Al volver a casa, Gao Peng notó que las flamas de Tontín parecían consumirse con más fuerza desde que comía agujas de cedro Yin. Abrió el refrigerador.
—¿Eh? ¿Dónde están todas las agujas de cedro?
El compartimento, que solía estar lleno, no tenía ni una aguja. Sacó el cajón para comprobar que no estaban y sólo encontró media aguja atorada en un costado. ¿Qué había pasado?
Frunció el ceño. Lo primero que se le pasó por la mente fue que había sido un ladrón. Miró al Simio Cráneo Maligno parado inocentemente en una esquina y al ciempiés descansando tranquilamente debajo del sofá. No parecía que hubieran entrado extraños, por lo que la única conclusión posible era que había sido alguien de la casa.
—Tontín, ven aquí.
Tontín giró la cabeza y caminó con desgano.
—¿Te comiste esto?—dijo, apuntando al cajón.
El monstruo agachó la cabeza, observó la media aguja que quedaba y se la puso en la boca. Mientras masticaba, fue hasta el bote de basura y puso la cabeza encima para que las cavidades del cráneo quedaran justo arriba, así los restos caían ahí. Cuando se la terminó, volvió a mirar a la nada tontamente, con la cabeza en la misma posición.
Gao Peng fue a mirar al cesto de basura y lo encontró lleno de restos de agujas de pino. Había encontrado al culpable.
Tontín empezó a entrar en pánico, bajo la mirada escrutadora de su dueño, así que comenzó a caminar lentamente hacia atrás, hasta que se topó con una pared y se dio la vuelta para quedar con la mirada hacia ella, como reflexionando sobre sus errores.
Da Zi vio una oportunidad, salió de su escondite y trepó por la pierna de Gao Peng, levantando la cabeza hacia él.
—¡Él se lo comió! ¡Él se lo comió!
La voz del ciempiés sonó en la cabeza del adolescente.
—Lo sé, lo sé—dijo, mientras le daba palmaditas en la cabeza.
—Y no me dejó ni un poquito.
Da Zi aprovechó la oportunidad para acusarlo.
—Pero supongo que no estabas enojado por eso, ¿o si? —pensó.
No estaba enojado con Tontín por haberse comido todas las agujas de pino, finalmente, para eso eran, pero haber comido sin permiso era un muy mal hábito, así que decidió que debía aleccionarlo correctamente.—La próxima vez que quieras comer más, me lo
tienes que pedir, ¿entendiste?—le dijo, mientras le acariciaba el cráneo.
No hubo ninguna señal que indicara que Tontín había entendido algo de todo eso; seguía mirando fijamente a la pared.
El cielo no había oscurecido aún por completo, así que decidió hacer una llamada al dueño de la tienda donde había comprado los materiales. Le había dado su número la última vez que fue, con la promesa de que cualquier cosa que comprara le sería llevada hasta la puerta de su casa.
Cuando el hombre escuchó que quería otros 18 kilos de agujas de cedro Yin y 6 de Higo del Rayo, mandó a un empleado enseguida para entregárselo. El repartidor era un chico joven, alto y delgado. Al darse cuenta de que debió haber tenido un viaje complicado hasta su casa, Gao Peng le sirvió un vaso con agua. Después de beberlo, el joven asintió con agrado.
—Gracias —le dijo.
—No es nada. Seguro ha sido difícil venir hasta acá—respondió, sonriendo.
El dueño de casa recibió los artículos, pagó y cerró la puerta. Le dio pequeñas palmaditas a Tontín en los hombros y dijo:
—Está bien, esta será tu comida por dos días.
El monstruo percibió el aroma de su comida y giró la cabeza para mirar el recipiente.
—DOS días —aclaró, remarcándolo con dos dedos.
—Debes comer la mitad por día, ¿te quedó claro?
Tontín asintió, las flamas en sus ojos brillaban intensamente. No había establecido un Contrato de Sangre con él, por lo que no podían comunicarse a través del alma.
Gao Peng no temía no poder mantener la dieta a base de agujas de pino del bicho, aunque costaban 1000 dólares alianza por medio kilo. Comía nueve kilos por día, eso sería alrededor de un crédito y medio. Ser capaz de comer más también era positivo, pues entre más nutrientes absorbiera, más rápido alcanzaría su siguiente evolución.
