Ninguna creencia, ningun metal lo hará. Se harán en los pantalones cuando tengan enfrente un monstruo pájaro, las piernas les temblarán como espaguetis, ni siquiera podrán correr, ¡la gente como ustedes no son entrenadores, sino gallinas!
No mostró ni un ápice de simpatía. Su agresividad hizo sentir incómodo a más de un estudiante y algunos comenzaron a murmurar.
—Tú. Sal de la fila —ordenó, apuntando a uno de ellos.
—¿Uh?
El chico estaba atónito.
—"Uh..." Quç salgas de ahí en este instante, ¿qué fue lo que dijiste?
El instructor juntó las manos detrás de él.
—No, nada —dijo, con voz temblorosa.
No era un chico particularmente alto, tenía piel clara y gafas con montura negra.
Parecía un estudiante cualquiera.
—¿Crees que estoy sordo? Si fueras parte de mi grupo, ¡te patearía el trasero!
El instructor entrecerró los ojos.
—¡Cobarde! Regresa a tu lugar.
El coraje del pobre chico ya se había quedado a la mitad cuando lo sacaron de la fila, ahora se había desvanecido por completo como para responderle algo.
—Todos ustedes, párense en un cuadrado y sigan a la persona de adelante ¡Rápido! —ordenó.
Al poco tiempo, estaban listos y habían sido contados. Eran un total de 2,316 personas.
—Es su última oportunidad para rendirse, no podrán hacerlo más tarde —dijo el instructor con indiferencia.
Se miraron unos a otros, dubitativos. Después de unos momentos, un chico salió tímidamente de la fila, luego otro y otro más. Al menos 36 personas lo habían hecho.
El instructor no dijo nada malo ni denigrante, se limitó a asentir en silencio, dar un paso al frente para palmear el hombro de uno de los estudiantes y decir:
—Sé un buen alumno, estudiar para tu futuro es también una sabia decisión.
El chico se quedó sorprendido, no esperaba palabras tan dulces del despiadado instructor.
—Bueno, lárguense de aquí—dijo.
Después, se giró al resto de la tropa.
—Ellos no son desertores, sólo decidieron tomar otro camino, mientras ustedes se quedaron. A partir de ahora, si cualquiera decide abandonar el entrenamiento, ¡ustedes sí serán considerados desertores! No me hagan escuchar sus nombres.
El instructor puso una expresión fría en su rostro.
—Empiecen desde la primera fila. Cada 38 personas se forma un grupo, habrá 60 grupos en total. Tienen diez minutos.
Gao Peng estaba en el grupo diez. El instructor de su grupo, como el de todos los demás, era un sargento de tez oscura, alto y esbelto, no tenía ni el estilo de un hombre musculoso, ni el de una mujer bonita.
—¡Atención! Esto no es entrenamiento militar, pero quiero esa actitud. Recuerden su número de grupo para no terminar en otro mañana.
El apellido del sargento era Zhang, uno bastante común. Su nombre completo era Zhang Renbai y llevaba cinco años en el ejército, se había unido antes del cataclismo.
Les dio instrucciones por unos diez minutos e informó sobre los procedimientos de rutina y la agenda, después se pudieron ir. La eficiencia de estos hombres era impresionante.
Los estudiantes volvieron a clase en sus horarios habituales hasta finalizar el día.
Gao Peng no tenía que ir en el horario vespertino; poder estudiar en casa era un privilegio por sacar solo notas altas. En el camino de regreso, pensaba sobre las "malas noticias" que había dado el instructor Cheng: —Hay menos estudiantes anotados de lo que imaginaba. Eso es bueno y malo a la vez, ya que nuestro tope es de 1,200 estudiantes de Entrenador de Monstruos, lo cual significa que, después de un mes, sólo puede quedar esa cantidad para seguir con el entrenamiento. El resto que no logre alcanzar el nivel necesario, vuelvan a sus malditos libros. Si quieren estar aquí, deberán mostrarme sus habilidades y su fe. ¡Muevan esos traseros fuera de la zona de confort y peleen!.