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Chapter 63 - Rebelión contra el Cielo - Part 6

Capítulo 6: ¿Por qué tengo que vivir?

Ryuusei sintió que algo dentro de él se quebraba. Su visión se volvió borrosa, sus piernas temblaron y, de repente, todo cambió.

El cuarto sangriento desapareció.

Ahora estaba en un espacio vacío, un limbo gris sin horizonte ni suelo. Pero, de pie frente a él, había alguien.

Un niño.

Pequeño, de cabello desordenado y ojos brillantes llenos de esperanza. Él mismo, a los seis años.

El niño lo miraba fijamente, con una sonrisa inocente, sosteniendo en sus pequeñas manos un dibujo infantil.

Era un boceto de una familia feliz. Un padre fuerte, una madre cariñosa, y en medio de ellos, un niño que soñaba con ser un héroe.

—Oye, Ryuusei-niichan —su voz sonó suave, pero algo en ella se sentía roto—. ¿Recuerdas esto?

Ryuusei tragó saliva, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda.

—Esa… es mi familia —murmuró con la voz quebrada.

El niño asintió con entusiasmo.

—Sí, la familia que juraste proteger. Dijiste que te harías fuerte, que nunca nos dejarías, que serías nuestro escudo… —sus ojitos parpadearon—. Entonces, dime… ¿dónde están ahora?

Ryuusei sintió que el aire se le escapaba.

El niño ladeó la cabeza.

—Papá y mamá no te recuerdan. Tus hermanas… bueno, ya las viste, ¿no? Y tú… tú ni siquiera quieres vivir.

La voz del niño seguía sonando dulce, pero había algo en su tono que hacía que Ryuusei se sintiera expuesto, desnudo, vulnerable.

—Tú… —Ryuusei apretó los dientes—. ¿Quién eres realmente?

El niño parpadeó, sorprendido.

—Soy tú. ¿No me reconoces? —sonrió—. Soy el Ryuusei que creía en los sueños, el que pensaba que la vida siempre podía mejorar.

Ryuusei sintió un peso en el pecho, como si mil agujas se clavaran en su corazón.

—Entonces… —susurró—. ¿Por qué estás aquí?

El niño dio un paso adelante, con los ojos brillando de una manera antinatural.

—Para hacerte una pregunta.

Ryuusei no se movió.

El pequeño inclinó la cabeza.

—Si pudieras regresar en el tiempo… ¿volverías a nacer?

El mundo se volvió aún más silencioso.

Ryuusei sintió que su garganta se cerraba.

El niño sonrió de nuevo, pero ahora su expresión parecía distorsionada, como si algo dentro de él estuviera podrido.

—Dime la verdad, niichan. No quieres vivir, ¿verdad?

Ryuusei sintió un escalofrío recorrerle la espalda.

—Yo…

El niño no dejó de mirarlo.

—Solo dilo. No quieres seguir existiendo. No tienes a nadie. No tienes un hogar. No tienes propósito.

Ryuusei respiró hondo, con los puños temblorosos.

—…

El niño se acercó aún más, levantando el dibujo, que ahora estaba manchado de sangre.

—¿O acaso todavía crees que puedes ser feliz?

Ryuusei sintió su corazón latir con dolor. No sabía qué responder.

Ryuusei ya no podía soportarlo más. Su mente estaba fracturada, su alma desgarrada.

El niño seguía mirándolo, con esa sonrisa que no era inocente, sino cruel, reflejando el eco de sus propios pensamientos más oscuros.

—Vamos, Ryuusei-niichan —susurró—. Dilo.

Ryuusei cerró los ojos con fuerza. Su respiración se aceleró, su pecho subía y bajaba como si todavía estuviera vivo… como si todavía tuviera un propósito. Pero no lo tenía.

No tenía familia. No tenía recuerdos felices. Nadie lo recordaba. Nadie lo esperaba.

¿Qué sentido tenía seguir respirando cuando el mundo ya lo había olvidado?

—¡YA BASTA! —gritó con toda su fuerza, su voz temblando entre la desesperación y la rabia.

El vacío a su alrededor se estremeció, pero el niño no se movió. Solo lo miró, esperando.

Ryuusei cayó de rodillas. No podía más. Sus manos cubrieron su rostro y, por primera vez en años, lloró.

Lloró como si su dolor pudiera lavar todo el sufrimiento.

Pero no lo hacía.

Seguía ahí.

—¿Para qué… para qué seguir viviendo? —susurró, con la voz rota—. Si ya estoy muerto… si nadie me recuerda… si cada herida que se cierra solo me trae más dolor…

Sus lágrimas caían al suelo vacío, desapareciendo como si nunca hubieran existido.

El niño inclinó la cabeza.

—Entonces, ¿quién eres realmente?

Ryuusei levantó la mirada.

La pregunta golpeó más fuerte que cualquier puño.

¿Quién era él?

Un cadáver que se negaba a descomponerse. Un eco de alguien que alguna vez tuvo sueños. Un monstruo que ni siquiera tenía derecho a morir.

La existencia misma se había convertido en su condena.

La vida era solo un ciclo de sufrimiento y deseo insatisfecho. El mundo no ofrecía consuelo, solo una lucha interminable contra la propia naturaleza del ser.

La angustia existencial era inevitable. Cada humano estaba condenado a cuestionarse su propio sentido hasta el punto de la desesperación.

Pero Ryuusei no era humano.

Era menos que eso.

Era un error que no debía haber existido.

Su mente se hundió en el abismo de sus propios pensamientos. Recordó todas las veces que había querido rendirse, todas las veces que había pensado que morir sería la única respuesta.

Pero ni siquiera eso le estaba permitido.

—¿Ves? —susurró el niño—. No tienes un "yo" verdadero. Solo eres lo que el mundo quiso que fueras… y ahora el mundo ha decidido que no eres nada.

Nada.

Ryuusei sintió su cuerpo temblar.

No era un héroe.No era un hermano.No era un hijo.No era un amigo.No era nadie.

Una vez en televisión escucho a un filosofo decir: Por más que un ser intente ajustarse a las normas impuestas por la sociedad, su esencia siempre encontrará la forma de manifestarse. La lucha entre la naturaleza y la moral es eterna, pues no se trata de elegir lo que queremos ser, sino de aceptar lo que, en el fondo, nunca dejamos de ser...

Ryuusei ya no sabía qué era.

Lo único que sabía era que…

No quería existir.