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Chapter 31 - Capítulo 31 – (Nuestro) amigo

Roland estaba sentado en su escritorio, estupefacto. Nunca habría esperado que alguien se atreviera a cometer un asesinato en su castillo. Si Ruiseñor no hubiera encontrado a los asesinos a tiempo, lo iban a matar.

¿Quién había planeado el intento de asesinato esta vez? ¿Era su tercera hermana? ¿O los otros hermanos? ¿Por qué estaban tan ansiosos? El Real Decreto sobre la Selección del Príncipe Heredero duraría cinco años, y sólo habían pasado unos pocos meses. Roland golpeó el escritorio, cada vez más agitado.

¡Qué escandaloso! ¿No pueden simplemente dejarme pasar el invierno?

Unos pasos sonaron desde fuera de la puerta. El Caballero Jefe Carter Lannis abrió la puerta y entró.

—Su Alteza, la identidad de los cuerpos ha sido aclarada. Siete de los ocho cadáveres eran ex miembros del equipo de patrulla, y la identidad de una persona aún se desconoce. De los dos que todavía están vivos, uno todavía está inconsciente después de haber sido sanado por la bruja, quiero decir, por la señorita Pine. Otro ha sido arrojado a una celda y está siendo cautelosamente vigilado.

—¿Patrulleros?

Sabía que este equipo, entrenado por el antiguo señor, no era confiable. Roland rechinó los dientes con fastidio. Ocho de cada diez miembros fueron desleales. Realmente fue la decisión correcta prohibir que estos bastardos se unieran a la Milicia.

—Advierta a los guardias que miren cuidadosamente a la persona que está encerrada en la cárcel. ¡No permitan que se envenene a sí mismo como la última vez!

—¿La última vez?

—Emm, no importa —dijo Roland negando con la cabeza. Ruiseñor lo había despertado a medianoche y su mente estaba borrosa—. De todos modos, tengo que escucharlo de su boca. El que lo planeó todo, el contacto principal, y el comprador, tenemos que encontrar a esta gente.

—Sí, Su Alteza —respondió Carter, pero no partió de inmediato. En cambio, se arrodilló.— Fue mi abandono del deber lo que permitió que los asesinos ingresaran sigilosamente al castillo. Por favor, castíguenme, su Alteza.

—Basta. No estabas en el castillo en ese momento. Este intento de asesinato no tuvo nada que ver contigo.

—Entonces... —Carter vaciló por un momento.—¿Podría decirme, Su Alteza, quién evitó este intento de asesinato? Por lo que vi en la escena, ellos... —El caballero tragó saliva.— parecían haber sido asesinados por la misma persona, y no tuvieron ni la más mínima posibilidad de defenderse.

—¿Puedes descifrar todo eso? 

La curiosidad de Roland estaba excitada.

—Si los dos bandos hubiesen estado bien equilibrados en fuerza, la escena no sería tan ordenada y limpia, y habrían todo tipo de heridas en los cuerpos de los asesinos —dijo Carter en voz baja—. Pero todos los asesinos estaban tirados en el suelo del almacén. No había ni un solo objeto roto. En las enormes cajas que utilizamos para almacenamar carne, no hay ni rastro de cortes de espada. Esto significa que la persona que impidió este intento de asesinato fue capaz de moverse rápidamente en un espacio limitado sin usar ninguna cobertura. En mi humilde opinión, su Alteza, esto es increíble.

—Ya veo —Roland asintió.

Él entendió lo que Carter quería decir. En teoría, incluso el hombre más fuerte de la tierra caería en una situación difícil si estuviera rodeado de enemigos. Las batallas reales no eran comparables a las películas o espectáculos en los que el héroe los acabaría uno tras otro. Los ataques de puntos ciegos eran más fatales. Era por eso que, en una situación de uno contra muchos, la contramedida correcta era utilizar el entorno circundante para enfrentar a los enemigos.

Sin embargo, Ruiseñor no era ordinaria.

—No importa cómo, debes hacer lo que tienes que hacer. Todavía no revelaré la identidad de esta persona. Te lo haré saber cuando llegue el momento.

A pesar de que el jefe de caballería era leal, confiable y sabía que Anna y Nana eran brujas, Roland decidió ocultar la existencia de Ruiseñor por el momento. A diferencia de las otras dos brujas, Ruiseñor no estaba afiliada al grupo de Roland. Ella se quedó en Ciudad Fronteriza sólo por Anna y era miembro de la Asociación de Cooperación entre Brujas y, algún día, eventualmente abandonaría la ciudad.

