Un loco extraño, un ridículo imbécil, montando a caballo solo en la ensenada y luego comenzando a insultar y ridiculizar a su líder, ¿quién podría defenderlo?
—¡Mátalo! ¡Mátalo!
—¡Dispárenle con las flechas! ¡Conviértanlo en un puercoespín!
—¡Despelléjenlo vivo! ¡Enséñale una lección que recordará en su próxima vida!
La extensión de la ensenada era grande, y los árboles habían sido cortados. La tierra de la ensenada era de forma ovalada, y el perímetro estaba bordeado por hileras de cabañas de madera, unas veinte o treinta; parecía un pequeño pueblo. En el medio de la cala había un claro, y justo en el medio del claro había una cueva. El avatar de la sombra de Jacker irrumpió en el claro y se quedó allí de pie mientras golpeaba el escudo de metal con el martillo de guerra en la mano.
—¡Viktor, sal de esa cueva! ¡Si tienes las bolas, sal de ahí y hagamos un duelo!