Chereads / Ecos en un destino sellado / Chapter 6 - Capítulo 6: La Maestra del Gremio y la Elfa Misteriosa

Chapter 6 - Capítulo 6: La Maestra del Gremio y la Elfa Misteriosa

Kael siguió a Elaine Varros, la maestra del gremio, a través de los pasillos del edificio mientras el murmullo del salón quedaba atrás. A su lado, la enigmática elfa de cabello azabache y ojos violáceos caminaba en silencio, su túnica azul profundo ondeando con cada paso. La sensación de estar bajo una mirada evaluadora no desaparecía. Kael sentía que esa mujer lo analizaba con una intensidad casi sobrenatural, aunque no dijo nada al respecto.A medida que avanzaban, los aventureros de rango alto que los cruzaban observaban la escena con expresiones serias. No era común que la maestra del gremio saliera en persona a buscar a alguien, y mucho menos a un novato. Sin embargo, lo que más sorprendió a Kael no fue su reacción de asombro, sino el desdén en los rostros de algunos de los aventureros menos experimentados.—¿Por qué él? —murmuró un guerrero de rango medio con tono agrio—. Apenas llegó al gremio y ya tiene la atención de la maestra.—Debe de ser un favorito especial —se burló otro, cruzándose de brazos con desdén.Antes de que los susurros continuaran, uno de los aventureros de mayor rango, Darius, el líder del grupo fuerte que había hablado con Kael antes, giró la cabeza y los miró con dureza.—Si tienen tiempo para quejarse, tienen tiempo para mejorar. —Su voz resonó con autoridad, haciendo que los murmuradores se encogieran levemente.Selene, la maga elfa de su grupo, añadió con tono frío:—El gremio no pone la vista en cualquiera. Si la maestra lo ha llamado en persona, significa que hay algo que ustedes no pueden ver. Así que en lugar de escupir veneno, dedíquense a entrenar.Los aventureros de menor rango desviaron la mirada con incomodidad, sin responder. Otros de mayor nivel asintieron levemente en aprobación a las palabras de Darius y Selene. La tensión en el aire se disipó, pero Kael no pasó por alto lo que había ocurrido. Había ganado aliados, pero también se estaba granjeando la envidia de otros.Aun así, no le importaba. Solo tenía un objetivo en mente.Finalmente, llegaron a una gran sala iluminada por lámparas encantadas flotantes, cuyas llamas azuladas parpadeaban sin desprender humo. La habitación desprendía un aroma a pergamino antiguo y madera pulida, con un aire solemne que sugería que pocas personas tenían el privilegio de entrar allí.El escritorio de madera oscura, tallado con intrincadas runas en sus bordes, se erguía en el centro de la habitación. Sobre su superficie, un puñado de documentos y mapas estaban meticulosamente organizados, junto a un tintero de plata y una pluma de ave de gran tamaño. Detrás del escritorio, una gran estantería repleta de pergaminos, libros encuadernados en cuero y artefactos antiguos dominaba la pared, sugiriendo siglos de conocimiento almacenado. En un rincón de la sala, una mesa más pequeña sostenía un par de cristales mágicos que emitían un tenue resplandor, como si conservaran energía dentro de ellos.Elaine se sentó en un sillón de respaldo alto, de madera maciza y tapizado en terciopelo oscuro, diseñado más para la autoridad que para la comodidad. Su postura se mantuvo erguida y controlada mientras señalaba una silla frente a ella para que Kael tomara asiento.Aeris, en cambio, no se acomodó. Se quedó de pie junto a la ventana alta de arco gótico, con las manos cruzadas sobre su pecho. Su mirada violácea se perdía en la vista del exterior, observando el horizonte con una expresión inescrutable, como si esperara algo más allá de la conversación que estaba por comenzar.Kael se sentó sin decir nada, manteniendo la compostura. Elaine entrelazó los dedos y lo miró fijamente antes de hablar.—Entonces, dime, Kael —comenzó con voz firme—. ¿Qué encontraste en las ruinas que creíste importante traer directamente a mí?Kael sacó con cuidado el pergamino con las runas antiguas y lo colocó sobre el escritorio. Elaine arqueó una ceja y lo desplegó lentamente. Su expresión, que al principio era neutra, cambió a una mezcla de concentración y sorpresa.La elfa misteriosa, que hasta el momento no había dicho palabra, se acercó y observó las inscripciones con detenimiento. Kael notó un brillo en sus ojos, como si reconociera el lenguaje escrito en el pergamino.