> El destino, caprichoso e implacable, aguardaba a Tayzon con un giro inesperado. Lo que prometía ser un día de alegría, una reunión familiar festiva, se tornó en la víspera de un desastre. Al llegar a casa, la emoción infantil brillaba en sus ojos, anticipando juegos y risas con sus tíos y primos. Pero la sonrisa se congelaría al escuchar las palabras de su madre, un susurro desgarrador que quebraría su mundo en pedazos: "Tayzon, hijo... tu padre... ya no volverá". El velo de la inocencia se desgarró en ese instante, revelando la cruel verdad de la pérdida y el inicio de una nueva y dolorosa realidad.