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Chapter 53 - Capítulo 53 – El Precio (Parte 2)

El Conde Juneau aún se negaba a hacer una oferta. Él planeaba hacer su oferta el 30 de junio. Mientras el tiempo seguía pasando, la valoración de las tres esculturas continuaba subiendo, pero debido a que incluso el trabajo de un experto era valorado en alrededor de mil monedas de oro, el precio subía lentamente.

500 monedas de oro. 510 monedas de oro. 515 monedas de oro.

Las ofertas continuaban subiendo lentamente. El 29 de junio, había subido a 625 monedas de oro.

30 de junio.

El Conde Juneau en realidad no apareció esa mañana, lo cual era una ocasión rara. Él esperó hasta que cayó la noche, debido a que la Galería Proulx no cerraba hasta medianoche. Las tres esculturas de Linley también serían removidas de la galería a medianoche.

—Ayer el precio era de 625 monedas de oro. Hoy haré mi oferta al final.

El Conde Juneau sonrió mientras caminaba hacia las tres esculturas.

—¿900 monedas de oro? ¿Qué idiota hizo esa oferta?

Al ver la oferta más alta, el corazón del Conde Juneau explotó con furia.

Ayer el precio era de solo 625 monedas de oro, pero en un día, el precio había subido dramáticamente. A pesar de que el Conde Juneau estaba furioso, no había nada que él pudiese hacer. Decidió espera pacientemente, y después de un largo periodo de tiempo, finalmente alzó la vista hacia el reloj.

—Ya son las 11 pm. En una hora, el lugar cerrará.

El Conde Juneau reveló un rastro de una sonrisa.

En la Ciudad de Fenlai, el Conde Juneau podía ser considerado como un noble de clase media. Cuando era joven, en realidad el Conde Juneau era muy pobre. Después, fue debido a su perspicaz inversión y recolección de esculturas que empezó a ganar riqueza lentamente. Su valor neto actual estaba en los cientos de miles de monedas de oro. 

—Conde Juneau, ¿también está aquí?

Un hombre de mediana edad con bigote y en camisa sonrió mientras se acercaba.

Al ver a esa persona, el semblante del Conde Juneau cambió, pero aún fue capaz de sonreír con calma.

—¡Conde Demme! Son casi las once. ¿Por qué está aquí?

Pero en su corazón, el Conde Juneau sentía que las cosas se habían vuelto peores.

El Conde Juneau y el Conde Demme eran considerados los más famosos coleccionistas de esculturas dentro del círculo de nobles de la Ciudad de Fenlai.

—¿Yo? Por supuesto que por esas tres esculturas —el Conde Demme acarició sus bigotes, luego dijo contentamente—: Conde Juneau, mire. Las líneas y el aura de esas tres esculturas son muy hipnotizantes. El experto que fue capaz de producir un aura tan única debe ser también una persona única.

El Corazón del Conde Juneau tembló.

De hecho…

Ese Conde Demme también había visto el valor de esas tres esculturas. Ya que él arribó a las once en punto significaba que tenía la misma idea que el Conde Juneau.

—Señorita, venga por aquí, por favor. —dijo el Conde Demme con mucha cortesía a la asistenta cercana, quien caminó hacia ellos con una sonrisa. El Conde Demme apuntó hacia las tres esculturas de Linley.

—Estoy dispuesto a pagar mil monedas de oro por cada una de esas esculturas.

—Solo un momento —dijo la asistente con cortesía:

Ella tomó el libro de registro e hizo algunas anotaciones antes de poner las ofertas al costado de las esculturas.

—¿Mil monedas de oro? —los músculos faciales en el rostro del Conde Juneau se retorcieron.

El Conde Demme dijo con una sonrisa: —Conde Juneau, esas tres esculturas son realmente excepcionales. Cierto, ¿qué lo trae aquí a tales horas en la noche, en vez de estar descansando en casa? ¿También está aquí por esas tres esculturas?

El Conde Juneau soltó un ligero tarareo.

—No esperé que el Conde Demme estuviese tan interesado en esas tres esculturas. Honestamente, no les he puesto mucha atención aún. Déjeme darles una mirada primero.

