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Reincarnated in the inca empire

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Synopsis
El protagonista, después de una noche agotadora de estudios para sus exámenes finales, se despierta al día siguiente como un bebé, sostenido por las manos de un desconocido. Ahora, severa arrastrado, a llevar el futuro y el desarrollo de todo un imperio para lograr su avance y evitar una catástrofe que esta plasmada en la historia
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Chapter 1 - El sol naciente

El sol naciente se asomaba entre las montañas, irradiando su incandescencia sobre las imponentes montañas de los Andes. El nacimiento de la mañana fue acompañado por estridentes ruidos; los quejidos, seguidos de fuertes llantos infantiles, resonaron con el nuevo día. Las voces combinadas de las hampicamayoc (los y las encargadas de los tratamientos médicos en el imperio inca) que estaban rodeando a la nueva mamá y a su recién nacido, daban gracias al nacimiento sano del bebé. Dos de las hampicamayoc se acercaron a la exhausta madre y le dieron de beber una infusión de hierbas para reponer las energías gastadas en el parto. Después de dar gracias a la Pachamama por el nacimiento sano y sin complicaciones, le dieron a la nueva madre el bebé en sus brazos, esperando que pudiera observar las condiciones del niño.

Los rayos del sol, que al comienzo de la ardua tarea apenas se asomaban por las montañas, ya brillaban con intensidad en el cielo, demostrando lo laborioso y largo de todo el proceso. No fue hasta que el bebé estuvo en sus manos que se acercó un hombre alto, de constitución robusta, que demostraba su constante actividad física. Este hombre se acercó a la mujer y al recién nacido y habló: "Bendita sea la Pachamama y el dios Inti, que han permitido que mi hijo nazca sano y salvo". Mientras mencionaba estas palabras, tomó al recién nacido en sus brazos. Los sollozos del bebé cesaron de repente al ver ese rostro que lo observaba, lo que hizo que el hombre soltara una carcajada y dijera: "Digno de ser uno de mis hijos, sabe reconocer a su padre y la grandeza que tiene. Yo, Túpac Yupanqui, te daré un nombre digno de esa grandeza que has heredado de mí, el descendiente del gran Inti. Por lo tanto, a partir de hoy te llamarás Cápac Huari. Espero grandes cosas de ti". Después de estas elocuentes y estridentes palabras, el bebé fue devuelto a su madre para que lo alimentara.

Entre las palabras y la intensidad de la situación, nadie notó el rostro del recién nacido. Si se hubieran dado el tiempo de reparar en su cara, después de que mencionaran estas elocuentes palabras, se podía ver un rostro que demostraba verdadero desconcierto. Después de estas palabras, el hombre llamado Túpac se dio la vuelta y se alejó de la habitación, saliendo por las dos grandes puertas abiertas de piedra que necesitaban dos hombres fuertes para cerrarlas tras su paso.

Después de todo este ajetreo, y justo cuando los rayos del sol se ocultaban detrás de los pilares que adornaban la habitación y le daban su soporte, el bebé Túpac, que estaba en su cuna, comenzó con un frenético movimiento que no fue notado por nadie debido a la soledad del cuarto. Los balbuceos constantes de Túpac, que parecían querer transmitir algo y a su vez ser tan inteligibles, no serían entendidos por nadie. Pocos sabrían que el recién nacido Túpac, en su anterior vida, fue conocido como Andrés Olivares, un chico del siglo XXI, nacido de un padre colombiano y una madre peruana, originario de Iquitos. Los pensamientos de Cápac en este instante eran de incredulidad; no podía creer lo que estaba pasando. Esto debía ser algún tipo de sueño lúcido que debía estar teniendo, porque, ¿cómo es posible que la noche anterior se había desvelado estudiando para un parcial que tendría que definir su continuidad en la materia de arqueología de áreas intervenidas? Sus recuerdos de los últimos días estaban muy borrosos; solo recordaba estar estudiando un objeto la noche anterior y no recordar nada después de acostarse en la cama a las 2:50 a.m. Lo siguiente que observó fue el rostro referente clásico precolombino y el estilo de ropa que estudió hasta el cansancio de la región inca antes de la llegada de los europeos. Lo primero que se le vino a la mente es que debía estar soñando, porque, ¿qué otra explicación hay? Una noche estás acostado, durmiendo por cansancio estudiantil, y al siguiente estás en los brazos de un hombre que te está hablando en quechua y ya no eres un joven adulto, sino un bebé que no debe pesar más de 4 kilos, porque cabes fácilmente en las manos de esta persona desconocida. Lo más desconcertante es la combinación de todo en su conjunto: la ropa, las facciones y la arquitectura que alcanzaste a observar en los breves segundos mientras te movían, y el quechua que hablan con fluidez, al cual apenas entiendes una o dos palabras, porque jamás fuiste bueno en idiomas.