Carter se fue con aparentes signos de decepción en su rostro.

Roland podía entender sus pensamientos. Como espadachín que había estado trabajando para mejorar su habilidad con la espada a través del aprendizaje de las doctrinas de sus predecesores, siempre había considerado esas doctrinas como los axiomas del manejo de la espada. Naturalmente, dudaría de sí mismo al ver una escena tan increíble. Si alguien podía manejar la espada de manera tan exquisita, ¿de qué herencia estaba tan orgulloso?

—Pensé que me venderías —dijo Ruiseñor revelándose a sí misma. Todavía estaba sentada en la esquina del escritorio con las piernas cruzadas.

—Yo también pensé lo mismo. ¿Por qué no vives aquí? Trabaja como mi guardia clandestina y recibirás dos reales de oro todos los meses, el doble de la cantidad de la paga de Anna. ¿Considerarías mi oferta? —Roland comenzó a decir. Él empezó a seducirla con ideas.— Tendrás una casa jardín, dos días libres por semana. Cada año, tendrás ausencias pagas. Bueno, quiero decir, aún obtendrás tu salario de vacaciones.

Lo que le sorprendió fue que esta vez Ruiseñor no se negó de inmediato. Ella sonrió y declaró con firme determinación.

—No puedo dejar a mis hermanas atrás.

—Entonces diles que todas vayan a la ciudad. Una vez que el invierno haya terminado, Ciudad Fronteriza será completamente renovada. La ciudad podrá acomodar a tantos residentes como te puedas imaginar. Además, las brujas podrán caminar en las calles sin discriminación. Nadie las considerará malvadas.

—Bueno, infórmame una vez que hayas logrado esto —dijo Ruiseñor y se encogió de hombros.

Muy bien, entonces la solicitud se presentará con el producto real.

—¿Nana ha sido escoltada de manera segura? —dijo Roland desviando el tema.

—Ajá, estaba bastante asustada.

El príncipe suspiró. Era medianoche cuando Ruiseñor lo despertó. Él casi vomitó después de ver la escena de la batalla. Ella brevemente explicó las cosas que habían sucedido y Roland le ordenó que traiga a Nana en secreto. La niña que anteriormente sólo había tratado pollos casi se desmayó cuando vio al soldado cubierto de sangre.

Para no molestar a la familia de Nana, Ruiseñor tuvo que escoltar a Nana devuelta a casa también.

Casi había amanecido cuando todo finalmente se había resuelto.

—¿Qué piensas de este incidente? ¿Serías capaz de predecir cuál de mis queridos hermanos o hermanas planeó esto?

Ruiseñor negó con la cabeza.

—Eran todos los miembros del equipo de patrulla. La única excepción no contenía ningún documento de identificación. Cualquiera podría haber contratado a esos asesinos. Pero creo que tal vez este intento de asesinato no tiene nada que ver con sus hermanos.

—¿Cómo?

—Eran demasiado descuidados. Pasaron por conflictos internos para esta misión grupal de una sola vez, ninguno de los asesinos intentó suicidarse una vez que la misión falló, dejando al menos dos de sus miembros con vida. Además, no eran profesionales en absoluto, casi como una pandilla callejera. Este no parece ser su comportamiento habitual. Es más bien un esquema tramado por aficionados. Creo que incluso si yo no hubiera aparecido, este intento de asesinato no habría tenido la menor posibilidad de éxito. No olvides que Anna estaba durmiendo justo abajo.

Ruiseñor tomó la taza de Roland, bebió un sorbo con indiferencia y continuó:

—De todos modos, tu caballero se dirige a la celda para interrogarlos mientras hablamos. Apuesto a que pronto descubrirá la verdad. En comparación con las tácticas que tu hermana tramó, este tipo es mucho más inferior. Incluso me suplicó que no lo matara.

—En cuanto al líder de la patrulla, gravemente herido, me parece recordar haberlo llamado antes —dijo Roland.

—¿De verdad? —preguntó Ruiseñor inclinando la cabeza— Creo que deberías sinceramente aplaudirlo. Si él no hubiera detenido a los otros muchachos, no habría descubierto a esas ratas infiltrándose en el sótano tan rápido. No estoy segura de por qué lo hizo, pero el enemigo de un enemigo es nuestro amigo, ¿verdad?

Bien, pensó Roland.

Sin embargo, su enfoque no estaba en si el líder de la patrulla era un amigo o un enemigo; sino que estaba en la frase que Ruiseñor acababa de usar:

Nuestro amigo.