Año 9987, Día 35 del Mes de los Espíritus.
"Auch."
"¿Duele?"
"Claro que duele."
"Entonces deja de lastimarte."
"No es mi culpa." – dijo él mientras veía su rostro en el primer espejo que veía al llegar a este mundo.
"¿Sorprendido?"
"¿De qué?"
"Del espejo."
"No realmente."
"O, ¿En serio?"
"Sí, aunque es sorprendente que después de meses finalmente haya visto uno." – dijo el joven de pelo negro, ojos azules y piel blanca.
"¿En serio? Eso sí es interesante, ¿Ya habías visto uno?"
"Sí."
"…" – el hombre se sorprendió al oír eso. – "Acaso eres… ¿Un noble?"
"No, ¿Por qué lo preguntas?"
"Bueno, que sepa, dejando del lado mi espejo que me regalaron, tengo entendido que solo nobles o personas ricas han visto o poseen espejos." – dijo el hombre.
"Ja, bueno, tal vez por eso no he visto ningún espejo desde que llegue aquí."
"¿Cómo? ¿Eres de otro pueblo?"
"No realmente."
"¿Hm?"
"Es como le dije, no es mi culpa que un simple golpe de un mocoso de siete años me haya dejado así." – dijo el joven cuyo brazo casi fue roto.
"¿Eh? ¿Esto te lo hizo un niño de siete años? ¿Cómo es eso posible?"
"Bueno, es porque no poseo casi World Energy o un cuerpo fuerte como el de ustedes los nativos."
"¿Acaso…?"
"Así es, soy un terrícola, ¿Qué? No me digas que soy el primero al que conoces."
"Sí."
"¿Bromeas?"
"No, no bromeo."
"Vaya."
"¿Realmente vienen de otro mundo?"
"Sí."
"Hm, ahora que lo notó, tienes razón, tienes… o, mejor dicho, apenas logró percibir una pequeña cantidad tan minúscula de World Energy proveniente de tú cuerpo… no sabía que algo como esto era posible."
"Bueno, es algo normal sí provienes de otro mundo."
"Tienes razón."
"Mi nombre es Luciel." – dijo el joven terrícola que miró al hombre frente a él. – "Que bueno que por fin haya un doctor certificado en este pueblo."
Hace pocos días, el hombre llegó al Pueblo de Esperanza acompañado de su asistente, él rentó un viejo edificio y mucha gente empezó a venir con él. Él usaba una simple mascara blanca que ocultaba su rostro, aun así, él poseía una Tarjeta de Identificación que lo identificaba como el Doctor Aris.
"Ja, bueno, no sé sí pueda decir que estoy certificado, pero… realmente debes de ser muy frágil como para resultar así de herido por un niño de siete años."
"Sí…"
"Bueno, tú brazo ya esta bien, te daré estas pastillas para el dolor, pero solo puedes tomar una cada día, ¿Entendido?"
"Sí."
"En serio, es peligroso sí tomas más de una."
"Lo sé, no se preocupe."
"Bien Luciel, es un gusto, es increíble en conocer realmente a un…"
"¿Terrícola?"
"Sí, esta mal que te digan así."
"No me molesta, pues realmente es lo que soy, solo que aun me cuesta un poco acostumbrarme a que me digan así o a los que provenimos de la Tierra."
"¿Tierra? ¿Así se llama su mundo?"
"Sí."
"Vaya…"
"Bueno doctor, ya me voy."
"Sí, cuídate, y ten cuidado con que no te vuelvan a lastimar."
"Lo intentare." – dijo Luciel quien se salió del edificio con vendas sobre su brazo derecho y una bolsa con cinco pastillas para el dolor guardadas en ella.