—Rafael dudaba que Soleia estuviera realmente en el bosque como Elowyn y Orión afirmaban, pero no tenía manera de probarlo. Sin embargo, su pequeño refugio de hielo estaba desierto, y los cristales que habían enterrado juntos seguían sin ser perturbados.
Así, Rafael se adentraba en el bosque, rastreando el paradero de Soleia a partir de sus huellas. Mentalmente, se recordaba a sí mismo usar sus poderes para crear algo con lo que pudiera rastrear a Soleia más adelante. No podía arriesgarse a que su seguridad estuviera en peligro, no cuando ella era la respuesta a todos sus problemas.
Pronto, tropezó con el claro donde debió haber ocurrido el ataque. Los hombres de Orión habían retirado la mayoría de los cadáveres, pero no había nada que pudiera haber ocultado la variedad de salpicaduras de sangre que decoraban la nieve.