—Jajaja… Chicos, ¡la verdadera novia de Su Yan sigue aquí! ¿Cómo puede estar de acuerdo?
—¡Eso no es necesario! Es sólo un juego de todos modos, y Xueluo es tan fácil de llevar, así que a ella no le importaría, ¿verdad, Xueluo?
[…]
Bajo la presión de todos, Ning Xueluo miró a Ning Xi, que estaba en un rincón, y luego al problemático Su Yan que estaba a su lado antes de decir con indiferencia: —Es sólo un juego, por supuesto que no me importa. ¡Su Yan, tú decides!
—Oh, oh... ¡Te lo dije! ¡Su Yan, qué suerte tienes! ¡Tienes una novia tan considerada!
Su Yan miró a Ning Xi en la esquina. Momentos después, reveló una expresión de disculpa y dijo: —Lo siento.
Ning Xi se encogió de hombros, y luego dejó los tres vasos de bebidas sobre la mesa.
Lu Jingli ni siquiera pudo detenerla a tiempo.
Maldita sea, esto se acabó...
Todos gritaron al instante: —¡Maldita sea! ¡Hemos sido avergonzados públicamente otra vez!
