—Kimberly, Kimberly, Kimberly —alguien susurró mi nombre tres veces, apenas lo suficientemente alto como para que pudiera escuchar.
Me froté los ojos, intentando averiguar quién me estaba llamando. Al abrir lentamente los ojos, me di cuenta de que no estaba en un lugar familiar.
—¿Dónde estoy? —grité, levantándome de un salto. Mi corazón se aceleró cuando me di cuenta de que todavía estaba en el bosque donde habíamos venido a buscar a Hannah y Louis. Mi mente luchaba por entender cómo terminé de nuevo aquí.
—¿Qué está pasando? ¿Por qué estoy aquí? ¿Dónde está Damien? ¿Es esto un sueño? —Me seguía preguntando, pero no había respuestas, solo silencio.
Miré hacia abajo y vi que había estado acostada en el frío suelo del bosque. Me pellizqué las mejillas repetidamente, esperando despertarme si esto fuera solo algún extraño sueño. Pero nada cambió. El bosque se sentía demasiado real, demasiado vívido.