El Conde Juneau sonrió, entonces giró y comenzó a estudiar con intensidad las tres esculturas, ignorando totalmente al Conde Demme.

Al ver la escena ante él, el Conde Demme se mofó mentalmente: —Viejo zorro, ¿realmente crees que puedes esconder tus pensamientos de mí?

Como los murmullos de un río, la música continuó reproduciéndose en el salón principal de la Galería Proulx. Ambos Condes vieron tranquilamente algunas esculturas. La galería quedó tan tranquila como siempre.

*Dong. Dong.*

Los relojes en las paredes comenzaron a campanear.

Ya era medianoche.

—Señorita, por favor, venga aquí—dijo el Conde Juneau a la asistente, quien de inmediato se acercó.

—Esas tres esculturas, estoy dispuesto a pagar 1010 monedas de oro por cada una.

El Conde Juneau hizo su oferta al último momento.

La asistenta vio que la oferta actual por las esculturas era de 1000 monedas de oro. Ella no pudo evitar mirar hacia el Conde Juneau. Era muy afortunado que el Conde Juneau hubiese agregado diez monedas y no solo una.

—Por favor espere un momento —la asistente tomó su libro de registros.

—Conde Juneau, ¿de verdad solo agregaste diez piezas de oro? ¡Ofertaré 1100 monedas de oro!

La voz del Conde Demme se escuchó. El Conde Juneau frunció el ceño mientras giraba a mirar hacia el Conde Demme, que estaba caminando casualmente con un aire jocoso y una mirada arrogante en sus ojos.

Mientras paseaba, el Conde Demme había estado poniendo atención al Conde Juneau todo el tiempo, y tan pronto como el Conde Juneau hizo su oferta, él apareció.

—Oferto 1200 —dijo el Conde Juneau en voz baja, con una furia claramente visible. Al ver que se avecinaba una lucha entre los dos nobles, la asistente cerró su libro de registro y se puso de pie a un lado, viendo la batalla con felicidad. Los asistentes de la Galería Proulx amaban ver a los clientes enfrascarse en una guerra de ofertas.

El Conde Demme miró al Conde Juneu con 'asombro'.

 —Conde Juneau, a pesar de que las esculturas en el salón de los expertos solo son dignas de alrededor de mil monedas de oro. ¿Cuán derrochador es usted para estar dispuesto a pagar 1200 monedas de oro?

¿Derrochador?

¡Miserable era la palabra! El Conde Juneau era notorio por su tacañería.

—Conde Juneau, si usted está dispuesto a ofertar 1200, entonces tampoco puedo ser tacaño. ¡1300 pieza de oro!

La mirada del Conde Juneau se volvió fría como el hielo.

—La única razón por la que estoy dispuesto a ofertar una suma tan alta por esas tres esculturas es debido a que les tomé afecto. Su valor real está en alrededor de las mil monedas de oro. ¡1500 piezas de oro! Si usted, Conde Demme, está dispuesto a hacer una oferta más alta, entonces puede tomarlas.

El Conde Juneau hizo su oferta final.

Honestamente, el Conde Demme no era tan perspicaz como el Conde Juneau. Él no descubrió el aura extraña y única de esas esculturas.

En los ojos del Conde Demme, esas estatuas no contenían ningún secreto. Eran solo tres buenas piezas de arte, dignas de mil monedas de oro o un poco más. Si él levantaba más el precio, no tendría ningún punto.

—Jaja —el Conde Demme rio—. Es muy raro que el Conde Juneau sea tan magnánimo en su oferta. En honor a esta ocasión, ciertamente no puedo robarle a un hombre sus amadas posesiones. Esas tres esculturas son todas suyas, Conde Juneau.

Solo en ese punto la asistenta dio un paso al frente otra vez y comenzó a registrar la oferta en su libro.

—Señores Condes, ya es medianoche. La galería está a punto de cerrar. Conde Juneau, mañana prepararé a algunas personas para que lleven las esculturas a su mansión.

La asistente sonrió. Solo en ese momento el Conde Juneau sonrió también.

El Conde Juneau lanzó una mirada al Conde Demme llena de desdén.

—Niño. ¿Cuántos años he pasado analizando esculturas de piedra? No tienes nada de percepción, ¿y aun así quieres ofertar contra mí?