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—Kimberly, ¡despierta! ¡Tienes una llamada! —La voz de Damien se filtró suavemente a través de mi sueño, devolviéndome a la conciencia.
Parpadeé, registrando lentamente que estaba en la habitación de Damien, todavía tumbada en su cama. Un suspiro de alivio escapó de mí al darme cuenta de que el anciano extraño y las palabras ominosas que había escuchado eran solo parte de un sueño.
Sentada, me apoyé en el cabecero de la cama. Damien se sentó a mi lado, pasándome mi teléfono. —¿Estás segura de que estás bien? Pareces shockeada y cansada —preguntó, mirándome preocupado.
Le di una pequeña sonrisa. —Estoy bien, de verdad —tomé el teléfono de su mano y miré la pantalla. El nombre del Señor Jethro parpadeaba en ella, mostrando que había sido él quien había llamado. Sin perder tiempo, le devolví la llamada.