Al observar su tabla de estadísticas, podía ver que necesitaba unos 360 kilos de agujas para llegar al primer paso evolutivo. Llegar a grado épico no era tarea sencilla. Solo el gasto de materiales sumaba unos cuantos millones de dólares alianza, esa era la cantidad necesaria para Tontín en nivel elite. En niveles más altos, los materiales necesarios eran aún más exclusivos ues, naturalmente, eran más caros y mucho más difíciles de conseguir.
Sin importar en qué nivel estuviera un monstruo, al avanzar a cualquier nivel más allá del elite, bajaba un grado. Por ejemplo: un monstruo grado Perfección nivel Elite, después de avanzar a nivel Líder, pasaría a ser grado excelencia. Uno de grado épico nivel Elite pasaría a grado perfección.
Esto era porque el proceso evolutivo de un monstruo solía expandir su potencial. Era natural perder algo después de ganar algo. Pero, mientras el entrenador pusiera suficiente esfuerzo criando a su familiar, no había que temer bajar de grado por subir de nivel.
Después de hablar con Tontín, Gao Peng sacó otra bolsa de color rojo, en la que habían unos seis kilos de higos violetas. Por fuera, parecían ser higos comunes y corrientes, con la excepción de que eran morados. Las grietas en la fruta permitían ver sus semillas de un color violeta profundo.
Al olfatear la frutas, Da Zi estaba visiblemente emocionado y decía:
—Quiero comer, quiero comer.
Para promoverlo a grado perfección se necesitarían 120 kilos de higos del rayo, para consolidar una fuerte energía interna. Eran más baratos que las agujas de pino, costaban unos 200 dólares alianza por el medio kilo. Tenían un sabor crujiente y sabroso y solían usarse como acompañamiento para alimentos de alto grado.
Echó los higos en un recipiente de metal. Los ojos de Da Zi brillaban al ver la fruta fresca, pero no se atrevía a comer sin el permiso de su amo. Tras la orden de Gao Peng, los maxilares del ciempiés comenzaron a hacer ruido al golpear con los bordes del plato. Comía los higos en grandes bocados y los comía enteros, incluidos piel y semillas. Se detuvo después de haber comido un tercio del contenido, como si estuviera satisfecho. Después, se echó en el suelo, haciéndose una bolita.
Como tenían un largo período de conservación, no había problema si se los dejaba expuestos al sol y al aire. Gao Peng puso el recipiente junto al sofá.
…
Al día siguiente, por pedido del nuevo instructor, todos los alumnos que habían establecido contratos de sangre llevaron sus Familiares al colegio. Gao Peng puso una correa a Da Zi antes de salir. Al llegar, Este último pensó que había llegado a una suerte de parque de diversiones para monstruos; la escuela entera estaba llena de ellos, ya sea parados afuera o dando vueltas por ahí. Múltiples rugidos y chillidos se combinaban, creando una cacofonía de sonidos de monstruos, era extremadamente ruidoso.
Había Familiares enormes y Familiares pequeños, pero el más ridículo de todos era uno completamente blanco, que tenía la apariencia de un cerdo doméstico. Medía unos tres metros de alto y cinco de largo, lo que le daba la apariencia de una montaña de carne. Con cada paso que daba, la grasa en su cuerpo se movía como olas en el mar.
Junto a él estaba una chica muy bonita, roja de vergüenza. Las cosas no eran así cuando conoció por primera vez a su Familiar.
Lo que había visto en principio, cuando fue a la tienda de Familiares, fue un tierno cerdito rosado con un moño del mismo color en la cabeza. Se enamoró perdidamente de él con solo un vistazo. No tenía idea de que se convertiría en esta mole enorme en tan solo un año, el cuerpo le había crecido más y más cada día, lo mismo que su apetito.
Después de mirar a su dueña, el enorme cerdo blanco se recostó frente a la puerta del colegio para tomar sol. No había pretensiones en su expresión relajada, pues actuaba como si estuviera en el patio de su casa.