—Esto... no es un hallazgo común —murmuró Elaine, deslizando los dedos por las runas grabadas—. ¿Dónde exactamente lo encontraste?—En el suelo de la plaza central de las ruinas —respondió Kael con honestidad—. Estaba cubierto de polvo y parecía haber sido protegido por una barrera mágica debilitada.Elaine asintió lentamente, su mente procesando la información. Finalmente, se giró hacia la elfa y preguntó:—Aeris, ¿qué opinas?Kael fijó su mirada en la mujer, ahora con un nombre. Aeris. La elfa inclinó levemente la cabeza y, con voz suave pero firme, dijo:—Las runas en este pergamino pertenecen a una antigua civilización que desapareció hace siglos. Este no es un simple documento, sino posiblemente un fragmento de un conocimiento perdido. —Sus ojos violáceos se dirigieron a Kael por un instante antes de que continuara—. No cualquiera lo habría encontrado. Su presencia en las ruinas... no fue una coincidencia.Kael no apartó la mirada. Había algo en la forma en que Aeris lo observaba que le hacía pensar que ella sabía más de lo que decía.Elaine suspiró y cerró el pergamino con cuidado.—No puedo ignorar este hallazgo. Esto es más grande de lo que imaginé. —Su expresión se endureció mientras miraba a Kael—. Sin embargo, quiero saber qué intenciones tienes. Has llegado al gremio como un novato, pero traes algo que ni los aventureros más experimentados han logrado descubrir en siglos.Kael mantuvo la calma. Sabía que debía ser cuidadoso con su respuesta.—Solo quiero hacerme más fuerte —dijo con sinceridad—. No sé por qué encontré esto, pero si puede ayudarme a entender más sobre este mundo, entonces quiero descubrir la verdad.Antes de que Elaine pudiera continuar, Aeris levantó una mano con calma y chasqueó los dedos. En un instante, un resplandor violáceo surgió de su palma, expandiéndose por la sala como una onda de energía. Kael sintió un leve hormigueo en la piel cuando la barrera mágica se formó a su alrededor. Las lámparas encantadas parpadearon un segundo antes de estabilizarse, mientras un susurro arcano reverberaba en el aire.—He creado una barrera de silencio —declaró Aeris con voz baja pero firme—. Ahora, nadie podrá escuchar lo que se hable en esta sala.Elaine la miró con el ceño fruncido.—¿Por qué tanto secretismo? —preguntó, cruzando los brazos.La elfa ignoró su pregunta y, en cambio, dirigió su mirada a Kael. Sus ojos violáceos parecían profundizar en su alma.—Dime, Kael —su tono adquirió un matiz más severo—, ¿por qué escondes tu poder?El aire se volvió más pesado, como si su voz llevara un peso que no pertenecía a este mundo. Elaine entrecerró los ojos, su expresión pasando de la curiosidad a la sospecha.—¿De qué está hablando, Kael? —inquirió la maestra del gremio—. ¿Poder?Kael mantuvo la calma, pero sintió una gota de sudor recorrer su sien. Sabía que Aeris había percibido algo, y negarlo no serviría de nada. Respiró hondo y sostuvo la mirada de ambas mujeres.—Les diré la verdad —declaró con seriedad—, pero solo si me prometen que esto quedará entre nosotros.Elaine frunció el ceño, pero tras un momento de silencio, asintió.—Tienes mi palabra.Aeris, sin apartar la vista de Kael, asintió levemente. La barrera mágica seguía vibrando en el aire, aislándolos del mundo exterior.Kael exhaló lentamente. Sabía que sus próximas palabras cambiarían el rumbo de su destino.—Desde que tengo memoria, mis padres sellaron mi poder —confesó con voz firme—. No sé exactamente qué hicieron o cómo funciona el sello, pero desde que llegué a las ruinas, sentí que algo dentro de mí se quebró. Ya no está sellado... pero tampoco lo comprendo del todo.Elaine frunció el ceño, claramente sorprendida por la revelación. Aeris, en cambio, entrecerró los ojos con una expresión indescifrable.—¿Y qué sientes exactamente? —preguntó la elfa, su tono neutro pero inquisitivo.Kael dudó por un momento antes de responder.