El campo de pruebas de la Secta del Cielo Carmesí era un lugar amplio y majestuoso. Decenas de discípulos se habían reunido, algunos ansiosos, otros temerosos. En el centro, los ancianos de la secta observaban desde una plataforma elevada, listos para evaluar a los nuevos aspirantes.
Luo Chen avanzó con paso firme, sintiendo las miradas sobre él. Algunos lo reconocieron de inmediato.
—Miren, es Luo Chen… el que no tiene talento para el cultivo.
—Escuché que su nivel de energía espiritual es lamentable. ¿Por qué sigue intentándolo?
Las burlas no le afectaban. En su vida pasada, estas palabras lo habían golpeado con dureza. Pero ahora, solo eran ruido de fondo.
—¡Silencio! —ordenó uno de los ancianos, su voz imponente resonó en todo el campo—. Comenzaremos la evaluación.
Uno a uno, los discípulos pasaron al frente, colocando sus manos sobre una piedra de cristal que mediría su talento innato. Dependiendo del color que emitiera, se determinaría su nivel de aptitud para el cultivo.
—Zhang Wei —llamó un anciano.
Zhang Wei se adelantó y colocó la mano sobre el cristal. Un brillo amarillo iluminó el área.
—Talento de grado medio. Aceptado en la clase intermedia.
Zhang Wei respiró aliviado y se alejó. Luego, continuaron otros discípulos. Algunos obtuvieron talentos superiores y fueron elogiados, mientras que otros, con talentos bajos, fueron relegados a las filas inferiores.
Finalmente, llegó el turno de Luo Chen.
—Luo Chen… —dijo el anciano con tono indiferente—. Adelante.
Las miradas de burla aumentaron. Para todos, era una pérdida de tiempo. Luo Chen era conocido como un "desperdicio" sin talento.
Pero él, sin vacilar, colocó su mano sobre la piedra de cristal.
Un segundo de silencio. Luego, la piedra comenzó a brillar... débilmente al principio, pero en cuestión de instantes, un resplandor dorado envolvió el lugar.
El campo entero quedó en silencio. Los ancianos abrieron los ojos con asombro. El cristal tembló violentamente, como si no pudiera contener el poder que intentaba medir.
—¿Q-qué es esto? —murmuró uno de los discípulos.
Entonces, el cristal explotó en mil pedazos.
El impacto hizo que varios retrocedieran. Los ancianos quedaron estupefactos. Nunca antes habían visto algo así.
—¡Imposible! —exclamó uno de ellos—. ¡Esta reacción solo ocurre en aquellos con talento divino!
Los murmullos se intensificaron. Nadie podía creerlo. Luo Chen, aquel que todos consideraban un fracaso, poseía un talento que superaba cualquier límite conocido.
Luo Chen sonrió internamente. Esto era solo el comienzo.
—Ancianos —dijo con calma—. ¿Pasé la prueba?
El silencio duró unos segundos antes de que uno de los ancianos mayores asintiera lentamente.
—No solo la pasaste… —sus ojos brillaban con emoción—. Luo Chen, a partir de hoy, serás un discípulo central de la Secta del Cielo Carmesí.