Lo único que se te puede pasar por la mente es que estás teniendo un sueño lúcido después de devanarte los sesos estudiando para poder aprobar, y que al final toda esa información te causó un sueño lúcido sobre la cultura del Tahuantinsuyo. Es lo más lógico, porque la otra opción son las típicas tramas que escuchaste de tu amigo fanático de las novelas de reencarnación chinas que él lee. Todos estos pensamientos no hacían más que confundir y agotar más al ya cansado recién nacido Cápac. Al final, no logró obtener una respuesta inmediata, y lo único que logró es terminar cayendo en un sueño por agotamiento, típico de los recién nacidos.

Los días pasaron, y la desesperación en Cápac solo aumentó, porque la mentira del sueño lúcido ya no parecía sostenible; no, ya no era sostenible. Incluso alertó a sus cuidadores, que pensaron que podría padecer alguna fiebre por los constantes quejidos que hacía, tratando de convencerse a sí mismo de que despertaría, sin ninguna posibilidad de que eso pasara. Conforme pasaban los días, lo único que quedó fue la resignación. Ya no cabía duda de que ya no se encontraba en el siglo XXI, y aún más, que todo el tiempo que dedicó a estudiar se había ido por la borda antes de siquiera poder ahogarse en sus arrepentimientos. Las hampicamayoc que lo cuidaban se acercaron a darle una infusión de extrañas hierbas que exudaban un olor horrible desde la entrada, a la cual no quedó más remedio para Cápac que tomarla, ni posibilidad de hacer algo como el buen bebé indefenso de semanas de nacido que es. Después de esa horrible experiencia de tragar una bebida desconocida de un sabor indescriptible, cualquier atisbo de esperanza quedó hecho añicos.

Un nuevo amanecer se asoma por la habitación de Cápac. Dos años han pasado desde su horrible experiencia de llegada. Por fin, Cápac tiene más independencia como niño de dos años, y haciendo alarde de su experiencia de su vida anterior, ya puede caminar con total independencia. Eso no lo exime de la constante vigilancia de lo que parecen ser dos guardias que lo siguen en sus rutinas diarias. Después de estos dos años, y con las pruebas irrefutables que tiene sobre los guardias y las hampicamayoc que estaban el día en que nació, Cápac ha llegado a la conclusión de que reencarnó en una familia de poder en el Tahuantinsuyo, o como era conocido por otros, el imperio inca. Aparte de esa información, no sabe más debido a la falta de escritura tradicional; no existen libros ni información a la que tenga acceso, ya que el método de información que se utilizaba en el imperio inca era el khipu, un método basado en una cuerda principal de la cual colgaban varias cuerdas secundarias. Las cuerdas pueden tener diferentes colores, longitudes y tipos de nudos, cada uno con un significado diferente. No era un método convencional, y como usar un método de análisis de información no utilizado no era la prioridad de enseñanza en su universidad, aun y cuando estaba estudiando arqueología, fue impartido. Y si aun así fuera impartido, los khipu no son un método de escritura con el cual se pueda tener información compleja. En los espacios de un recién nacido, no cuenta con información sobre quién podrá ser su familia y un indicio relevante para poder identificar el periodo de tiempo. Después de todo, las personas que hayan investigado sobre las culturas americanas sabrán la fatídica fecha en que todo cambiará: el 12 de octubre de 1492 del calendario gregoriano. Pero sin información, solo puede imaginar qué posibilidades puede haber.