—¡Roar!
La serpiente gigante chilló y se apresuró alocadamente hacia Hijo del Cielo, quien estaba cubierto en el contenidos de huevo, dejando a Han Sen solo.
Han Sen se volteó y corrió con el huevo de serpiente que quedaba. Saltando en un bote inflable, remó desesperadamente al otro lado sin mirar atrás.
Aún tenía un huevo consigo, y si ambas serpientes decidían ir a por él, no sería nada divertido.
—¡Dólar, j*dete!
Han Sen escucho maldiciones de atrás, seguido por todo tipo de voces humanas y el chillido de la bestia.
Han Sen fue al otro lado, saltó en la costa y corrió fuera de la gran apertura. Sin pausa, corrió hacia el refugio.
Luego de correr por un momento, Han Sen empezó a estar intranquilo. En caso de que Hijo del Cielo y su banda escapasen, definitivamente irían tras él, y él no podía ir más rápido que sus monturas.
Han Sen decidió adentrarse al bosque y tomar un desvío para no arriesgar ser atrapado por ellos.
Ellos ya habían estado en el refugio por años, y todos estaban en gran forma física y tenían muchas almas bestia. Incluso si no eran pelea para las serpientes, de seguro algunos de ellos podían escapar. Lo mejor era ser precavido.
Esa noche, Han Sen encontró una esquina donde refugiarse del viento y consiguió algo de leña. Sellando el huevo de serpiente con una capa de barro, lo prendió fuego e hizo una barbacoa.
Mientras cocinaba, Han Sen murmuró:
—Vida pura, antes que veas este sucio mundo, déjame encargarme del pecado y enviarte de vuelta al cielo.
—Dragón de Obsidiana joven cazado. Ningún alma bestia ganada. Consumir para ganar cero a diez genopuntos aleatoriamente.
Habiendo cocinado por un rato, Han Sen oyó la voz.
Así que no era una serpiente…desafortunadamente no gané el alma bestia, pensó Han Sen codiciosamente.
Pronto el huevo estuvo cocinado y Han Sen usó un palo para sacar el huevo del fuego. Rompiendo la cáscara quemada de afuera, vio la deliciosa clara de huevo.
Han Sen dio una mordida. Sabía mucho mejor que un huevo de gallina.
—Dragón de Obsidiana joven consumido. Un genopunto sagrado ganado…
Han Sen comió el huevo entero y estaba tan lleno que no podía moverse. Había ganado cinco genopuntos sagrados. Añadiendo los ocho puntos que ya tenía, Han Sen ahora tenía trece genopuntos sagrados.
Le tomó a Han Sen ocho o nueve días alcanzar Refugio de Armadura de Hierro. Hijo del Cielo y su banda ya habían regresado hace dos días cuando él llegó.
Había solo ocho en la banda que regresaron con vida, y todos estaban heridos. Incluso algunos de los matones de Hijo del Cielo habían muerto. Hijo del Cielo no decía lo que hicieron, y Qin Xuan y Puño fracasaron en averiguarlo.
Varios matones contratados, sin embargo, habían vuelto con vida luego de haber caído al agua. Y a través de ellos, Qin Xuan y Puño eventualmente supieron lo que ocurrió. Aún no tenían idea de que había pasado luego de que los hombres contratados cayeran al agua, así que asumieron que la banda fue herida por los dragones de obsidiana.
Su suposición solo era cierta a medias, porque el huevo arrojado por Han Sen también contribuyó a los problemas de la banda. Después de todo, no hubieran tenido que luchar con los dragones si no hubiera sido por eso.
Hijo del Cielo tenía miedo de ser ridiculizado, y no contó lo que ocurrió después, mientras que secretamente lanzó una nueva búsqueda para encontrar a Dólar.
—Es una pena que Hijo del Cielo y Luo Tianyang no hayan muerto— Han Sen supo lo que ocurrió y se sintió aliviado.
Temía que Hijo del Cielo pudiera sospechar algo, viendo que regreso solo.
Ahora que había otros sobrevivientes, Han Sen naturalmente no tenía nada de qué preocuparse, y capturó una bestia de dientes de cobre primitiva en su camino de vuelta al refugio. Si Hijo del Cielo y su banda venían a interrogarlo, podía decir que fue arrastrado por la corriente y tuvo suerte.
Han Sen estaba pensando demasiado, porque Hijo del Cielo no tenía el tiempo para preguntarle y no hizo ninguna conexión.
Más de medio mes fue invertido en la expedición. Han Sen se teleportó fuera de Santuario de Dios para ver a su madre y su hermana. Sin embargo, a las puertas de la estación de teleportación, Qin Xuan estaba parada en la salida, mirándolo fríamente.
—De seguro puedes esconderte. Ha sido más de un mes desde la última vez que te vi. ¿Crees que te salvaré del castigo que mereces?
—Señorita Qin, ¿qué quieres? — preguntó. Han Sen la miró, deprimido. Qin Xuan era ahora la maestra de la estación, y no había forma de evitarla.
—Silencio. Toma esto y ven conmigo— ordenó Qin Xuan. Le arrojó un traje de combate a Han Sen.
De cualquier manera, no me matarías, pensó Han Sen, tomando el traje de combate y siguiéndola de vuelta a la estación. No se teleportaron a Santuario de Dios sino a la sala de combate de la estación.
Han Sen se puso el traje de combate y entró a la habitación, donde Qin Xuan se encontraba con un traje de combate rojo con rayas negras.
Un traje de combate no era sólo ropa, sino un producto de alta tecnología que podía funcionar como armadura, con sensores integrados que grababan todos los datos durante la pelea, incluyendo ritmo cardíaco, respiración, velocidad de golpe e impacto tomado. Esto permitía a los usuarios entender su estado físico y determinar métodos futuros de entrenamiento.
—Si ganas, te dejaré tranquilo de una vez— decidió Qin Xuan meneando el dedo, indicándole a Han Sen que atacara.
—Estás a punto de llegar al máximo de genopuntos sagrados y tienes muchas almas bestia. Yo apenas me gradué, y tú entrenaste en el ejército por mucho tiempo. ¿Por qué no solo dices que quieres matarme?
Incluso si Han Sen podía ganar, no quería exponer el hecho de que él era Dólar. Y no estaba confiado en la pelea.
—No se permiten almas bestia. Y terminamos si todavía te puedes parar luego de cincuenta movimientos— dijo Qin Xuan con desparpajo.
—Trato hecho— aceptó. Han Sen creía que podía aguantar cincuenta movimientos si se concentraba en defensa.