La puerta de la posada de River Cove.
…
Los tres miembros de la Banda de Mercenarios del Flamenco escucharon una voz, y todos se dieron la vuelta simultáneamente. Lo que vieron en la entrada de la posada fue un joven de pelo negro de unos 16 a 17 años de edad, con una figura débil y flaca. Tenía un aspecto tan frágil que parecía como si en realidad pudiera ser arrastrado por el viento. Vestía una túnica de lino sucio y andrajoso, y sus botas de cuero eran viejas y gastadas, todas cubiertas de barro y tierra.
—¡Ja! —río estridentemente el arquero, Gildern—. Joven muchacho, si quieres jugar a las casitas, primero tienes que ir a buscar a tus hermanos y hermanas.
La espadachín pelirroja no perdió el aliento para burlarse de él y fue directamente al grano.
—Joven, esto no es algo con lo que deberías involucrarte.