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Chapter 18 - Capítulo 18: Negociación

Qin Chu traía una pluma en la mano, girándola casualmente sin decir ni una palabra...

Los veinte ejecutivos que se encontraban en la habitación se encontraban igual de silenciosos, atajando la respiración, no sea que fuesen a interrumpir sus pensamientos. La atmósfera parecía algo tensa.

Luego de un momento, Qin Chu abrió la boca y dijo: —¿Ese caso? Ya lo rechacé.

—¿Qué? ¿Lo rechazó? ¿Por qué haría eso presidente Qin? A nuestro departamento le tomó tres meses maquetar una propuesta luego de pasar todo el año pasado calculando el presupuesto y las negociaciones. Tendremos una ganancia garantizada y ya ha sido aprobado por el director.

Cuando Qin Chu escuchó esas palabras, alzó la mirada y sin preocupación miró al director de Desarrollo Rural antes de decir: —GK está en mis manos ahora y no necesito justificar mis decisiones. Si no puede aceptarlo, simplemente redacte su carta de renuncia.

Cuando las últimas palabras salieron de su boca, arrojó la pluma a la mesa, aterrorizando y silenciando a todos.

Procedió a marcharse de la sala de conferencias.

Él sabía que el proyecto de la Finca Greenfield tendría ganancia, pero también sabía que, si lo llevaban a cabo, la Preparatoria Segunda se vería obligada a reubicarse. Nadie sabía lo importante que era la Preparatoria Segunda para él, así como nadie sabía cuánto amaba a una mujer llamada Huo Mian.

En la oficina del presidente.

—Director Qin, hubo una llamada para usted. La tomé, pero ella no dijo quién era.

Yang, su secretario, cautelosamente le entregó el teléfono. En el momento en que Qin Chu miró el Identificador de llamadas, sus fríos ojos se llenaron de calidez. Devolvió la llamada inmediatamente...

—Mian, ¿estabas buscándome?

—Qin Chu, hablemos.

Al otro lado de la línea, Huo Mian había calmado su ira.

—De acuerdo, te buscaré. ¿Dónde estás?

—No hace falta que hagas eso. Encontrémonos en el Café en Seine, en la Calle Half-Mountain.

—Bueno, me dirijo allí ahora mismo.

Al colgar el teléfono, a Qin Chu se le dibujo una sonrisa en los labios. Era una persona totalmente distinta a la que estaba en la sala de conferencias. Yang quedó boquiabierto de la sorpresa. El nuevo Director Ejecutivo estaba ya hace una semana, pero Yang nunca lo había visto sonreír así, ni si quiera ante el Presidente.

Pero esta llamada hizo sonreír al Director Ejecutivo, oh dios...

Pareciera que la persona que llamo era importante para él, y el secretario hizo una nota mental para prestar atención al número la próxima vez.

Qin Chu condujo su Audi R8 al lugar del encuentro, llegando en menos de quince minutos. Huo Mian ya estaba esperándolo adentro. Desde lejos, la vio sentada cerca de la ventana. Él solo podía ver el costado de su cara, pero su imagen ya le había hecho sentir mariposas en el estómago de todas maneras.

Durante los últimos siete años, ella había estado constantemente en su mente, y el solo pensar en ella casi lo llevó a la locura. Reprimió los impulsos en su corazón y lentamente entró.

Huo Mian estaba vestida sencillamente. Antes de ver a Qin Chu, había vuelto a su departamento a cambiarse. Llevaba puestos pantalones blancos y una camiseta amarilla. El atuendo era simple, pero estaba a punto.

Era muy holgazana como para maquillarse a menos que fuera una ocasión especial, y sentía que colocarse químicos en el rostro lo hacía quedar pegajoso. Como no parecía tener efectos rejuvenecedores, prefería no tomarse la molestia.

Qin Chu entró y se sentó frente a ella.

Los pensamientos de Huo Mian regresaron a la realidad y ella dijo calmadamente,

—¿Qué deseas tomar?

—Tomaré lo que tú tomes —respondió.

—Pero estoy tomando agua.

—Entonces también tomaré agua.

Huo Mian se sintió desesperanzada mientras llamo al camarero y dijo:

—Discúlpeme, ¿Podría traer otro vaso de agua?

Dándose la vuelta, observó el rostro frente a ella, tan familiar y distante, antes de abrir la boca lentamente.

—Qin Chu…

—Mhmm.

—Hablemos.

—De acuerdo.

—¿Qué quieres de mí?

—Quiero que volvamos a ser lo que éramos antes —dijo bruscamente Qin Chu, sin pensarlo dos veces.

—Já, eso es imposible, Qin Chu. Las cosas son distintas ahora. Todo es diferente.

Huo Mian sonrió amargamente.

—Lamento lo de tu padrastro, me enteré hace poco.

Sorpresivamente, Qin Chu se disculpó con una actitud extremadamente sincera.

Conociéndolo desde hace tanto tiempo, ella sabía lo orgulloso que era. Admitir sus errores voluntariamente era una tarea hercúlea para Qin Chu.

—Los muertos no pueden revivir. ¿Qué puede hacer una disculpa?

—Puedo recompensarte —agregó Qin Chu.

Huo Mian se burló. —¿Recompensarme? ¿Con qué, tu vida? ¿O tu dinero? ¿Sabías que mi madre entró en shock ayer luego de que fuiste a buscarla y terminó en el hospital? Ya hubo una muerte en la familia, ¿qué más quieres? ¿Quieres que yo también muera? Así sí estarías feliz, ¿verdad?