> Ocho años... esa era toda la vida que Tayzon había conocido, una existencia ahora marcada por la sombra de la ausencia paterna. El futuro, antes un lienzo lleno de posibilidades, se difuminaba ante sus ojos infantiles. ¿Cómo entender una vida "diferente" cuando el pilar de su mundo se había derrumbado? Mientras su madre luchaba cada día por mantener el hogar, Tayzon se sentía como un extraño, un alma desterrada en medio de una "humanidad despiadada". La escuela, lejos de ser un refugio, se convirtió en un campo minado de crueldad verbal. Y en la penumbra de su dolor, incluso el lazo con su hermano Rocky, antes un faro de consuelo, comenzó a agrietarse bajo el peso de las comparaciones y la incomprensión ajena. La soledad se cernía sobre Tayzon, envolviéndolo en un manto de tristeza y desilusión.