—Escucho susurros —admitió—. Voces en mi mente, pero no las entiendo del todo. Es como si intentaran decirme algo... como si fueran parte de mí, pero a la vez no lo fueran.Elaine intercambió una mirada con Aeris. Había una tensión en el aire, una sensación de que ambas comprendían más de lo que estaban dispuestas a revelar en ese momento.—¿Sientes peligro cuando las escuchas? —insistió Aeris.Kael negó con la cabeza.—No exactamente. No siento que intenten dañarme, pero sí que me están guiando. Como si esperaran algo de mí.Elaine tamborileó los dedos sobre el escritorio, visiblemente preocupada.—Un poder sellado por tus propios padres... y voces en tu cabeza tras la ruptura de ese sello —murmuró—. Esto no es algo que pueda tomarse a la ligera.Aeris no dijo nada de inmediato, pero su mirada se mantuvo fija en Kael. En su mente, estaba segura de algo: este chico tenía un destino que iba mucho más allá de lo que incluso él mismo comprendía.Elaine apoyó los codos en la mesa y entrelazó los dedos, su expresión transformándose en algo más serio.—Kael, esos susurros que escuchas... no son una maldición ni algo ajeno a ti. Son parte de tu poder —afirmó, observándolo con intensidad—. Es la forma en que tu magia se comunica contigo, los nombres que escuchas no son simples voces, son los nombres de los hechizos que están tratando de adaptarse a tu circuito arcano.Kael frunció el ceño, confundido.—¿Circuito arcano?Aeris, que había permanecido en silencio, fue quien respondió esta vez.—El circuito arcano es la red de canales mágicos dentro de tu cuerpo —explicó con calma—. Cada persona con afinidad arkana tiene uno. Es lo que permite canalizar y moldear el poder arkano para convertirlo en hechizos. Normalmente, estos circuitos se desarrollan y fortalecen con el tiempo, dependiendo del entrenamiento de cada persona. Pero en tu caso... —sus ojos brillaron con una luz inquisitiva—, ha estado sellado durante años. Es natural que ahora tu propio poder esté tratando de sincronizarse contigo.Elaine asintió.—Es por eso que los nombres de los hechizos resuenan en tu mente. Tu magia ha estado reprimida tanto tiempo que ahora está encontrando su camino por sí misma. Es como un río que ha sido contenido por una represa y de repente empieza a fluir con fuerza.Kael bajó la mirada, tratando de procesar la información. Todo tenía sentido... pero eso significaba que aún no tenía control total sobre su propio poder.—¿Y qué se supone que haga? —preguntó finalmente.Aeris sonrió de lado y apoyó la espalda contra su asiento.—Necesitas aprender a controlarlo. Si lo dejas sin guía, podrías terminar destruyéndote a ti mismo... o peor, podrías convertirte en una amenaza para todos a tu alrededor sin siquiera darte cuenta. —Hizo una pausa antes de añadir—. Por eso quiero hacerte una propuesta, Kael.Kael la miró fijamente.—¿Qué tipo de propuesta?Aeris apoyó una mano sobre el escritorio y lo miró con determinación.—Quiero que te conviertas en mi discípulo. Si aceptas, te entrenaré personalmente para que domines tu poder antes de que sea demasiado tarde.El silencio se apoderó de la sala. Elaine y Aeris esperaban su respuesta con expresiones calculadas, sin presionarlo pero tampoco sin desviar su atención de él. Kael cerró los ojos un instante, reflexionando. No le interesaban los títulos ni los reconocimientos, pero si entrenar bajo Elaine significaba poder comprender y controlar el poder que despertaba dentro de él, entonces no tenía otra opción.Finalmente, abrió los ojos y asintió.—Acepto —dijo con firmeza—, pero solo con un propósito: aprender a controlar el poder arcano y entender lo que significa.Aeris sonrió levemente, satisfecha con la respuesta.—Una decisión sabia. Entonces, a partir de ahora, serás mi discípulo. Pero ten presente, Kael, que este camino no será fácil. El poder no es algo que simplemente se obtiene... debe forjarse con disciplina y voluntad.Elaine lo observó con detenimiento, como si tratara de leer más allá de sus palabras. Kael podía sentir que ella aún tenía preguntas, pero por ahora, parecía aceptar su decisión en silencio.