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Chapter 8 - séptimo capitulo la preparacion del destino

Después de una larga caminata por la calle principal, se podía vislumbrar más adelante la base donde se encontraba el palacio imperial y el templo del dios Inti, indistinguibles e inseparables uno del otro: simbolismo del poder y el origen de la familia gobernante de los Sapa Inca, y de la legitimación de su poder. No hay bendición de Inti sin la familia imperial, y no hay familia imperial sin Inti. Una relación de poder y legitimidad que surgió desde los inicios del imperio y que, gracias a su abuelo, su poder y legitimidad se confirmaron en la era de prosperidad que trajo consigo. Pero ese futuro próspero e infinito, que se cree que continuará eternamente, tiene los días contados. 

Y ahora, Cápac tiene que encontrar la forma de mostrar ese futuro siniestro y terrible que se avecina: demostrar un mal que se cierne en las costas cercanas del futuro y lograr mostrar una posible salida, todo de una forma convincente. No puede permitir que lo tachen, en lo más bajo, de loco que ha perdido la razón o, lo peor posible, de hereje que no confía en el dios Inti y que puede manchar a la familia imperial. Lo mejor que podrían hacer sería ejecutarlo. Las posibilidades existen, y no se puede dar el lujo de detenerse por el miedo a la muerte. Después de todo, la muerte está sufriéndole a la gran mayoría de todos los habitantes de este imperio y de sus descendientes futuros, con una vida terrible, llena de sufrimiento, servidumbre y tratos de inferioridad. 

Solo imaginar esta situación, todo lo que el futuro le depara a estas personas, sus hijos y los hijos de sus hijos, su sangre… solo empezaba a hervir. Sentía cómo la sangre pulsaba por las venas de su cuerpo. Su visión se enfocaba y estaba más concentrado, como si su cuerpo lo estuviera preparando para una lucha, un enfrentamiento de vida o muerte que tendría en los próximos segundos, y cada célula dentro de su cuerpo lo supiera y estuviera haciendo todo lo posible para ayudarle en la preparación. 

Con los pensamientos y planes futuros que se aproximaban, no hay cabida para errores. No puede permitírselos. Todo lo que haga a partir de ahora tiene que ser milimétrico. No solo su futuro, su destino estarán en juego. En sus manos tendrá el destino de miles, incluso millones de personas. 

El plan original tiene que mejorarse. Simplemente, no es factible para Cápac ahora. No hay margen de maniobra. No puede permitirse la posibilidad de que algo pueda salir mal. Por suerte, la llegada al palacio imperial y su entronación no sucederán en el mismo día, ni siquiera en la próxima semana. Según lo que le informó el gran sacerdote, se espera la llegada de los más grandes nobles de varias regiones y los sacerdotes de los principales templos de esas zonas, a los cuales se les ha informado con un mes de antelación. Se espera que los más importantes nobles de las zonas más alejadas logren llegar al finalizar la próxima semana. 

Esto le permite a Cápac reformular su plan. El primer paso, fuera del descenso de Inti, ahora es reformar el traje que tiene. Necesita imponer presencia, emular la elegancia y la dignidad no solo de un descendiente de Inti, sino del propio Inti. Necesita un estilo que lo aleje de lo convencional de la región. Todo tiene que ser preparado al detalle. 

Para lograr que el traje ceremonial sea preparado de la mejor forma, con un diseño un poco inspirado en la región de China de la época, en el continente asiático, del cual sabe que puede demostrar una elegancia y, a veces, resaltar la divinidad y el estatus para el cual fueron diseñados. Aunque representará un reto para Cápac—no está versado en el estudio de la cultura asiática, no fue una temática que se abordara en sus clases—, la inspiración se la debe agradecer a su compañero de estudios, obsesionado con las novelas chinas. Todavía recuerda la descripción sobre un traje ceremonial que vistió el protagonista, coronado como emperador. ¿Y qué mejor que un traje de coronación basado en una cultura textil desarrollada por mucho tiempo para lograr un impacto? 

Pero para lograr que este diseño y el estilo encajen y sorprendan, necesita dos personas. La primera: una tejedora de lana de alpaca. Es imposible, sin intercambio cultural con Asia, conseguir seda. Lo único fuera de la materia prima de alpaca de alta calidad selecta es el algodón que se cultiva en la zona costera, pero es robusto, y el tratamiento y suavidad están lejos de la seda. Sin duda, la suavidad de la lana es la mejor materia prima para que la tejedora trabaje. 

La segunda persona que requiere es un forjador. Sabe que el bronce es un material trabajado en el imperio, con una mejor dureza que el cobre puro. La aleación de bronce que se utiliza para la fundición es una donde el cobre se mezcla con arsénico para crear el cobre arsenical. Obviamente, es un recurso raro. Los metales están siendo controlados por la familia imperial, pero si mueve bien sus hilos con el gran sacerdote de Inti, está seguro de que conseguirá a los dos artesanos necesarios para darle las indicaciones y que logren terminar este atuendo antes de las dos semanas. 

Así que Cápac se acercó al gran sacerdote para pedirle que, apenas se dirija al interior del templo, le consiga a los dos artesanos más habilidosos que tenga a su disposición: sobre tejido y forjado de bronce. Cápac sabía lo complicado de la situación, así que no se molestó en ocultar la necesidad de la creación de un nuevo atuendo ceremonial. Enfatizó que el nuevo diseño fue iluminado y revelado por Inti, que debía ser usado por su parte para la ceremonia de entronización. Indicó que el proceso y la forma de realizarlo serían explicados por él personalmente cuando fueran llevados a su presencia. 

Después de estas dignas palabras, Cápac se recompuso y continuó la marcha hacia la entrada del palacio imperial, dejando al sacerdote un poco más atrás. El sacerdote Chapác se quedó observando la caminata digna y la mirada determinada en los ojos del joven Cápac. Le transmitieron una sensación de determinación, de convicción sobre un camino trazado que debía recorrer y en el cual estaba dando los primeros pasos para lograr la meta final. 

Los instintos del sacerdote le decían que necesitaba agarrarse fuerte a Cápac. Sabía que algo en él era diferente, que esa revelación en sueños que tuvo definitivamente le indicaba algo. Y eso era que la inminente crisis que vio en sus sueños solo tendría solución bajo la mano de este joven de escasos cinco años. Él estaba seguro de que esa revelación no podría estar equivocada. Como fiel creyente y devoto del dios Inti, el dios Sol y el dios del conocimiento que brinda sus rayos de sabiduría cada mañana, no debía estar equivocado. 

El anciano sacerdote se recompuso y tomó movimiento, rumbo a cumplir la solicitud que se le había encomendado. 

Fin del séptimo capítulo.